Cómo se conocieron Marisa y Enrique
José Luis Mota Garay
Estoy enamorad@
Estoy enamorad@
José Luis Mota Garay

 

 

Los árboles en el otoño

        - Entonces, Cristina -le dice Marisa por el móvil- ¿quedamos en el portal para ir juntas?

        - Bueno, ya te dije que, si no te importa, viene mi hermano Diego. Ya sabes que se corta por todo; y me ha dicho que si no viene conmigo, no se atreve a ir.

        - Por mí no hay inconveniente, conmigo tiene confianza, y así le da menos apuro. Lo dicho, dentro de un rato me llamas y bajamos al portal.

        Marisa ha quedado con su grupo de amigas, en uno de esos parques que hay en la ciudad que invitan a pasear y a conversar. Están un poco nerviosas porque los chicos de la pandilla les han dicho que van a invitar a algún nuevo amigo. Algunos llegan por su cuenta, otros vienen juntos porque viven cerca. Poco a poco van llegando hasta completar el número de trece.

        La camaradería se consigue pronto entre unas y otros: enseguida empiezan las bromas. Deciden tomarse unas cervezas en el kiosco del parque que linda con la avenida. Marisa, con la excusa de que no quiere estar de espaldas al parque, se cambia de sitio con Cristina, y, sin intención, se encuentra sentada junto a Enrique. En los besos propios de la presentación, este chico ya le había producido una impresión fuera de lo normal. Ahora, al sentarse a su lado, se encuentra como azorada pensando "a ver si éste se va a creer que voy a por él y que soy una cualquiera". Pero todo se encarrila enseguida. Resulta que Enrique estudia Ingeniero de Montes, sabe mucho de árboles, y como Marisa está dando Ciencias Naturales en su carrera, comentan los nombres de los distintos árboles a los que alcanza la vista.

        Después de un rato sentados, deciden dar un paseo, conversando unos con otros. Es una tarde de un viernes en el mes de noviembre, en el momento del mayor esplendor del otoño. Los árboles que van a peder sus hojas en el invierno tienen su mejor aspecto: las hojas toman coloraciones que van desde el verde hasta el amarillo, pasando por tonos anaranjados y rojos. Los árboles de hoja perenne, como los abetos, los pinos o los cedros, conservan en su conjunto ese tono de verde intenso que le dan sus acículas.

Hay sintonía

        Enrique le va indicando a Marisa el nombre de cada uno de los árboles que van viendo:

        - Mira, éste es un roble. Sus frutos son bellotas, como las que se dan de comer a los cerdos. Pero… te estoy colocando un rollo muy respetable...

        - No, me interesa mucho y además me sirve para la clase de Ciencias y para luego poderlo enseñar a los niños pequeños en lo que ahora se llama "paseos de aprendizaje". Pero de todas maneras, no intentes que aprenda todo a la primera. ¿Por qué no vuelves a lo de antes, los nombres de los distintos árboles? Me he dado cuenta de que cuando me hacías distinguir entre un pino, un abeto o un ciprés, me fijaba en que aunque todos son verdes, son verdes distintos... parece como si, cuando sabes ya el nombre de un árbol, descubres una nueva tonalidad de verde.

        - Oye, tú eres muy lista, porque esta misma idea nos la ha dicho más de una vez el profesor de Botánica. "Un ingeniero de Montes por el color de una masa de árboles tiene que saber desde lejos qué especie es".

        - Hombre, muy amable por eso de que "soy muy lista". Tiene gracia, porque esto es exactamente lo que dicen todas las madres de sus niños pequeños, cuando éstos les dicen algo que parece que han descubierto por sí mismos, sin que se lo haya enseñando nadie antes.

La primer inquietud

        Lo que a Marisa y Enrique les quedó claro en este paseo es que entre ellos había química, se entendían y estaban muy a gusto hablando de distintas cosas.

        Marisa, aquella noche, tardó en dormirse; no porque estuviera repasando los árboles de los que habían estado hablando, sino porque recordaba a Enrique y lo bien que lo había pasado en esa primera charla en la que habían hablado de distintas cosas. "¿Será que Enrique va a ser el chico de mi vida? ¿Es que ha habido flechazo? ¿Le habré gustado? ¿No será que estoy empezando a enamorarme?" Y volvía a resonar en su interior un temazo de Simple Plan: "… I try to sleep; I can't forget you…"

        Marisa, también, se plantea que tiene que hablar con su madre para decirle que nunca le había contado cómo fue el noviazgo de ellos, y preguntarle: ¿Cómo y cuándo conociste a papá? ¿Cómo te enamoraste? ¿Estuvisteis mucho tiempo de novios?