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La
elección de Dios: Benedicto
XVI y el futuro de la Iglesia
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Una
mirada ciega hacia la luz
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Gustave
Thibon
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El
dolor. El final de los tiempos
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José
Javier Esparza
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La
Muerte
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José
Javier Esparza
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Cuentos
y leyendas cristianos
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Rossana
Guarnieri
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El
Evangelio en imágenes
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Jean-François
Kieffer, Christine Ponsard
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Hipótesis
sobre María
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Vittorio
Messori
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Dicen
que ha resucitado
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Vittorio
Messori
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El
último cruzado
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Louis
de Wohl
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Dentro
de cinco horas veré a Jesús
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Jacques
Fesch
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La
esencia del cristianismo
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Romano
Guardini
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El
torrente oculto
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Ronald
A. Knox
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Vencer
el miedo
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Magdi
Allam
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Lucio Brunelli,
periodista de la RAI, canal público de la televisión
italiana: Santidad, esta es su segunda Jornada Mundial de la Juventud
(JMJ), la primera, por decirlo de algún modo, totalmente suya.
¿Con qué sentimientos se dispone a vivirla y cuál
es el mensaje principal que desea dejar a los jóvenes? Por
otra parte, ¿piensa que de las Jornadas Mundiales de la Juventud
influyen profundamente en la vida de la Iglesia que las acoge? Y,
por último, ¿piensa que la fórmula de estos encuentros
de masa sigue siendo actual?
Voy con sentimientos
de gran alegría a Australia. Tengo bellísimos recuerdos
de la JMJ de Colonia: no fue simplemente un acontecimiento de masas,
fue sobre todo una gran fiesta de la fe, un encuentro humano de la comunión
en Cristo. Vimos cómo la fe abre las fronteras y tiene realmente
una capacidad de unión entre las diferentes culturas, y crea
alegría. Y espero que suceda lo mismo ahora en Australia. Por
este motivo, estoy contento al ver a muchos jóvenes, y verles
unidos en el deseo de Dios y en el deseo de un mundo realmente humano.
El mensaje esencial se presenta en las palabras que constituyen el eslogan
de esta JMJ: hablamos del Espíritu Santo que nos hace testigos
de Cristo. Por tanto, quisiera concentrar mi mensaje precisamente en
esta realidad del Espíritu Santo, que se presenta en varias dimensiones:
es el Espíritu que actúa en la Creación. La dimensión
de la Creación está muy presente, pues el Espíritu
es creador. Me parece un tema muy importante en nuestro momento actual.
Pero el Espíritu es también inspirador de la Escritura:
en nuestro camino, a la luz de la Escritura, podemos caminar junto al
Espíritu Santo. El Espíritu Santo es Espíritu de
Cristo, por tanto, nos guía en comunión con Cristo y finalmente
se muestra según san Pablo en los carismas, es decir, en un gran
número de dones inesperados que cambian según los diferentes
tiempos y que dan nueva fuerza a la Iglesia. Y, por tanto, estas dimensiones
nos invitan a ver las huellas del Espíritu y a hacer visible
al Espíritu también a los demás.
Una JMJ no es simplemente
un acontecimiento de este momento: se prepara con un largo camino con
la Cruz y con el icono de la Virgen. Se prepara desde el punto de vista
de la organización, pero también espiritual. Por tanto,
estos días no son más que el momento culminante de un
largo camino precedente. Todo es fruto de un camino, de ponernos juntos
en camino hacia Cristo. La JMJ, además, crea una historia, es
decir, se crean amistades, se crean nuevas inspiraciones: de este modo
continúa la JMJ. Esto me parece muy importante: no sólo
hay que ver estos tres o cuatro días, sino hay que ver todo el
camino que precede y el que sigue. En este sentido, me parece, que la
JMJ, al menos para el próximo futuro nuestro, es una fórmula
válida que nos prepara para comprender que desde diferentes puntos
de vista y de diferentes partes de la tierra avanzamos hacia Cristo
y hacia la comunión. Aprendemos así de nuevo a caminar
juntos. En este sentido, espero que también sea una fórmula
para el futuro.
Paul John Kelly,
periodista de "The Australian", uno de los grandes periódicos
de ese país: Santo Padre, quisiera presentar mi pregunta en
inglés. Australia es un país sumamente secularizado,
con poca práctica religiosa y mucha indiferencia religiosa.
