El trato entre adolescentes
José Luis Mota Garay
Estoy enamorad@
La vida sale al encuentro
José Luis Martín Vigil

 

De pandilla a pareja

        Uno de los rasgos más destacados de los adolescentes es su deseo y su necesidad de estar integrados en un grupo. El que no tiene grupo y quiere ser admitido en alguno, estará dispuesto a hacer los mayores sacrificios para ser aceptado. Esto puede deberse a dos de las características propias de la adolescencia: por un lado, un deseo de abrirse a los demás y, por otro, conseguir un puesto en el mundo.

        La pandilla, o la barra como dicen en Sudamérica, es el refugio que da seguridad al adolescente. Todos están dispuestos a someterse a sus exigencias, a cumplir sus reglas, a seguir sus modas... Tan fuerte es lo que demanda el grupo o sus líderes que incluso para algunos aceptar esas exigencias supone soportar una auténtica dictadura; lo que, para caracteres débiles, puede suponer un retraso en el desarrollo de su personalidad.

        En el caso de que el grupo comience a marchar por derroteros antisociales –desprecio a los que no son del grupo, enfrentamientos con otros grupos o con la sociedad en la que se encuentran, actitudes xenófobas…– sólamente serán capaces de independizarse aquellos que hayan desarrollado su personalidad, y se den cuenta de que, si el grupo no les ayuda, lo mejor es abandonarlo.

        Dentro de la pandilla puede surgir, y de hecho surge, una forma de amistad y camaradería entre las chicas y los chicos: se gastan bromas, se habla de las preocupaciones de unas y otros, se hacen planes conjuntos... esa amistad es parecida a la que existe entre hermanos. Pero es natural que se produzcan acercamientos que pueden derivar en la formación de parejas.