La Santa Casa de Loreto, lugar de encuentro con Dios
Intervención que pronunció Benedicto XVI el domingo antes de rezar la oración mariana del Ángelus, tras haber celebrado la eucaristía junto a 500 mil chicos y chicas en la explanada de Montorso, cerca de Loreto (sede del santuario mariano nacional italiano), como culminación del Ágora de los jóvenes italianos.
Loreto, domingo, 2 septiembre de 2007.
Jesús de Nazaret
Dicen que ha resucitado
Vittorio Messori

        Al final de esta solemne celebración eucarística, recemos, queridos jóvenes, la oración del Ángelus, en comunión espiritual con todos los que están unidos a nosotros a través de la radio y de la televisión. Loreto, después de Nazaret, es el lugar ideal para rezar meditando en el misterio de la encarnación del Hijo de Dios. Por este motivo, en este momento, invito a acudir todos juntos, con la mente y con el corazón, al santuario de la Santa Casa, entre aquellos muros que según la tradición proceden de Nazaret, el lugar en el que la Virgen dijo «sí» a Dios y concibió en su propio seno al Verbo eterno encarnado.

        Antes de que se separe nuestra asamblea, dejemos por un momento el Ágora, la plaza, y entremos idealmente en la Santa Casa. Se da una relación recíproca entre la plaza y la casa. La plaza es grande, está abierta, es el lugar del encuentro con los demás, del diálogo, de la confrontación; la casa, por el contrario, es el lugar del recogimiento y del silencio interior, donde la Palabra puede ser acogida profundamente. Para llevar a Dios a la plaza hay que interiorizarlo antes en la casa, como María en la Anunciación. Y viceversa, la casa está abierta a la plaza: lo sugiere también el hecho de que la Santa Casa de Loreto tiene tres paredes y no las cuatro: es una Casa abierta, abierta al mundo, a la vida, y también a este Ágora de los jóvenes italianos.

        Queridos amigos: es un gran privilegio para Italia acoger, en este estupendo rincón de Las Marcas, al santuario de la Santa Casa. ¡Debéis sentiros justamente orgullosos, y aprovechadlo! En los momentos más importantes de vuestra vida, venid aquí, al menos con el corazón, para vivir momentos de recogimiento espiritual entre los muros de la Santa Casa. Pedid a la Virgen María que os alcance la luz y la fuerza del Espíritu Santo para responder plena y generosamente a la voz de Dios. Entonces os convertiréis en sus auténticos testigos en la «plaza» de la sociedad, heraldos de un Evangelio que no es abstracto, sino que se encarna en nuestra vida.