1.- Diez
años después de conquistada la ciudad de México,
cuando ya estaban depuestas las flechas, los escudos, cuando por
todas partes había paz en los pueblos,
2.- así
como brotó, ya verdece, ya abre su corola la fe, el conocimiento
de aquel por quien se vive: el verdadero Dios.
3.- En aquella
sazón, el año 1531, a los pocos días del
mes de diciembre, sucedió que había un indito, un
pobre hombre del pueblo,
4.- su nombre
era Juan Diego, según se dice, vecino de Cuauhtitlán,
5.- y en
las cosas de Dios, en todo pertenecía a Tlatilolco.
6.- Era
sábado, muy de madrugada, venía en pos e Dios y
de sus mandatos.
7.- Y al llegar cerca del cerrito llamado Tepeyac ya amanecía.
8.- Oyó
cantar sobre el cerrito, como el canto de muchos pájaros
finos; al cesar sus voces, como que les respondía el cerro,
sobremanera suaves, deleitosos, sus cantos sobrepujaban al del
coyoltototl y de tzinitzcan y al de otros pájaros finos.
9.- Se detuvo
a ver Juan Diego. Se dijo: ¿Por ventura soy digno, soy
merecedor de lo que oigo? ¿Quizá nomás lo
estoy soñando? ¿Quizá solamente lo veo como
entre sueños?
10.- ¿Dónde
estoy? ¿Dónde me veo? ¿Acaso allá
donde dejaron dicho los antiguos maestros antepasados, nuestros
abuelos: en la tierra de las flores, en la tierra del maíz,
de nuestra carne, de nuestro sustento; acaso de la tierra celestial?
11.- Hacia
allá estaba viendo, arriba del cerrillo, del lado de donde
sale el sol, de donde procedía el precioso canto celestial.
12.- Y cuando
cesó de pronto el canto, cuando dejó de oírse,
entonces oyó que lo llamaban, de arriba del cerrillo, le
decían: "JUANITO, JUAN DIEGUITO".
13.- Luego
se atrevió a ir a donde lo llamaban; ninguna turbación
pasaba en su corazón ni ninguna cosa lo alteraba, antes
bien se sentía alegre y contento por todo extremo; fue
a subir al cerrillo para ir a ver de dónde lo llamaban.
14.- Y cuando
iba a llegar a la cumbre del cerrillo, cuando lo vio una Doncella
que allí estaba de pie.
15.- Lo
llamó para fuera cerca de Ella.
16.- Y cuando llegó frente a Ella mucho admiró en
qué manera sobre toda ponderación aventajaba su
perfecta grandeza:
17.- su
vestido relucía como el sol, como que reverberaba,
18.- y la
piedra, el risco en el que estaba de pie, como que lanzaba rayos;
19.- el
resplandor de Ella como preciosas piedras, como ajorca (todo lo
más bello) parecía,
20.- la
tierra como que relumbraba con los resplandores del arco iris
en la niebla.
21.- Y los
mezquites y nopales y las demás hierbecillas que allí
se suelen dar, parecían como esmeraldas. Como turquesa
aparecía su follaje. Y su tronco, sus espinas, sus aguates,
relucían como el oro.
22.- En
su presencia se postró. Escuchó su aliento, su palabra,
que era extremadamente glorificadora, sumamente afable, como de
quien lo atraía y estimaba mucho.
23.- Le
dijo: - "ESCUCHA, HIJO MIO EL MENOR, JUANITO. ¿A DÓNDE
TE DIRIGES?"
24.- Y él
le contestó: - "Mi Señora, Reina, Muchachita
mía allá llegaré, a tu casita de México
Tlatilolco, a seguir las cosas de Dios que nos dan, que nos enseñan
quienes son las imágenes de Nuestro Señor: nuestros
Sacerdotes".
