CUARESMA: LA OPCIÓN POR EL AMOR EN TIEMPOS DE UNA CULTURA EFÍMERA

Palabras de Juan Pablo II en su encuentro dominical
con los peregrinos 4.III.2001

 

El modelo de Cristo

¡Queridos hermanos y hermanas!

1. Hemos iniciado desde hace algunos días la Cuaresma, tiempo de oración y penitencia, que nos llama a medirnos, de manera singular, con las exigencias del divino Maestro, que dijo: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame" (Mateo 16, 24); y también: "El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna" (Juan 12, 25).

 

No es negación sino conocimiento del hombre para que alcance su vida plena

2. ¿Qué significa "negarse a sí mismo", "odiar la vida"? Estas expresiones, mal entendidas, han dado en ocasiones al cristianismo la imagen de una religión que mortifica lo humano. Sin embargo, Jesús vino para que el hombre tenga vida y la tenga en abundancia (cf. Juan 10, 10). El hecho es que Cristo, a diferencia de los falsos maestros de ayer y de hoy, no engaña. Conoce a la criatura humana en profundidad y sabe que para que alcance la vida tiene que realizar una "transición", una "pascua", de la esclavitud del pecado a la libertad de los hijos de Dios, renegando al "hombre viejo" para dejar espacio a ese hombre nuevo, redimido por Cristo.

 

Pero esa vida nuestra plena sólo se alcanza por el camino "estrecho"

"El que ama su vida, la pierde". Estas palabras no expresan desprecio por la vida, sino, por el contrario, un auténtico amor por la misma. Un amor que no desea este bien fundamental sólo para sí e inmediatamente, sino para todos y para siempre, en abierto contraste con la mentalidad del "mundo". En realidad, la vida se encuentra cuando se sigue a Cristo por la "senda estrecha". Quien sigue el camino "ancho" y cómodo, confunde la vida con satisfacciones efímeras, despreciando la propia dignidad y la de los demás.

 

Por tanto el camino cuaresmal debe ser alegre

3. Recorramos, por tanto, con alegría exigente el itinerario cuaresmal, tratando de traducir la renovación interior en opciones concretas, personales, eclesiales y sociales. En este camino María Santísima está cerca de nosotros, nos precede siempre en el seguimiento de su Hijo, Jesús, y nos apoya cuando se hace más duro y arduo el combate contra el Espíritu del mal. Ponemos en sus manos la Cuaresma para que pueda ser para todo el pueblo cristiano un momento de profunda conversión.

 

Ejercicios Espirituales del Santo Padre

Le pedimos también que acompañe a la Curia romana que, a partir de esta tarde entrará conmigo en Ejercicios Espirituales. Queridos hermanos y hermanas, contamos con vuestro recuerdo ante el Señor para que estos días de intensa escucha del Espíritu de Dios, de silencio y de oración constante, traigan los deseados frutos de renovación espiritual.