Quisiera preguntarle, ¿es usted optimista ante el futuro de
la Iglesia en Australia? ¿Está preocupado o alarmado
por el hecho de que la Iglesia en Australia siga el camino hacia el
decaimiento de Europa? ¿Qué mensaje dejaría a
Australia para superar su indiferencia religiosa?
Hablaré
lo mejor que pueda en inglés, aunque pido su perdón por
mis deficiencias en inglés. Creo que Australia, en su configuración
histórica actual forma parte del "mundo occidental",
económica y políticamente, y por tanto está claro
que Australia comparte los éxitos y los problemas del mundo occidental.
El mundo occidental ha experimentado en los últimos 50 años
grandes éxitos: éxitos económicos, éxitos
técnicos; sin embargo, la religión --la fe cristiana--
está en cierto sentido en crisis. Esto está claro, pues
se da la impresión de que no tenemos necesidad de Dios, podemos
hacerlo todo con nuestras fuerzas, no tenemos necesidad de Dios para
ser felices, no tenemos necesidad de Dios para crear un mundo mejor,
Dios no es necesario, podemos hacerlo todo por nosotros mismos. Por
otro lado, vemos que la religión está siempre presente
en el mundo y siempre lo estará, pues Dios está presente
en el corazón del ser humano y no puede desaparecer nunca. Podemos
ver que la religión es realmente una fuerza en este mundo y en
nuestros países. No hablaría de un decaimiento de la religión
en Europa: ciertamente ha una crisis en Europa, algo menos en Estados
Unidos, y en Australia. Pero, por otro lado, se da siempre una presencia
de la fe en nuevas formas y de nuevas maneras; en minoría, quizá,
pero siempre presente para que la vea toda la sociedad. Y ahora, en
este momento histórico, comenzamos a ver que tenemos necesidad
de Dios. Podemos hacer mucho, pero no podemos crear nuestro clima. Pensábamos
que podíamos hacerlo, pero no podemos. Tenemos necesidad del
don de la Tierra, del don del agua, necesitamos al Creador; el Creador
vuelve a aparecer en su creación. De este modo comprendemos que
no podemos ser realmente felices, no podemos promover realmente la justicia
para todo el mundo, sin un criterio, sin un Dios que es justo, y nos
da la luz y la vida. Por tanto, pienso que en cierto sentido se dará
una crisis para nuestra fe en este "mundo occidental", pero
siempre tendremos un renacimiento de la fe, pues la fe cristiana es
simplemente verdadera, y la verdad estará siempre presente en
el mundo humano, y Dios siempre será verdad. En este sentido,
en último término, soy optimista.
Auskar Surbakti
del canal de televisión australiano SBS: Santo Padre, disculpe,
pero no hablo bien italiano. Por tanto, le presentaré mi pregunta
en inglés. Las víctimas de abusos sexuales del clero,
en Australia, le han hecho un llamamiento, Santidad, para que afronte
la cuestión y pida perdón a las víctimas durante
su visita a Australia. El mismo cardenal Pell ha dicho que sería
apropiado para el Papa que afronte la cuestión, y usted hizo
un gesto semejante en su reciente viaje a los Estados Unidos. Santidad,
¿hablará de la cuestión de los abusos sexuales
y pedirá perdón?
Sí, el problema
es esencialmente el mismo que en los Estados Unidos. Me sentí
en la obligación de hablar sobre ello en los Estados Unidos pues
es esencial para la Iglesia reconciliar, prevenir, ayudar, y reconocer
sus culpas en estos problemas. De manera que diré esencialmente
lo mismo que dije en Estados Unidos. Como dije, tenemos que aclarar
tres aspectos: el primero, es nuestra enseñanza moral. Debe quedar
claro, siempre fue claro desde los primeros siglos, que el sacerdocio,
ser sacerdote, es incompatible con este comportamiento, pues el sacerdote
está al servicio de Nuestro Señor, y nuestro Señor
es la santidad en persona, que siempre nos enseña. La Iglesia
siempre ha insistido en esto. Tenemos que reflexionar en qué
ha faltado en nuestra educación, en nuestra enseñanza
en las décadas pasadas: en las décadas de los cincuenta,
sesenta y setenta se daba la idea del proporcionalismo en ética,
según el cual, no hay nada malo en sí mismo, sino en proporción
a los demás. Según el propocionalismo, se pensaba que
algunas cosas, incluida la pedofilia, podían ser en una cierta
proporción buenas. Ahora debe quedar claro que ésta nunca
ha sido la doctrina católica. Hay cosas que siempre son malas,
y la pedofilia siempre es mala. En nuestra educación, en los
seminarios, en nuestra formación permanente de los sacerdotes,
tenemos que ayudar a los sacerdotes a estar realmente cerca de Cristo,
aprender de Cristo, y de este modo ser de ayuda y no enemigos para nuestros
hermanos los hombres, para los cristianos. Por tanto, haremos todo lo
posible para aclarar la enseñanza de la Iglesia y para ayudar
en la educación y en la preparación de los sacerdotes,
con la formación permanente, y haremos todos lo posible para
curar y reconciliar las víctimas. Creo que este es el contenido
esencial de la expresión "pedir perdón". Creo
que es mejor y más importante el contenido de la fórmula
y pienso que el contenido tiene que explicar las deficiencias de nuestro
comportamiento, lo que tenemos que hacer en este momento, cómo
podemos prevenir y cómo podemos todos sanar y reconciliar.