25.- En
seguida, con esto dialoga con él, le descubre su preciosa
voluntad;
26.- le
dice: "SÁBELO, TEN POR CIERTO, HIJO MIO EL MÁS
PEQUEÑO, QUE YO SOY LA PERFECTA SIEMPRE VIRGEN SANTA MARIA,
MADRE DEL VERDADERÍSIMO DIOS POR QUIEN SE VIVE, EL CREADOR
DE LAS PERSONAS, EL DUEÑO DE LA CERCANÍA Y DE LA
INMEDIACIÓN, EL DUEÑO DEL CIELO, EL DUEÑO
DE LA TIERRA. MUCHO QUIERO, MUCHO DESEO QUE AQUÍ ME LEVANTEN
MI CASITA SAGRADA
27.- EN
DONDE LO MOSTRARÉ, LO ENSALZARÉ AL PONERLO DE MANIFIESTO:
28.- LO
DARÉ A LAS GENTES EN TODO MI AMOR PERSONA, EN MI MIRADA
COMPASIVA, EN MI AUXILIO, EN MI SALVACIÓN:
29.- PORQUE
YO EN VERDAD SOY VUESTRA MADRE COMPASIVA,
30.- TUYA Y DE TODOS LOS HOMBRES QUE EN ESTA TIERRA ESTÁIS
EN UNO.
31.- Y DE
LAS DEMÁS VARIADAS ESTIRPES DE HOMBRES, MIS AMADORES, LOS
QUE A MI CLAMEN, LAS QUE ME BUSQUEN, LOS QUE CONFIEN EN MÍ,
32.- PORQUE
ALLÍ LES ESCUCHARÉ SU LLANTO, SU TRISTEZA, PARA
REMEDIAR, PARA CURAR TODAS SUS DIFERENTES PENAS, SUS MISERIAS,
SUS DOLORES.
33.- Y PARA
REALIZAAR LO QUE PRETENDE MI COMPASIVA MIRADA MISERICORDIOSA.
ANDA AL PALACIO DEL OBISPO DE MÉXICO, Y LE DIRÁS
COMO YO TE ENVÍO, PARA QUE LE DESCUBRAS COMO MUCHO DESEO
QUE AQUÍ ME PROVEA DE UNA CASA, ME ERIJA EN EL LLANO MI
TEMPLO; TODO LE CONTARÁS, CUANTO HAS VISTO Y ADMIRADO,
Y LO QUE HAS OIDO.
34.- Y TEN
POR SEGURO QUE MUCHO LO AGRADECERÉ Y LO PAGARÉ,
35.- QUE POR ELLO TE ENRIQUECERÉ, TE GLORIFICARÉ;
36.- Y MUCHO
DE ALLÍ MERECERÁS CON QUE YO RETRIBUYA TU CANSANCIO,
TU SERVICIO CON QUE VAS A SOLICITAR EL ASUNTO AL QUE TE ENVÍO.
37.- YA
HAS OIDO HIJO MIO EL MENOR, MI ALIENTO MI PALABRA; ANDA, HAZ LO
QUE ESTÉ DE TU PARTE".
38.- E inmediatamente
en su presencia se postró; le dijo: - "Señora
mía, Niña, ya voy a realizar tu venerable aliento,
tu venerable palabra; por ahora de Ti me aparto, yo, tu pobre
indito".
39.- Luego
vino a bajar para poner en obra su encomienda: vino a encontrar
la calzada, viene derecho a México.
40.- Cuando
vino a llegar al interior de la ciudad, luego fue derecho al palacio
del Obispo, que muy recientemente había llegado, Gobernante
Sacerdote; su nombre era D. Fray Juan de Zumárraga, Sacerdote
de San Francisco.
41.- Y en
cuanto llegó, luego hace el intento de verlo, les ruega
a sus servidores, a sus ayudantes, que vayan a decírselo;
42.- después
de pasado largo rato vinieron a llamarlo, cuando mandó
el Señor Obispo que entrara.
43.- Y en
cuanto entró, luego ante él se arrodilló,
se postró, luego ya le descubre, le cuenta el precioso
aliento, la preciosa palabra de la Reina del Cielo, su mensaje,
y también le dice todo lo que admiró, lo que vio,
lo que oyó.
44.- Y habiendo
escuchado toda su narración, su mensaje, como que no mucho
lo tuvo por cierto,
45.- le
respondió, le dijo: "Hijo mío otra vez vendrás,
aun con calma te oiré, bien aun desde el principio miraré,
consideraré la razón por la que has venido, tu voluntad,
tu deseo".
46.- Salió;
venía triste porque no se realizó de inmediato su
encargo.
47.- Luego
se volvió, al terminar el día, luego de allá
se vino derecho a la cumbre del cerrillo,
48.- y tuvo
la dicha de encontrar a la Reina del Cielo: allí cabalmente
donde la primera vez se le apareció, lo estaba esperando.
