Enamorarse
José Luis Mota Garay
Estoy enamorad@
Estoy enamorad@
José Luis Mota Garay

 

 

 

Belleza interior y exterior

        Una mujer y un hombre se empiezan a enamorar cuando se encuentran a gusto juntos y se entienden sobre las cosas de que hablan. Están enamorados cuando parece que uno no puede vivir sin el otro, les gustaría estar siempre juntos y los temas de conversación parece que nunca se acaban.

        El psiquiatra Enrique Rojas trata del enamoramiento en algunos de sus libros. Dice en el cap. IV "Enamorarse" del libro "Remedios para el desamor" : El enamoramiento "es un estado emocional surcado por la alegría y la satisfacción de encontrar a otra persona que es capaz de comprender y compartir tantas cosas como trae consigo la vida". A continuación analiza los síntomas del enamoramiento y los va describiendo.

        Aunque, en un primer momento, lo que deslumbra sea la aureola física, esto sirve más para los hombres. Cuando se dice, "el hombre se enamora con los ojos, la mujer por el oído", se quiere decir que ese deslumbramiento inicial para el hombre es la belleza física, y que a la mujer le gusta escuchar palabras amables y románticas, que le permitan saber que ha gustado.

        María José Suárez, Miss España en 1996, con 21 años y estudiante de Magisterio, a una de las preguntas del periodista que la entrevistaba y que quizá se las quería dar de graciosillo: "Entonces, ¿que se mueran los feos?", contestaba así: "¡Ay, no! Que se arreglen. Yo creo que no hay nadie feo; hay gente mal arreglada y que no está a gusto consigo misma. Para gustarle a los demás tienes que gustarte a ti misma. Si no estás a gusto contigo, lo reflejas en tus relaciones personales y esto acaba perjudicándote más que la falta de belleza física. Yo trato de cultivar las dos bellezas, la exterior y la interior. A la belleza física se le puede sacar partido arreglándote; y a la belleza interior, con buenas costumbres". En esto coincidía con la opinión de una mujer madura, María Fernández de Córdova, que en un reportaje sobre las revistas femeninas decía: "La mujer sabe que tiene que cuidar su look. Triunfa un 'ponte guapa' que queda lejos de la belleza inalcanzable de las venus de las pasarelas. Es la belleza del 'sácate partido'. Se trata de que la mujer se guste a sí misma".

Hay muchos modos

        El dicho de que "no hay mujer fea a los quince años", se cumple siempre que se esfuercen por ir arregladas de acuerdo con sus posibilidades -no sólo económicas sino también de la propia imagen-, cuidando también no estar gordas y, a la vez, no caer en la tentación de imitar la excesiva esbeltez de las modelos, que les puede llevar, sin darse cuenta, a la terrible plaga de la anorexia.

Todas las parejas no se enamoran de la misma manera. Unas veces el amor surge entre dos que se conocen porque estuvieron juntos en la misma clase, y puede remontarse, en algunos casos, a la Educación Infantil; o que coincidieron, cuando eran niños en un veraneo, y se gustaron.

        Parece que lo más romántico es el flechazo, sentir esa atracción mutua nada más conocerse. Sin embargo, no siempre tiene que ser así. El filósofo Julián Marías, le cuenta al entrevistador, José Luis Olaizola, en el libro "Más allá de la muerte" que cuando estudiaba en la Facultad de Filosofía y Letras le parecía que "mis sentimientos amorosos iban hacia una muchacha, dulce, bonita, armoniosa -compañera de curso-; y, sin embargo, advertía que 'Lolita' me importaba más que ninguna otra persona. Durante las ausencias cuando recibía alguna carta suya, me precipitaba sobre ella para devorarla; sus palabras eran lo que más me importaba, lo que me llegaba hasta el fondo". Y posteriormente se da cuenta de que lo que creía que era amistad se había transformado en amor.

Conocerse para ir de acuerdo

        De una manera o de otra, en algún momento de la vida surge el amor entre una chica y un chico: se gustan mutuamente, hablan de muchas cosas, lo pasan bien juntos y digan o no digan que son novios, en el fondo se están preparando para hacer un proyecto de vida juntos, para casarse y formar una familia.

        Para ello es necesario que estén de acuerdo en cosas fundamentales de la vida. Por eso, es importante ese periodo previo al matrimonio, para ponerse de acuerdo sobre muchos temas: cómo se aceptarán mutuamente en sus distintas formas de ser; qué planteamientos tienen una y otro sobre la vida espiritual y cristiana; cómo van a respetar el trabajo del otro fuera del hogar; cómo se van a distribuir las tareas de la casa; cómo van a educar a sus hijos; cómo son las familias de cada uno y cómo se les va a querer y aceptar en sus distintas formas de ser; cómo se van a integrar los amigos de una y de otro en el ambiente de la pareja; cómo cada uno debe continuar con sus aficiones y su formación interior y… bastantes cosas más.

        Todo ello siempre, ¡claro!, buscando la armonía y poniéndolo a las órdenes de esa nueva relación que se va a establecer: "ya no soy yo sólo, ahora somos dos".

Noviazgo y sexualidad Lo hermoso de todo esto es que Dios ha sido el autor y ha querido que sea así. El matrimonio ya lo estableció Dios al principio de la creación del hombre, como se decía antes. Ese amor entre la mujer y el hombre es reflejo del amor de Dios en sí mismo, y del amor que tiene a lo que ha creado. El mismo Dios ha puesto en el ser humano esa atracción que los chicos despiertan en las chicas y que las chicas avivan en los chicos: parece que no quiere que andemos solos por la vida.

        Pero, cuando en la relación de noviazgo se introducen componentes de la sexualidad que producen placer, se produce un ofuscamiento: ya no está en primer plano conocerse y quererse, ahora lo que domina es la pasión; parece que se quiere al otro, pero puede no ser verdad, porque lo que se espera de la pareja no es ella misma, sino que proporcione placer.

        Entonces, las relaciones y el trato son tumultuosos, porque el sexo ha cogido el protagonismo, ni una ni otro tienen paz interior, y en sus encuentros sólo van pensando en lo placentero de esas relaciones. El ofuscamiento hace que no tengan libertad y claridad: no logran conocerse ni llegan a descubrir si se quieren, si se van a aceptar y si desean hacer un proyecto de vida juntos; así es muy difícil que la decisión sea para toda la vida; y por eso, hay muchos matrimonios en los que luego no hay compenetración y acaban separándose a poco de haberse casado.