“El Bautismo, un gran regalo y una gran responsabilidad”
Texto de la alocución del Papa con motivo del Ángelus, pronunciada ante los miles de peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro.
Ciudad del Vaticano, 11 de enero de 2009.
Un regalo del cielo
Pedro Antonio Urbina

        Queridos hermanos y hermanas

        En el domingo de hoy que sigue a la solemnidad de la Epifanía, celebramos el Bautismo del Señor. Éste fue el primer acto de su vida pública, narrado en los cuatro Evangelios. Llegado a la edad de alrededor de treinta años, Jesús dejó Nazaret, llegó al río Jordán y, en medio de mucha gente, se hizo bautizar por Juan. El evangelista Marcos escribió: “En cuanto salió del agua vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma, bajaba a él. Y se oyó una voz que venía de los cielos: “Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco”. En estas palabras: “Tu eres mi hijo amado” se revela qué es la vida eterna: es la relación filial con Dios, tal y como Jesús la vivió y nos la ha revelado y entregado.

        Esta mañana, según la tradición, en la Capilla Sixtina he administrado el Sacramento del Bautismo a tres recién nacidos. A los padres, a los padrinos y a las madrinas, el celebrante les pregunta: “¿qué pedís a la Iglesia para vuestro hijo?”; a su respuesta: “El Bautismo”, él replica: “¿Y qué les da el Bautismo?”. “La vida eterna”, responden ellos. Esta es la estupenda realidad: la persona humana, mediante el Bautismo, se inserta en la relación única y singular de Jesús con el Padre, de forma que las palabras que resonaron en el cielo sobre el Hijo Unigénito se hacen verdaderas para cada hombre y toda mujer que renacen del agua y del Espíritu Santo: Tu eres mi Hijo, el amado.

        Queridos amigos, ¡qué grande es el don del Bautismo! Si nos diéramos cuenta plenamente, nuestra vida se convertiría en un 'gracias' continuo. ¡Qué alegría para los padres cristianos, que han visto surgir de su amor a esta nueva criatura, llevarla a la fuente bautismal y verla renacer del seno de la Iglesia, para una vida que nunca tendrá fin! ¡Regalo, alegría, pero también responsabilidad! Los padres, de hecho, junto con los padrinos, deben educar a sus hijos según el Evangelio. Esto me hace recordar el tema del VI Encuentro Mundial de las Familias, que tendrá lugar en los próximos días en México: “La familia, formadora en los valores humanos y cristianos”. Este grande meeting familiar, organizado por el Consejo Pontificio para la Familia, se desarrollará en tres momentos: en primer lugar, el Congreso Teológico-Pastoral, en el que se profundizará en el tema, también mediante el intercambio de experiencias significativas; después, el momento de belleza y de testimonio, que hará emerger la belleza de encontrarse entre las familias de todas partes del mundo, unidas por la misma fe y el mismo compromiso; y finalmente, la solemne Celebración Eucarística., como acción de gracias al Señor por los dones del matrimonio, de la familia y de la vida. He encargado al cardenal Secretario de Estado Tarsicio Bertone que me represente, pero yo mismo seguiré con viva participación el extraordinario acontecimiento, acompañándolo con la oración e interviniendo en videoconferencia. Desde ahora, queridos hermanos y hermanas, os invito a implirra sobre este importante encuentro mundial de las familias la importancia de las gracias divinas. Lo hacemos invocando la materna intercesión de la Virgen María, reina de la Familia.