49.- Y en
cuando la vio, ante Ella se postró, se arrojó por
tierra, le dijo:
50.- "Patroncita,
Señora, Reina, Hija mía, la más pequeña,
mi muchachita, ya fui a donde me mandaste a cumplir tu amable
aliento, tu amable palabra; aunque difícilmente entré
adonde es el lugar del Gobernante Sacerdote, lo ví, ante
él expuse tu aliento, tu palabra, como me lo mandaste.
51.- Me
recibió amablemente y lo escuchó perfectamente,
pero, por lo que me respondió, como que no lo entendió,
no lo tiene por cierto.
52.- Me
dijo: "Otra vez vendrás; aun con calma te escucharé,
bien aun desde el principio veré por lo que has venido,
tu deseo, tu voluntad".
53.- Bien
en ello miré, según me respondió, que piensa
que tu casa que quieres que te hagan aquí, tal vez yo nada
más lo invento, o que tal vez no es de tus labios;
54.- mucho
te suplico, Señora mía, Reina Muchachita mía,
que alguno de los nobles, estimados, que sea conocido, respetado,
honrado, le encargues que conduzca, que lleve tu amable aliento,
tu amable palabra para que le crean.
55.- Porque
en verdad yo soy un hombre del campo, soy mecapal, soy parinuela,
soy cola, soy ala; yo mismo necesito ser conducido, llevado a
cuestas, no es lugar de mi andar ni de mi detenerme allá
a donde me envías, Virgencita mía, Hija mía
menor, Señora, Niña;
56.- por favor dispénsame: afligiré con pena tu
rostro, tu corazón; iré a caer en tu enojo, en tu
disgusto, Señora, Dueña mía".
57.- Le
respondió la Perfecta Virgen, digna de honra y veneración:
58.- "ESCHUCHA,
EL MÁS PEQUEÑO DE MIS HIJOS, TEN POR CIERTO QUE
NO SON ESCASOS MIS SERVIDORES, MIS MENSAJEROS, A QUIENES ENCARGUE
QUE LLEVEN MI ALIENTO, MI PALABRA, PARA QUE EFECTÚEN MI
VOLUNTAD;
59.- PERO
ES MUY NECESARIO QUE TÚ PERSONALMENTE, VAYAS, RUEGUES,
QUE POR TU INTERCESIÓN SE REALICE, SE LLEVE A EFECTO MI
QUERER, MI VOLUNTAD.
60.- Y MUCHO
TE RUEGO, HIJO MÍO EL MENOR, Y CON RIGOR TE MANDO, QUE
OTRA VEZ VAYAS MAÑANA A VER AL OBISPO.
61.- Y DE
MI PARTE HAZLE SABER, HASLE OIR MI QUERER, MI VOLUNTAD, PARA QUE
REALICE, HAGA MI TEMPLO QUE LE PIDO.
62.- Y BIEN,
DE NUEVO DILE DE QUE MODO YO, PERSONALMENTE, LA SIEMPRE VIRGEN
SANTA MARIA, YO, QUE SOY LA MADRE DE DIOS, TE MANDO".
63.- Juan
Diego, por su parte, le respondió, le dijo: -"Señora
mía, Reina, Muchachita mía, que no angustie yo con
pena tu rostro, tu corazón; con todo gusto iré a
poner por obra tu aliento, tu palabra; de ninguna manera lo dejaré
de hacer, ni estimo por molesto el camino.
64.- Iré
a poner en obra tu voluntad, pero tal vez seré oído,
y si fuere oído quizás no seré creído.
65.- Mañana
en la tarde, cuando se meta el sol, vendré a devolver a
tu aliento, a tu palabra, lo que me responda el Gobernante Sacerdote.
66.- Ya
me despido de Ti respetuosamente, Hija mía la más
pequeña, Jovencita, Señora. Niña mía,
descansa otro poquito.
67.- Y luego
se fue a su casa a descansar.
68.- Al
día siguiente, Domingo, bien todavía en la nochecilla,
todo aun estaba oscuro, de allá salió, de su casa,
se vino derecho a Tlatilolco, vino a saber lo que pertenece a
Dios y a ser contado en lista; luego para ver al Señor
Obispo.
69.- Y a
eso de las diez fue cuando ya estuvo preparado: se había
oído Misa y se había nombrado lista y se había
dispersado la multitud.
