Mensaje de Benedicto XVI ante su viaje a Francia
Mensaje que dirigió Benedicto XVI el miércoles al final de la audiencia general concedida en el Aula Pablo VI del Vaticano con motivo del viaje apostólico que realizará a Francia del 12 al 15 de septiembre, en el que visitará París y Lourdes, en el 150 aniversario de las apariciones de María.
Ciudad del Vaticano, 10 septiembre 2008.
La esencia del cristianismo
Romano Guardini
Jesús de Nazaret

Queridos hermanos y hermanas:

        El próximo viernes emprenderé mi primer viaje pastoral a Francia como sucesor de Pedro. En vísperas de mi llegada, quiero dirigir mi cordial saludo al pueblo francés y a todos los habitantes de esta querida nación. Voy como mensajero de paz y fraternidad.

        Vuestro país no me es desconocido. En varias ocasiones he tenido la alegría de visitarlo y de apreciar su generosa tradición de acogida y de tolerancia, así como la solidez de su fe cristiana y su elevada cultura humana y espiritual.

        En esta ocasión, el motivo de mi viaje es la celebración del 150 aniversario de las apariciones de la Virgen María en Lourdes. Después de visitar París, la capital de vuestro país, tendré la gran alegría de unirme a la muchedumbre de peregrinos que acuden a seguir las etapas del camino del Jubileo, siguiendo a santa Bernadette, hasta la gruta de Massabielle.

        Mi oración se intensificará a los pies de Nuestra Señora por las intenciones de toda la Iglesia, en particular por los enfermos, las personas más abandonadas, así como por la paz en el mundo.

        ¡Que María sea para todos vosotros, en particular para los jóvenes, la madre siempre disponible a las necesidades de sus hijos, una luz de esperanza que ilumina y guía vuestros caminos!

        Queridos amigos de Francia: os invito a uniros a mi oración para que este viaje traiga frutos abundantes. En la gozosa espera de estar pronto entre vosotros, invoco sobre cada uno, sobre vuestras familias y comunidades, la protección materna de la Virgen María, Nuestra Señora de Lourdes. ¡Que Dios os bendiga!