|
|
|
 Olga moría en Madrid con 17 años. La muerte llegaba a su vida de la mano de una falsa amiga, la droga. También su madre había muerto, con 35 años, víctima de la misma enfermedad.  Olga nos ha dejado un testimonio que habla por sí solo, escrito cuando intentaba, una vez más, librarse de la esclavitud que la destruía. Su lectura nos permite penetrar un poco en el mundo de quien queda esclavizado, a veces casi de modo inconsciente, por la droga. De quien quiere aire, luz, esperanza, libertad, pero sufre inmensamente bajo unas cadenas que no perdonan, bajo unas toxinas que producen un placer ciego y destructivo. De quien necesita apoyo y comprensión, cercanía y espera, exigencia y amor.  A ti, heroína, querida novia de muchos, alegre compañera de un principio, ya que te sentí mía sola: contigo ni sufría ni lloraba.  Tú, compañera de tanto y tanto tiempo, me has hecho conocer, hasta los puntos más infinitos, lo que es la desesperación. Fingías que me querías, pero pienso que tu amor no ha valido, ya que a ti te di mi cuerpo, mis venas, para que corrieras mis arterias y llegaras hasta mi cerebro; así eras tú la única en conocerme de verdad.  Y tú, ¿qué me diste? Yo te di mis mejores años... Pero ahora ya no me puedes engañar, porque lo sé todo de ti. Sé la cantidad de compañeros que has tenido, sé cómo los has tratado y tratas; pero con la misma naturalidad que te presentaste, me despido yo. ¡Adiós heroína, inspiradora del mal y de la Muerte!
| |||||
Recibir NOVEDADES FLUVIUM |