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Antes
de concluir esta celebración, quisiera encomendar a la Virgen a
los confirmados y a todos vosotros. La Virgen María enseña
qué significa vivir en el Espíritu Santo y qué significa
acoger la novedad de Dios en nuestra vida. Ella ha concebido a Jesús
por obra del Espíritu Santo, y todo cristiano, cada uno de nosotros,
está llamado a acoger la Palabra de Dios, a acoger a Jesús
dentro de sí y después llevarlo a todos los demás.
María ha invocado al Espíritu con los Apóstoles en
el cenáculo: también nosotros, cada vez que nos reunimos
en oración, estamos sostenidos por la presencia espiritual de la
Madre de Jesús, para recibir el don del Espíritu y tener
la fuerza de testimoniar a Jesús resucitado. Esto lo digo de forma
particular a vosotros, que hoy habéis recibido la confirmación:
María os ayuda a estar atentos a lo que el Señor os pide
y a vivir y caminar ¡siempre según el Espíritu Santo!
Quisiera extender mi saludo afectuoso a todos los peregrinos presentes, venidos de tantos países. Saludo en particular a los jóvenes que se preparan para la confirmación, el grupo dirigido por las hermanas de la Caridad, los fieles de algunas parroquias polacas y los de Bisignano, como también la KatholischeakademischeVerbindung Capitolina. En este momento, un momento especial, deseo elevar una oración por las numerosas víctimas causadas por el trágico derrumbe de una fábrica en Bangladesh. Expreso mi solidaridad y profunda cercanía a las familias que lloran a sus seres queridos y dirijo desde lo profundo de mi corazón un fuerte llamamiento para que siempre sea tutelada la dignidad y la seguridad de los trabajadores. Ahora en la luz pascual, fruto del Espíritu, nos dirigimos juntos a la Madre del Señor. | |
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