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Jesucristo dijo al joven: Si quieres ser perfecto, ve, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, así tendrás un tesoro en el Cielo. Después, ven y sígueme (Mt. 19:21). Así, Lidia Alcántara fue, dejó su trabajo, vendió su piso, repartió sus cosas "entre amigos, familiares y gente necesitada", y, a los 28 años, comenzó su postulantado con las Misioneras Claretianas. La continuación del Evangelio de Mateo cuenta como al oír estas palabras, el joven se retiró entristecido, porque poseía muchos bienes. Por el contrario, el sí de Lidia le ha confirmado cuán feliz soy cuando me entrego a los más necesitados, según cuenta ella misma en un testimonio publicado en el semanario Paraula, de la diócesis de Valencia. Una
experiencia a los 12 años Durante la adolescencia, empezó a fijarse en los chicos aunque, al mismo tiempo, la vida religiosa seguía ejerciendo una gran atracción sobre mí. Su entorno le aconsejaba que se olvidara del tema porque "era una pena que una chica tan alegre y tan normal como yo, se metiera a monja". "Yo no entendía el comentario, porque la idea de vida religiosa que yo tenía no era ni triste ni anormal, asegura. Dejarlo
todo por el trabajo La decisión suponía abandonar todo, mi familia, mis amigos, mi parroquia, mis seguridades. Pero Lidia sentía que la propuesta iba mucho más allá, sentí que Dios quería que abandonara todas mis seguridades. El trabajo que estaba aceptando era una simple excusa; lo verdaderamente importante fue el acto de confianza ciega en el Señor. La joven aceptó el trabajo, se trasladó a Canarias y allí se integró en una comunidad de seglares dentro de una parroquia de Misioneros Claretianos. Conoció el amor humano, realizó experiencias misioneras y se dio cuenta de lo feliz que era entregándose a los pobres. Repasando
sus diarios infantiles Eligió a las Misioneras Claretianas porque su carisma reflejaba todo lo que a Lidia le había inquietado desde pequeña. A lo largo de estos años ha pasado momentos de todo tipo, buenos y malos, pero Dios se ha mantenido firme en su llamada [ ] Para mí, Dios es mi Roca, el que llena de sentido mi vida, es el que me da fortaleza en mi debilidad, el único que está siempre ahí, habitando mis momentos de soledad y garantizando mi felicidad. | |||||
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