La Iglesia, “organismo rico y vital, no uniforme”
Palabras que dirigió Benedicto XVI al rezar desde la ventana de su estudio del Palacio Apostólico Vaticano la oración mariana del Ángelus junto a varios miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano.
Ciudad del Vaticano, 24 de enero de 2010.
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¡Queridos hermanos y hermanas!

        Entre las lecturas bíblicas de la liturgia de hoy se encuentra el célebre texto de la Primera Carta a los Corintios en el que san Pablo compara la Iglesia al cuerpo humano. Así escribe el Apóstol: “Pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más que un solo cuerpo, así también Cristo. Porque en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar más que un cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres. Y todos hemos bebido en un solo Espíritu” (1 Cor 12,12-13). La Iglesia está concebida como el cuerpo, del que Cristo es la cabeza, y forma con Él una unidad. Sin embargo lo que el Apóstol quiere comunicar es la idea de la unidad en la multiplicidad de los carismas, que son los dones del Espíritu Santo. Gracias a ellos, la Iglesia se presenta como un organismo rico y vital, no uniforme, fruto del único Espíritu que conduce a todos a la unidad profunda, asumiendo la diversidad sin abolirla y realizando un conjunto armonioso. Ésta prolonga en la historia la presencia del Señor resucitado, en particular mediante los Sacramentos, la Palabra de Dios, los carismas y los ministerios distribuidos en la comunidad. Por eso, precisamente en Cristo y en el Espíritu Santo, la Iglesia es una y santa, es decir una íntima comunión que trasciende las capacidades humanas y las sostiene.

        Me gusta destacar este aspecto cuando estamos viviendo la “Semana de oración por la unidad de los cristianos”, que concluirá mañana, fiesta de la Conversión de San Pablo. Como es tradición, por la tarde celebraré las Vísperas en la Basílica de San Pablo Extramuros, con la participación de los Representantes de las demás Iglesias y Comunidades eclesiales presentes en Roma. Pediremos a Dios el don de la plena unidad de todos los discípulos de Cristo y, en particular, según el tema de este año, renovaremos el compromiso de ser juntos testigos del Señor crucificado y resucitado (cf Lc 24,48). La comunión de los cristianos, de hecho, hace más creíble y eficaz el anuncio del Evangelio, como afirmó el mismo Jesús rezando al Padre en la víspera de su muerte: “Que todos sean uno … para que el mundo crea" (Jn 17,21).

        Finalmente, queridos amigos, deseo recordar la figura de san Francisco de Sales, cuya memoria litúrgica se conmemora el 24 de enero. Nacido en Savoya en 1567, estudió derecho en Padua y en París y, llamado por el Señor, se convirtió en sacerdote. Se dedicó con gran fruto a la predicación y a la formación espiritual de los fieles, enseñando que la llamada a la santidad es para todos y que cada uno -como dice san Pablo con la comparación del cuerpo- tiene su lugar en la Iglesia. San Francisco de Sales es patrón de los periodistas y de la prensa católica. A su asistencia espiritual confío el Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que firmo cada año en esta ocasión y que ayer fue presentado en el Vaticano.

        La Virgen María, Madre de la Iglesia, nos conceda seguir progresando en la comunión, para transmitir la belleza de ser una sola cosa en la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

[Después del Ángelus, dijo:]

        Ayer, en Barcelona, fue proclamado Beato Josep Samsó i Elias, sacerdote y mártir catalán, asesinado durante la guerra civil. Verdadero testigo de Cristo, murió perdonando a sus perseguidores. Para los sacerdotes, especialmente para los párrocos, él constituye un modelo de dedicación a la catequesis y a la caridad con los pobres.