70.- Y Juan
Diego luego fue al palacio del Señor Obispo.
71.- Y en
cuanto llegó hizo toda la lucha por verlo, y con mucho
trabajo otra vez lo vio;
72.- a sus
pies se hincó, lloró, se puso triste al hablarle,
al descubrirle la palabra, el aliento de la Reina del Cielo.
73.- que
ojalá fuera creída la embajada, la voluntad de la
Perfecta Virgen, de hacerle, de erigirle su casita sagrada, en
donde había dicho, en donde la quería.
74.- Y el
Gobernante Obispo muchísimas cosas le preguntó,
le investigó, para poder cerciorarse. Dónde la había
visto, cómo era Ella; todo absolutamente se lo contó
al Señor Obispo.
75.- Y aunque
todo absolutamente se lo declaró, y en cada cosa vio, admiró
que aparecía con toda claridad que Ella era la Perfecta
Virgen, la Amable, Maravillosa Madre de Nuestro Salvador Nuestro
Señor Jesucristo.
76.- Sin
embargo, no luego se realizó.
77.- Dijo
que no sólo por su palabra, su petición se haría,
se realizaría lo que él pedía.
78.- que
era muy necesaria alguna otra señal para poder ser creído
cómo a él lo enviaba la Reina del Cielo en persona.
79.- Tan
pronto como lo oyó Juan Diego, le dijo al Obispo:
80.- "Señor
Gobernante, considera cuál será la señal
que pides, porque luego iré a pedírsela a la Reina
del Cielo que me envió".
81.- Y habiendo
visto el Obispo que ratificaba, que en nada vacilaba ni dudaba,
luego lo despacha.
82.- Y en
cuanto se viene, luego les manda a algunos de los de su casa en
los que tenía absoluta confianza, que lo vinieran siguiendo,
que bien lo observaran a dónde iba, a quién veía,
con quién hablaba.
83.- Y así
se hizo. Y Juan Diego luego se vino derecho. Siguió la
calzada.
84.- Y los
que lo seguían, donde sale la barranca cerca del Tepeyac,
en el puente de madera lo vinieron a perder. Y aunque por todas
partes buscaron, ya por ninguna lo vieron.
85.- Y así
se volvieron. No sólo porque con ello se fastidiaron grandemente,
sino también porque les impidió su intento, los
hizo enojar.
86.- Así
le fueron a contar al Señor Obispo, le metieron en la cabeza
que no le creyera, le dieron cómo nomás le contaba
mentiras, que nada más inventaba lo que venía a
decirle, o que sólo soñaba o imaginaba lo que le
decía, lo que le pedían.
87.- Y bien
así lo determinaron que si otra vez venía, regresaba,
allí lo agarrarían, y fuertemente lo castigaría,
para que ya no volviera a decir mentiras ni a alborotar a la gente.
88.- Entre
tanto, Juan Diego estaba con la Santísima Virgen diciéndole
la respuesta que traía del Señor Obispo;
89.- la
que, oída por la Señora, le dijo:
90.- "BIEN
ESTÁ, HIJITO MÍO, VOLVERÁS AQUÍ MAÑANA
PARA QUE LLEVES AL OBISPO LA SEÑAL QUE TE HA PEDIDO;
91.- CON
ESTO TE CREERÁ Y ACERCA DE ESTO YA NO DUDARÁ, NI
DE TI SOSPECHARÁ;
92.- Y SÁBETE,
HIJITO MÍO, QUE YO TE PAGARÉ TU CUIDADO Y EL TRABAJO
Y CANSANCIO QUE POR MÍ HAS IMPEDIDO;
93.- EA,
VETE AHORA; QUE MAÑANA AQUÍ TE AGUARDO".
94.- Y al
día siguiente, lunes, cuando debía llevar Juan Diego
alguna señal para ser creído, ya no volvió.
95.- Porque
cuando fue a llegar a su casa, a un su tío de nombre Juan
Bernardino, se le había asentado la enfermedad, estaba
muy grave.
96.- Aun
fue a llamarle al médico aun hizo por él, pero ya
no era tiempo, ya estaba muy grave.
