Los amores de Marisa y Carlos
José Luis Mota Garay
Estoy enamorad@
Estoy enamorad@
José Luis Mota Garay

        Marisa tiene 18 años, y ha comenzado la Diplomatura de Educación Infantil, quiere ser Maestra de niños de hasta 5 años. Es la mayor de cinco hermanos, y siempre le gustó ayudar a su madre en la crianza de los pequeños que ahora tienen 7 y 5 años. Está muy ilusionada con los estudios y dice que "ahora no tengo tiempo de pensar en los chicos, tengo que sacar muy buenas notas y mejorar mi inglés; si no luego no hay quien se coloque".

        Siempre se ha llevado muy bien con su hermano Carlos, que tiene 15, y está en 4º de ESO. Han hablado de muchas cosas y tratan los temas con confianza y claridad. Carlos está intrigado porque viene observando que Marisa, los últimos días, está especialmente animada. Por las mañanas, nada más levantarse se lanza a cantar.

        — Oye, tía, pero a ti, ¿qué mosca te ha picado con tanta canción romántica mañanera? Una veces que si "Tenemos el record del mundo en querernos", otras que si "Pienso en aquella tarde"...

        — ¿A que te gusta —le dice Marisa– eso de: "Te voy a escribir la canción más bonita del mundo. / Voy a capturar nuestra historia tan sólo en un segundo..."?

        — Pues mira, me gusta más eso otro de "Daría, todo lo daría, por estar contigo y no sentirme solo...". Y ya sabes tú porqué.

— Te cuento lo de la mosca que me ha picado, porque nunca hemos tenido secretos entre los dos, pero ni se te ocurra irte del pico, y se lo cuentes a los hermanos a las primeras de cambio. ¿Prometes que me guardarás el secreto?

        — Claro, tía, puedes fiarte de mí. Ya sabes que con las cosas que me cuentas tú o me cuentan los amigos soy como una tumba.

        — Oye, eso de tía para arriba y tía para abajo, será lo que se lleva y se dice ahora, pero yo soy tu hermana y me llamo Marisa; de modo que ¡ojito! Pues, lo que te iba diciendo es muy sencillo. El viernes pasado conocí a un chico, del que estoy empezando a sospechar que me he enamorado. Estoy más contenta que nunca, no hago más que pensar en él y, al levantarme, ya tengo pensada una canción que manifieste mis sentimientos de amor o mi alegría de vivir. Quizá lo mío sea más sereno que lo que te pasó a ti, cuando el año pasado me contabas que estabas enamorado de Ester.

        — Bueno, pero tú que me animaste a decirle que "me gustaba" y te conté que ella no puso mala cara. A pesar de todo, me decías que parecía que me había quedado lelo; que estaba bien que me gustase una chica y yo le gustase a ella, pero que tenía que bajar de la nube; que a ver si eso me iba a servir para suspender tres o cuatro en la siguiente evaluación...

        — Mira Carlos, no es que yo quiera ser más que tú, pero esto mío es distinto. Yo también, cuando tenía trece años –y no te dije nada porque todavía eras muy pequeño– creí que estaba enamorada de un chico guapo y muy deportista de mi curso. Con mamá no me atreví a hablar porque estaba muy ocupada con la preparación de sus oposiciones; pero la tutora, a la que le conté el tema, me dijo "que sí, que eso era natural que me pasase a mi edad; que se alegraba mucho; que tenía que tomármelo muy en serio; pero que no nos aislásemos del grupo de amigos, que todavía teníamos que aprender mucho de los demás, y no íbamos a estar solos como dos tortolitos..." y también añadió: "Primer amor, primer dolor".

        — Sí, pero tú bien contenta que estabas cuando bajé de la nube, y te dije que el amor por esa chica me estaba sirviendo para vivir más limpiamente y para estudiar más; ya que quería, por lo menos, sacar las mismas notas que ella. No me atreví a decir que mejores, para que no me acusases de machista. Y sobre la canción, ya me acuerdo que me lo dijiste, pero nunca he terminado de entender si eso sólo servía para mí o para todo el mundo. ¿Es que mucha gente lo pasa tan mal como lo pasé yo, cuando vi que cada día me hacía menos caso y que cada vez se interesaba más por un chico de Bachillerato?

        — La letra la tengo escrita en el diario, pero me la sé de memoria, y dice así:
Primer amor, primer dolor. / Al corazón no hay que dejar / que lo destrocen al pasar. /Estrellas hay que no dan luz / hasta que el sol les da calor; / Igual sucede en el amor. / Primer amor, primer dolor…

        — Pero, qué quiere decir eso de que "lo destrocen al pasar"...

        — Muy sencillo, que si uno va ofreciendo su corazón al primero o a la primera que pasa, pueden aprovecharse de ti y luego dejarte en la estacada, es decir, abandonarte. Y lo de las estrellas y el sol, yo lo interpreto como que el que se enamora es el sol que da calor al otro; y si el otro no responde... pues "primer amor, primer dolor".

        — Entonces, ¿tú lo pasaste tan mal como yo cuando te abandonó tu primer amor?

        — Seguramente, Carlos, peor que tú, porque las mujeres somos más sentimentales y los desaires nos hacen mucho más daño y nos duelen más que a vosotros. Pero ahora estoy mucho más contenta porque esto mío con Enrique –te he dicho que se llama Enrique, ¿no?– es distinto, porque me considero más mayor, sé lo que quiero y veo que puede ir muy en serio.

— Pues tía –¡uy! perdona, Marisa–, qué quieres que te diga, que me alegra mucho verte tan segura y feliz, y que me gustaría conocer a "tu Enrique" a ver si realmente se merece que lo quieras.