Martine Nouaille,
periodista de Agence France Presse (AFP): Hago la pregunta en italiano.
Uno de los argumentos del último G8 de Japón ha sido
la lucha contra los cambios climáticos. Australia es un país
muy sensible a este tema, a causa de la fuerte sequía y de
las dramáticas catástrofes climáticas en esta
región del mundo. ¿Piensa que las decisiones tomadas
en este campo están a la altura de la situación? ¿Hablará
usted de este argumento durante el viaje?
Como ya he mencionado
en mi primera respuesta, ciertamente este problema estará muy
presente en esta JMJ, pues hablamos del Espíritu Santo y, por
tanto, hablamos de la Creación y de nuestras responsabilidades
con la Creación. No pretendo entrar en las cuestiones técnicas
que políticos y especialistas tienen que resolver, sino más
bien dar impulsos esenciales para ver la responsabilidad, para ser capaces
de responder a este desafío: redescubrir en la Creación
el rostro del Creador, redescubrir nuestra responsabilidad ante el Creador,
por la Creación que nos ha confiado, formar la capacidad ética
en un estilo de vida que hay que asumir si queremos afrontar los problemas
de esta situación y si queremos realmente llegar a soluciones
positivas. Por tanto, despertar las conciencias y ver el gran contexto
de este problema, en el que después se enmarcan las respuestas
detalladas que no debemos dar nosotros, sino la política y los
especialistas.
Cindy Wooden,
periodista de Catholic News Service (CNS), agencia católica
de los Estados Unidos. Santo Padre, mientras usted se encuentra en
Australia, los obispos de la Comunión Anglicana, que está
sumamente difundida en Australia, se encuentran en la Conferencia
de Lambeth. Uno de los argumentos principales versa sobre las maneras
posibles de volver a lograr la comunión entre las provincias
y encontrar una manera de asegurar que una o varias provincias no
tomen iniciativas que otros ven como contrarias al Evangelio o a la
tradición. Se da un riesgo de fragmentación en la Comunión
Anglicana y la posibilidad de que algunos pidan ser acogidos en la
Iglesia católica. ¿Cuál es su deseo para la Conferencia
de Lambeth y para el arzobispo de Canterbury? Gracias.
Mi contribución
puede ser sólo la oración y con mi oración estaré
muy cerca de los obispos anglicanos que se reúnen en la Conferencia
de Lambeth. Nosotros no podemos ni debemos intervenir inmediatamente
en sus discusiones, respetamos su propia responsabilidad y deseamos
que puedan evitarse cismas y nuevas fracturas y que se encuentre una
solución en la responsabilidad ante nuestro tiempo, así
como en la fidelidad al Evangelio. Estos dos elementos tienen que ir
juntos. El cristianismo es siempre contemporáneo y vive en este
mundo, en un cierto tiempo, pero hace presente en este tiempo el mensaje
de Jesucristo y, por tanto, ofrece una verdadera contribución
para este tiempo sólo siendo fiel, de manera madura, de manera
creativa, pero fiel, al mensaje de Cristo. Esperamos --y rezo personalmente
por ello-- que encuentren juntos el camino del Evangelio en nuestro
hoy. Este es mi deseo para el arzobispo de Canterbury: que la Comunión
Anglicana, en la comunión del Evangelio de Cristo y en la Palabra
del Señor, encuentre las respuestas a los desafíos actuales.
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