97.- Y cuando
anocheció, le rogó su tío que cuando aun
fuere de madrugada, cuando aun estuviere oscuro, saliera hacia
acá, viniere a llamar a Tlatilolco algún Sacerdote
para que fuera a confesarlo, para que fuera a prepararlo,
98.- porque
estaba seguro de que ya era el tiempo, ya el lugar de morir, porque
ya no se levantaría, ya no se curaría.
99.- Y el
martes siendo todavía mucho muy de noche, de allá
vino a salir, de su casa, Juan Diego, a llamar el Sacerdote a
Tlatilolco,
100.- y
cuando ya acertó a llegar al lado del cerrito terminación
de la sierra, al pie, donde sale el camino, de la parte en que
el sol se mete, en donde antes él saliera, dijo:
101.- "Si
me voy derecho por el camino, no vaya a ser que me vea esta Señora
y seguro, como antes me detendrá para que le lleve la señal
al gobernante eclesiástico como me lo mandó;
102.- que
primero nos deje nuestra tribulación; que antes yo llame
de prisa al Sacerdote religioso; mi tío hace más
que aguardarlo".
103.- En
seguida le dio la vuelta al cerro, subió por en medio y
de ahí, atravesando, hacia la parte oriental fue a salir,
para rápido ir a llegar a México, para que no lo
detuviera la Reina del Cielo.
104.- Piensa
que por donde dio la vuelta no lo podrá ver la que perfectamente
a todas partes está mirando.
105.- La
vio cómo vino a bajar de sobre el cerro, y que de allí
lo había estado mirando, de donde antes lo veía.
106.- Le
vino a salir al encuentro a un lado del cerro, le vino a atajar
los pasos; le dijo:
107.- "¿QUÉ
PASA, EL MÁS PEQUEÑO DE MIS HIJOS? ¿A DÓNDE
VAS, A DÓNDE TE DIRIGES?"
108.- Y
él , ¿tal ves un poco se apenó, o quizá
se avergonzó? ¿o tal vez de ello se espantó,
se puso temeroso?
109.- En
su presencia se postró, la saludó, le dijo:
110.- "Mi
Jovencita, Hija mía, la más pequeña, Niña
mía, ojalá que estés contenta; ¿cómo
amaneciste? ¿Acaso sientes bien tu amado cuerpecito, Señora
mía, Niña mía?
111.- Con
pena angustiaré tu rostro, tu corazón: te hago saber,
Muchachita mía, que está muy grave un servidor tuyo,
tío mío.
112.- Una
gran enfermedad se le ha asentado, seguro que pronto va a morir
de ella.
113.- Y
ahora iré de prisa a tu casita de México, a llamar
a algunos de los amados de Nuestro Señor, de nuestros Sacerdotes,
para que vaya a confesarlo y a prepararlo,
114.- porque
en realidad para ello nacimos, los que venimos a esperar el trabajo
de nuestra muerte.
115.- Más,
si voy a llevarlo a efecto, luego aquí otra vez volveré
para ir a llevar tu aliento, tu palabra, Señora, Jovencita
mía.
116.- Te
ruego me perdones, tenme todavía un poco de paciencia,
porque con ello no te engaño, Hija mía la menor,
Niña mía, mañana sin falta vendré
a toda prisa".
117.- En
cuanto oyó las razones de Juan Diego, le respondió
la Piadosa Perfecta Virgen:
118.- "ESCUCHA,
PONLO EN TU CORAZÓN, HIJO MIO EL MENOR, QUE NO ES NADA
LO QUE TE ESPANTÓ, LO QUE TE AFLIGIÓ; QUE NO SE
PERTURBE TU ROSTRO, TU CORAZÓN; NO TEMAS ESTA ENFERMEDAD,
NI COSA PUNZANTE, AFLICTIVA.
119.- ¿NO
ESTOY AQUÍ YO, QUE SOY TU MADRE? ¿NO ESTÁS
BAJO MI SOMBRA Y RESGUARDO? ¿NO SOY YO LA FUENTE DE TU
ALEGRÍA? ¿NO ESTÁS EN EL HUECO DE MI MANTO,
EN EL CRUCE DE MIS BRAZOS? ¿TIENES NECESIDAD DE ALGUNA
OTRA COSA?
120.- QUE
NINGUNA OTRA COSA TE AFLIJA, TE PERTURBE; QUE NO TE APRIETE CON
PENA LA ENFERMEDAD DE TU TÍO, PORQUE DE ELLA NO MORIRÁ
POR AHORA. TEN POR CIERTO QUE YA ESTÁ BUENO".
