El Papa hace un balance de su viaje a Tierra Santa con los periodistas
palabras espontáneas que Benedicto XVI dirigió este viernes a los periodistas que le acompañaban en el avión de regreso a Roma, al concluir su peregrinación a Tierra Santa.
Roma, viernes, 15 mayo 2009.
Vivir la Eucaristía
El Sudario de Cristo
El Siglo de las Reformas

Queridos amigos:

        Gracias por vuestro trabajo. Me imagino lo difícil que ha sido, rodeado de tantos problemas, tantos traslados, etc. Y quisiera daros las gracias por haber aceptado estas dificultades para informar al mundo sobre esta peregrinación, e invitar así también a los demás a la peregrinación en estos lugares santos.

        Ya he hecho un breve resumen de este viaje en el discurso del aeropuerto. No quisiera añadir mucho. Podría presentar tantos, muchos detalles: el conmovedor descenso al punto más profundo de la tierra, el Jordán, que para nosotros es también un símbolo del descenso de Dios, del descenso de Cristo, en los puntos más profundos de la existencia humana.

        El Cenáculo, donde el Señor nos entregó la Eucaristía, donde tuvo lugar Pentecostés, la venida del Espíritu Santo..., el Santo Sepulcro, otras muchas impresiones... Pero me parece que no es el momento para hacerlo.
Quizá son tres las impresiones fundamentales: la primera es que he encontrado por doquier, en todos los ambientes, musulmanes, cristianos, judíos, una voluntad decidida de diálogo interreligioso, de encuentro, de colaboración entre las tres religiones.

        Es importante que todos vean esto no sólo como una acción movida, digámoslo así, por motivos políticos en la situación dada, sino como un fruto del mismo núcleo de la fe, pues creer en un único Dios que nos ha creado a todos nosotros, Padre de todos nosotros, creer en este Dios que ha creado a la humanidad como una familia, creer que Dios es amor y quiere que el amor sea la fuerza dominante en el mundo, implica este encuentro, esta necesidad de encuentro, de diálogo, de colaboración como exigencia de la misma fe.

        Segundo punto: he encontrado también un clima ecuménico muy alentador. Hemos tenido muchos encuentros con el mundo ortodoxo con gran cordialidad; he podido también hablar con un representante de la Iglesia anglicana, y dos representantes luteranos, y se ve que este clima de Tierra Santa alienta también el ecumenismo.

        Y tercer punto: hay grandísimas dificultades, lo sabemos, lo hemos visto y escuchado. Pero yo he visto también un profundo deseo de paz por parte de todos. Las dificultades son más visibles y no debemos esconder las dificultades: existen y deben ser aclaradas. Pero no es tan visible el deseo común de paz, de fraternidad, y me parece que tenemos que hablar también de esto, alentar a todos en esta voluntad para encontrar las soluciones ciertamente no fáciles para estas dificultades.

        He venido como peregrino de paz. La peregrinación es un elemento esencial de muchas religiones, en particular del islam, de la religión judía y del cristianismo. Es también la imagen de nuestra existencia, que es un caminar hacia adelante, hacia Dios, y de este modo hacia la comunión de la humanidad.

        He venido como peregrino y espero que muchos sigan estas huellas y de este modo alienten la unidad de los pueblos de esta Tierra Santa y se conviertan también en mensajeros de paz. ¡Gracias!