Palabras del Papa al despedirse de los jóvenes

Palabras que pronunció Juan Pablo II antes y después de rezar la oración mariana del Angelus al culminar la Jornada Mundial de la Juventud de Toronto 2002.

28 julio. Toronto 2002.

La próxima Jornada Mundial de la Juventud será en Colonia el año 2005         Concluimos esta espléndida celebración de la Eucaristía con la oración del «Angelus» a María, Madre del Redentor.

        A ella confío los frutos de esta Jornada Mundial de la Juventud, para que asegure con su ayuda su eficacia con el paso del tiempo. Que nuestro encuentro traiga un despertar de la pastoral juvenil en Canadá. ¡Qué el entusiasmo de este momento sea la chispa que se necesita para iniciar una nueva era de poderosos testigos del Evangelio!

        Deseo anunciar formalmente que la próxima Jornada Mundial de la Juventud tendrá lugar en el año 2005 en Colonia, Alemania.

        En la imponente catedral de Colonia se honra la memoria de los Magos, los sabios de Oriente que siguieron la estrella que les llevó hasta Cristo. Como peregrinos, vuestro camino espiritual a Colonia comienza hoy. ¡Cristo os espera allí para la XX Jornada Mundial de la Juventud!

        Que la Virgen María, nuestra Madre, os acompañe en la peregrinación de la fe.

        Angelus Domini nuntiavit Mariae...

 

 

 

 

 

Saludo en diversos idiomas

        [Después de rezar el «Angelus» el Papa pronunció su saludo en varios idiomas. Comenzó en francés]

        Quiero agradecer a todos los que han colaborado a hacer que la Jornada Mundial de la Juventud sea todo un éxito: los ciudadanos de Toronto, los voluntarios, la policía, el departamento de bomberos, el alcalde y las autoridades a todos los niveles del gobierno canadiense. Mis más sinceros saludos para las demás Iglesias cristianas y comunidades representadas aquí, así como a los seguidores de otras tradiciones religiosas. Mi deseo para todos los que estáis aquí es que los compromisos que habéis tomado durante estos días de fe y celebración traigan abundantes frutos de entrega y testimonio. ¡Que el recuerdo de Toronto forme parte del tesoro de vuestra vida!

        [En inglés]
Extiendo una palabra especial de gratitud al cardenal Ambrozic, arzobispo de Toronto, a la Conferencia de Obispos Canadienses y al Comité Organizador. Agradezco también al Consejo Pontificio para los Laicos en la persona de su presidente, el cardenal James Francis Stafford.

        Saludo a los cardenales y obispos que han venido de otras partes del mundo, y a todos los sacerdotes, diáconos y religiosos que han compartido estos días con los jóvenes. Mientras nos preparamos para regresar a casa, cito las palabras de San Agustín: «Hemos sido felices juntos en la luz que compartida. Realmente hemos disfrutado estando juntos. Nos hemos regocijado. Pero mientras nos separamos, no nos separemos de Él» (In Io.ev. tr., 35,9).

        [En castellano]
Muchas gracias a los jóvenes de lengua española. No tengáis miedo de responder con generosidad a la llamada del Señor. ¡Que vuestra fe brille ante el mundo! ¡Que vuestras acciones muestren vuestro compromiso derivado del mensaje de salvación del Evangelio!
Queridos jóvenes de lengua portuguesa: La Jornada Mundial de la Juventud no termina aquí, continuará en vuestras vidas de fidelidad a Cristo. ¡Sed Sal! ¡Sed luz para el mundo que os rodea!

        [En italiano]
Queridos jóvenes italianos: Mantened vivo el regalo de fe que os ha sostenido en estos días. La Iglesia necesita vuestra entrega. «¡Nos vemos en Roma!».

        [En alemán]
Queridos amigos de habla alemana: Vosotros de una manera especial tenéis que mantener vivo el espíritu de la Jornada Mundial de la Juventud, con el fin de preparaos para Colonia en 2005. Trabajad para construir una civilización de amor y justicia. Dejad que vuestra luz lleve a muchos otros al reino de Cristo de santidad, verdad y justicia.

        [En polaco]
Mis pensamientos van a mi tierra natal de Polonia, la cual muy pronto visitaré nuevamente. Nunca perdáis la vista de vuestra herencia cristiana. Es ahí donde encontraréis la sabiduría y valentía que necesitáis para hacer frente a los grandes retos morales y éticos de nuestros tiempos. Os encomiendo a todos a la protección de nuestra Señora de Jasna Góra.