121.- (Y
luego en aquel mismo momento sanó su tío, como después
se supo).
122.- Y
Juan Diego, cuando oyó la amable palabra, el amable aliento
de la Reina del Cielo, muchísimo con ello se consoló,
bien con ello se apaciguó su corazón.
123.- y
le suplicó que inmediatamente lo mandara a ver al Gobernante
Obispo, a llevarle algo de señal, de comprobación,
para que creyera.
124.- Y
la Reina Celestial luego le mandó que subiera a la cumbre
del cerrillo, en donde antes la veía:
125.- Le
dijo: "SUBE, HIJO MÍO EL MENOR, A LA CUMBRE DEL CERRILLO,
A DONDE ME VISTE Y TE DI ÓRDENES;
126.- ALLÍ
VERÁS QUE HAY VARIADAS FLORES: CÓRTALAS, REÚNELAS,
PONLAS TODAS JUNTAS; LUEGO BAJA AQUÍ; TRAÉLAS AQUÍ,
A MI PRESENCIA.
127.- Y
Juan Diego luego subió al cerrillo,
128.- y cuando llegó a la cumbre, mucho admiró cuantas
había, florecidas, abiertas sus corolas, flores las más
variadas, bellas y hermosas cuando todavía no era su tiempo:
129.- porque
de veras que en aquella sazón arreciaba el hielo;
130.- estaban
difundiendo un olor suavísimo; como perlas preciosas, como
llevas de rocío nocturno.
131.- Luego
comenzó a cortarlas, todas las juntó, las puso en
el hueco de su tilma.
132.- Por
cierto que en la cumbre de el cerrito no era lugar en que se dieran
ningunas flores, sólo abundan los riscos, abrojos, espinas,
nopales, mezquites.
133.- y
si acaso algunas hierbecillas se solían dar, entonces era
el mes de Diciembre, en que todo lo come, lo destruye el hielo.
134.- Y
en seguida vino a bajar, vino a traerle a la Niña Celestial
las diferentes flores que había ido a cortar,
135.- y
cuando las vio, con sus venerables manos las tomó;
136.- luego
otra vez se las vino a poner todas juntas en el hueco de su de
su ayate, le dijo:
137.- MI
HIJITO MENOR, ESTAS DIVERSAS FLORES SON LA PRUEBA, LA SEÑAL
QUE LLEVARÁS AL OBISPO.
138.- DE MI PARTE LE DIRÁS QUE VEA EN ELLAS MI DESEO, Y
QUE POR ELLO REALICE MI QUERER, MI VOLUNTAD.
139.- Y
TU
, TU QUE ERES MI MENSAJERO
, EN TI ABSOLUTAMENTE
SE DEPOSITA LA CONFIANZA;
140.- Y
MUCHO TE MANDO CON RIGOR QUE NADA MÁS A SOLAS, EN LA PRESENCIA
DEL OBISPO EXTIENDAS TU AYATE, Y LE ENSEÑES LO QUE LLEVAS.
141.- Y
LE CONTARÁS TODO PUNTUALMENTE, LE DIRÁS QUE TE MANDÉ
QUE SUBIERAS A LA CUMBRE DEL CERRITO A CORTAR FLORES, Y CADA COSA
QUE VISTE Y ADMIRASTE,
142.- PARA
QUE PUEDAS CONVENCER, AL GOBERNANTE SACERDOTE, PARA QUE LUEGO
PONGA LO QUE ESTÁ DE SU PARTE PARA QUE SE HAGA, SE LEVANTE
MI TEMPLO QUE LE HE PEDIDO".
143.- Y
en cuanto le dio su mandato la Celestial Reina, vino a tomar la
calzada, viene derecho a México, ya viene contento.
144.- Ya
así viene sosegado su corazón, porque vendrá
a salir bien, lo llevará perfectamente.
145.- Mucho
viene cuidando lo que está en el hueco de su vestidura,
no vaya a ser que algo tire;
146.- viene
disfrutando del aroma de las diversas preciosas flores.
147.- Cuando
vino a llegar al palacio del Obispo, lo fueron a encontrar el
portero y los demás servidores del Sacerdote Gobernante.
