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Antes de concluir esta solemne liturgia con el canto del Regina caeli y con la bendición, quiero saludar una vez más a los cracovianos y a los huéspedes de toda Polonia que han querido participar en esta santa misa. Os encomiendo a todos vosotros a la Madre del Redentor, pidiéndole que os guíe en la fe. Os agradezco vuestra presencia y el testimonio de vuestra fe. De modo particular
me dirijo a la juventud, que ayer expresó su vínculo con
Cristo y con la Iglesia. Ayer me disteis como regalo el libro de las
declaraciones: "No la tomo, estoy libre de la droga". Quiero saludar también a los becarios de la fundación Obra del Nuevo Milenio. Os deseo éxito en el aprendizaje de la ciencia y en la preparación de vuestro futuro. Saludo a todos los representantes de las más altas autoridades de la República polaca. Doy las gracias al Episcopado polaco y a los representantes de los Episcopados de los numerosos países de Europa que han querido participar en mi peregrinación en tierra polaca. Saludo a los profesores y a los alumnos de los ateneos de toda Polonia, representados por numerosos rectores. Doy las gracias a todos los que, de diversos modos, incluso mediante el esfuerzo de organizar los encuentros con los fieles, me han demostrado benevolencia. Que María interceda por vosotros y os obtenga todas las gracias necesarias. | |||||
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