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Queridos hermanos y hermanas: Bienvenidos y gracias
por vuestra visita. Provenís de los cinco continentes y pertenecéis
al Movimiento «Familias Nuevas», nacido hace 40 años
en el ámbito del Movimiento de los Focolares. Por tanto, sois
una ramificación de los Focolares, y hoy formáis una red
de 800.000 familias que actúan en 182 naciones, todas comprometidas
a hacer de su ! casa un "hogar" que irradie en el mundo el
testimonio de una vida familiar centrada en el Evangelio. Como nos acaban de recordar, es precisamente en el ámbito de esta vasta y benemérita institución donde vosotras, queridas parejas de esposos, os ponéis al servicio del mundo de las familias co! n una acción pastoral importante y siempre actual, orientada según cuatro directrices: la espiritualidad, la educación, la sociabilidad y la solidaridad. En efecto, vuestro compromiso de evangelización es silencioso y profundo, orientado a testimoniar que sólo la unidad familiar, don de Dios-Amor, puede transformar la familia en un verdadero nido de amor, una casa acogedora de la vida y una escuela de virtudes y de valores cristianos para los hijos. Ante los numerosos
desafíos sociales y económicos, culturales y religiosos
que la sociedad contemporánea debe afrontar en todas las partes
del mundo, vuestra obra, verdaderamente providencial, constituye un
signo de esperanza y un aliento a las familias cristianas para ser "espacio"
privilegiado donde se proclame en la vida de cada día, incluso
en medio de muchas dificultades, la belleza de poner en el centro a
Jesucristo y de seguir fielmente su Evang! elio. Basta pensar en
la incertidumbre de los novios ante opciones definitivas para el futuro,
en la crisis de las parejas, en las separaciones y en los divorcios,
así como en las uniones irregula! res, en la condición
de las viudas, en las familias que se encuentran en dificultades, en
la acogida de los menores abandonados. Deseo de corazón que,
también gracias a vuestro compromiso, se descubran estrategias
pastorales que permitan salir al encuentro de las crecientes necesidades
de la familia contemporánea y de los múltiples desafíos
que debe afrontar, para que pueda cumplir su misión peculiar
en la Iglesia y en la sociedad. Como afirmó
también Juan Pablo II, «la familia recibe la misión
de custodiar, revelar y comunicar el amor, como reflejo vivo y participación
real del amor de Dios por la humanidad y del amor de Cristo Señor
por la Iglesia su esposa» («Familiaris consortio»,
17). Así pues, según el proyecto divino, la familia es
un lugar sagrado y santificador, y la Iglesia, desde siempre cercana
a ella, la sostiene en su misión hoy más aún, puesto
que son numerosas las amenazas que se ciernen sobre ella tanto desde
el interior como desde el exterior. Queridos hermanos y hermanas, la humilde y santa Familia de Nazaret, icono y modelo de toda familia humana, os dará su apoyo celestial. Pero es indispensable que recurráis constantemente a la oración, a la escucha de la palabra de Dios y a una intensa vida sacramental, junto con un esfuerzo continuo por vivir el mandamiento de Cristo del amor y del perdón. El amor no busca su interés, no toma en cuenta el mal recibido, sino que se alegra con la verdad. El amor «todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta» (cf. 1 Co 13, 5-7). Queridos hermanos y hermanas, proseguid vuestro camino y sed testigos de este Amor, que os transformará cada vez más en «corazón» y «levadura» de todo! el Movimiento «Familias Nuevas». Os aseguro mi recuerdo en la oración por cada uno de vosotros, por vuestras actividades y por cuantos encontréis en vuestro apostolado, y con afecto os imparto ahora a todos la bendición apostólica. | ||||||||||||||||||||
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