148.- Y
les suplicó que le dijeran cómo deseaba verlo, pero
ninguno quiso; fingían que no le entendían o tal
vez porque aun estaba muy oscuro,
149.- o
tal vez porque ya lo conocían que nomás los molestaba,
los importunaba,
150.- y
ya les habían contado sus compañeros, los que lo
fueron a perder de vista cuando lo fueron siguiendo.
151.- Durante
muchísimo rato estuvo esperando la razón.
152.- Y
cuando vieron que por muchísimo rato estuvo allí,
de pie, cabizbajo, sin hacer nada, por si era llamado, y como
que algo traía, lo llevaba en el hueco de su tilma; luego
pues, se le acercaron para ver qué traía y desengañarse.
153.- Y
cuando vio Juan Diego que de ningún modo podía ocultarles
lo que llevaba y que por eso lo molestaría, lo empujarían
o tal vez lo aporrearía, un poquito les vino a mostrar
que eran flores.
154.- Y
cuando vieron que todas eran finas, variadas flores y que no era
tiempo entonces de que se dieran, las admiraron muy mucho, lo
frescas que estaban, lo abiertas que tenían sus corolas,
lo bien que olían, lo bien que parecían.
155.- Y
quisieron coger y quitarle unas cuantas;
156.- tres
veces sucedió que se atrevieron a cogerlas, pero de ningún
modo pudieron hacerlo,
157.- porque
cuando hacían el intento ya no podían ver las flores,
sino que a modo de pintadas, o bordadas, o cosidas en la tilma
las veían.
158.- Inmediatamente
fueron a decirle al Gobernante Obispo lo que habían visto;
159.- y
cómo deseaba verlo el indito que otras veces había
venido y que ya hacía muchísimo rato que estaba
allí aguardando el permiso, porque quería verlo.
160.- Y
el Gobernante Obispo, en cuanto lo oyó, dio en la cuenta
de que aquello era la prueba para convencerlo, para poner en obra
lo que solicitaba el hombrecito.
161.- Enseguida
dio orden de que pasara a verlo.
162.- Y
habiendo entrado, en su presencia se postró, como ya antes
lo había hecho.
163.- Y
de nuevo le contó lo que había visto, admirado,
y su mensaje.
164.- Le
dijo: -"Señor mío, Gobernante, ya hice, ya
llevé a cabo según me mandaste;
165.- así
fui a decirle a la Señora mi Ama, la Niña Celestial,
Santa María, la Amada Madre de Dios, que pedías
una prueba para poder creerme, para que le hicieras su casita
sagrada, en donde te la pedía que la levantaras;
166.- y
también le dije que te había dado mi palabra de
venir a traerte alguna señal, alguna prueba de su voluntad,
como me lo encargaste.
167.- Y
escuchó bien tu aliento, tu palabra, y recibió con
agrado tu petición de la señal, de la prueba, para
que se haga, se verifique su amada voluntad.
168.- Y
ahora, cuando era todavía de noche, me mandó para
que otra vez viniera a verte;
169.- y
le pedí la prueba para ser creído, según
había dicho que me la daría, e inmediatamente lo
cumplió.
170.- Y
me mandó a la cumbre del cerrito en donde antes yo la había
visto, para que allí cortara diversas rosas de Castilla.
171.- Y
cuando las fui a cortar, se las fui a llevar allá abajo;
172.- y
con sus santas manos las tomó,
173.- de
nuevo en el hueco de mi ayate las vino a colocar,
174.- para que las viniera a traer, para que a ti personalmente
te las diera.
175.- aunque
bien sabía yo que no es lugar donde se den flores la cumbre
del cerrito, porque sólo hay abundancia de riscos, abrojos,
huizaches, nopales, mezquites, no por ello dudé, no por
ello vacilé.
176.- Cuando
fui a llegar a la cumbre del cerrito miré que ya era el
paraíso.
177.- Allí
estaban ya perfectas todas las diversas flores preciosas, de lo
más fino que hay, llenas de rocío, esplendorosas,
de modo que luego las fui a cortar.
178.- Y
me dijo que de su parte te las diera, y que ya así yo probaría;
que vieras la señal que le pedías para realizar
su amada voluntad.
179.- y
para que aparezca que es verdad mi palabra, mi mensaje.
180.- Aquí
las tienes; hazme el favor de recibirlas".
181.- Y
luego extendió su blanca tilma, en cuyo hueco había
colocado las flores.
