Aprender a escribir
Jaime Nubiola
Invitación a pensar
Invitación a pensar
Jaime Nubiola

 

El problema por escrito

        Con alguna frecuencia, quienes han estudiado a Peirce o a Wittgenstein quedan sorprendidos por la tesis que ambos comparten de que los seres humanos no poseemos una facultad de introspección, no tenemos una mirada interior que nos otorgue un acceso privilegiado a lo que nos pasa. Aunque a primera vista esto pueda parecer extraño, todos tenemos experiencia de que muy a menudo aprendemos sobre nosotros mismos escuchando a los demás, a lo que ellos dicen de nosotros o incluso de sí mismos. En esta experiencia universal se basa la eficacia del asesoramiento académico. Los seres humanos, cuando tratamos de mirar dentro de nosotros mismos a solas, nos vemos siempre como algo irremediablemente misterioso y opaco, en conflicto cada uno consigo mismo, en tensión permanente ante deseos opuestos y objetivos contradictorios. Una manera de crecer en esa comprensión personal se encuentra en el esfuerzo por expresar por escrito esas contradicciones, experiencias, estados de ánimo y afectos. Por eso, una tarea de singular importancia en la vida intelectual es la articulación narrativa de la propia biografía, tanto de la vida pasada como de la proyección imaginaria en el futuro de las más íntimas aspiraciones vitales. Esta es la manera en que se abre la vía para llegar a ser el autor efectivo de la propia vida.

        Una experiencia prácticamente universal es que ayuda bastante a comprender un problema, sea de la naturaleza que sea, intentar describirlo de forma sumaria por escrito. Por de pronto, describir por escrito el problema en el que uno está metido alivia mucho la tensión interior. Además, muy a menudo, una buena descripción del problema suele sugerir ya las vías de su posible solución. Esto es así en muchas áreas técnicas, pero en especial suele ser de extraordinaria eficacia en el riquísimo y complejo mundo de las relaciones personales. Ante una situación de incomunicación, de incomprensión o de malentendidos en el ámbito profesional, familiar o social, la descripción por escrito de ese problema nos ayuda a comprenderlo mucho mejor, y sobre todo a entender el papel de uno mismo en esa situación. Escribiéndolo ya no es el problema el que nos domina, sino que somos nosotros quienes al plasmarlo sobre el papel, lo delimitamos y lo hacemos manejable. Hay algo, quizás inconsciente, que nos sugiere que si puede ser escrito, puede ser controlado. Y, aunque el problema continúe sin solución, nos parece menos problemático y nos resulta más fácil comenzar a buscar el modo de resolverlo.

Escribir mucho

        Para aprender a escribir lo único indispensable es escribir mucho; con la paciencia infinita de un buey, pero también con su tenacidad y constancia: una palabra detrás de otra, una línea debajo de otra. Para escribir bien lo más importante es escribir despacio y corregir mucho lo escrito. Como la escritura es expresión de la propia interioridad no puede hacerse con prisas, de forma apresurada.

        Para quienes necesitan escribir y no saben qué o no tienen dónde, puede resultar un buen espacio creativo el llevar algo así como un diario. La expresión romana Nulla dies sine linea, empleada en su ex libris por Viollet-le-Duc como invitación a dibujar cada día, puede animar también a quienes aspiren a desarrollar sus hábitos literarios. Resulta de muy escaso interés el registro pormenorizado de los incidentes cotidianos, pero en cambio puede facilitar mucho la creatividad personal el tener una libreta en la que uno vaya anotando sus reflexiones u ocurrencias casuales, una detrás de otra, sin más título que la fecha del día en que las escribe. Un diario así no ha de tener el carácter de un registro íntimo, sino más bien una cierta pretensión literaria. Su redacción ha de estar movida por un esfuerzo creativo y comunicativo que permitiera, si llegara el caso, su lectura por otros. Ya Séneca en el siglo I recomendaba ese estilo de vida: «Considérate feliz cuando puedas vivir a la vista de todos».

Resulta decisivo

        Resulta muy práctico también aprovechar las ocasiones que brinda la vida de relación social para aficionarse a escribir cartas, ahora a través del correo electrónico. A mucha gente le resulta una tarea odiosa escribir cartas, pero a todos encanta recibirlas. Los escritores efectivos o potenciales, que de ordinario van mendigando lectores, tienen en el género epistolar un campo privilegiado de trabajo. Cada carta o mensaje electrónico que se escribe es una estupenda ocasión de disfrutar tratando de producir un texto en el que se articulen, si fuera posible hermosamente, experiencias y razones. Como escribió Salinas, quien «acaba una carta sabe de sí un poco más de lo que sabía antes; sabe lo que quiere comunicar al otro ser». Además de lo que se escriba por gusto, las circunstancias profesionales o sociales obligan con frecuencia a escribir «de encargo», por obligación: desde la biografía breve que se pide en una solicitud hasta el resumen de un proyecto o un trabajo académico. Vale la pena tratar de convertir cada uno de esos encargos en una pequeña obra de arte, al menos en una obra del mejor arte del que cada uno sea capaz dentro del tiempo disponible en cada caso.

        Para quien se dedica profesionalmente a la Universidad escribir es vivir en sentido literal. No sólo porque va a ser evaluado y retribuido por lo que escriba (To publish or to perish!), sino sobre todo porque la escritura es la que confiere hondura a su pensamiento y, a la vez, hace posible su publicidad y comunicación. Como se ha dicho, escribir es la manera de poner en limpio lo que pensamos. Al escribir ponemos a prueba el fuste y claridad de nuestras ideas. A diferencia de otras áreas del saber en las que es posible hacer primero el trabajo experimental y luego simplemente ponerlo por escrito, en las humanidades y en muchos otros campos, el esfuerzo por poner por escrito las ideas es precisamente lo que hace que éstas se desarrollen y lleguen a constituir un trabajo académico, un artículo para una revista profesional o incluso una tesis doctoral.