182.- Y
así como cayeron al suelo todas las variadas flores preciosas,
183.- luego
allí se convirtió en señal, se apareció
de repente la Amada Imagen de la Perfecta Virgen Santa María,
Madre de Dios, en la forma y figura en que ahora está,
184.- en
donde ahora es conservada en su amada casita, en su sagrada casita
en el Tepeyac, que se llama Guadalupe.
185.- Y
en cuanto la vio el Obispo Gobernante y todos los que allí
estaban, se arrodillaron, mucho la admiraron,
186.- se
pusieron de pie para verla, se entristecieron, se afligieron,
suspenso el corazón, el pensamiento
187.- Y
el Obispo Gobernante con llanto, con tristeza, le rogó,
le pidió perdón por no luego haber realizado su
voluntad, su venerable aliento, su venerable palabra.
188.- Y
cuando se puso de pie, desató del cuello de donde estaba
atada, la vestidura, la tilma de Juan Diego,
189.- en
la que se apareció, en donde se convirtió en señal
la Reina Celestial.
190.- Y
luego la llevó; allá la fue a colocar a su oratorio.
191.- Y
todavía allí pasó un día Juan Diego
en la Casa del Obispo, aun lo detuvo.
192.- Y
al día siguiente le dijo: -"Anda, vamos a que muestres
dónde es la voluntad de la Reina del Cielo que le erijan
su templo".
193.- De inmediato se convidó gente para hacerlo, levantarlo.
194.- Y
Juan Diego, en cuanto mostró en dónde había
mandado la Señora del Cielo que se erigiera su casita sagrada,
luego pidió permiso:
195.- quería
ir a su casa para ir a ver a su tío Juan Bernardino, que
estaba muy grave cuando lo dejó para ir a llamar a un Sacerdote
a Tlatilolco para que lo confesara y lo dispusiera, de quien le
había dicho la Reina del Cielo que ya había sanado.
196.- Pero
no lo dejaron ir solo, sino que lo acompañaron a su casa.
197.- Y
al llegar vieron a su tío que ya estaba sano, absolutamente
nada le dolía.
198.- Y
él, por su parte, mucho admiró la forma en que su
sobrino era acompañado y muy honrado;
199.- le
preguntó a su sobrino por qué así sucedía,
el que mucho le honraran.
200.- Y
él le dijo cómo cuando lo dejó para ir a
llamarle un Sacerdote para que lo confesara, lo dispusiera, allá
en el Tepeyac se le apareció la Señora del Cielo;
201.- y
lo mandó a México a ver al Gobernante Obispo, para
que allí le hiciera una casa en el Tepeyac.
202.- Y
le dijo que no se afligiera, que ya su tío estaba contento,
y con ello mucho se consoló.
203.- Le
dijo su tío que era cierto, que en aquel preciso momento
lo sanó,
204.- y
la vio exactamente en la misma forma en que se le había
aparecido a su sobrino,
205.- y
le dijo cómo a él también lo había
enviando a México a ver al Obispo;
206.- y
que también, cuando fuera a verlo, que todo absolutamente
le descubriera, le platicara lo que había visto
207.- y
la manera maravillosa en que lo había sanado.
208.- Y
que bien así la llamaría, bien así se nombraría:
LA PERFECTA VIRGEN SANTA MARIA DE GUADALUPE, su Amada Imagen.
209.- Y
luego trajeron a Juan Bernardino a la presencia del Gobernante
Obispo, a dar testimonio,
210.- Y
junto con su primo, Juan Diego, los hospedó en su casa
el Obispo unos cuantos días,
211.- en
tanto se levantó la casita sagrada de la Niña Reina
allá en el Tepeyac, donde se hizo ver de Juan Diego.
212.- Y
el Señor Obispo trasladó a la Iglesia Mayor la amada
Imagen de la Amada Niña Celestial.
213.- La
vino a sacar de su palacio, de su oratorio en donde estaba, para
que todos la vieran, la admiraran, su amada Imagen.
214.- Y
absolutamente toda esta ciudad, sin faltar nadie, se estremeció
cuando vino a ver, y admirar su preciosa Imagen.
215.- Venían
a reconocerse carácter divino.
216.- Venían
a presentarle sus plegarias.
217.- Mucho
admiraron en qué milagrosa manera se había aparecido,
218.- puesto
que absolutamente ningún hombre de la tierra pintó
su amada Imagen.