Cristo desvela el misterio de la vocación del hombre
Juan Manuel Roca
Cómo acertar con mi vida
Cómo acertar con mi vida
Juan Manuel Roca

 

La vocación divina: cómo es

        Es Cristo quien desvela el misterio de la vocación del hombre, por dos motivos fundamentales: en primer lugar, porque la meta de toda vocación es la comunión con Dios que se nos da a conocer en Cristo Jesús; y en segundo lugar, porque en Cristo se da la acogida de la llamada divina en su máxima fidelidad: Cristo se hace una misma cosa con el querer del Padre.

        Todo discípulo tiene que responder a la vocación con una entrega que tiene su modelo en la entrega de Jesús. La plena unión con el Padre se da siempre en Jesús, aunque se exprese de forma distinta en su humanidad en el tiempo. En cambio, en nosotros, se nos desvela poco a poco lo que Dios nos pide; nos vamos haciendo hijos y nos enteramos de lo que significa ser hijos de Dios a lo largo de la vida. El ideal de vida del Evangelio reclama conversión y penitencia: un radical cambio del corazón que abarca toda la vida de la persona.

        Jesús quiere vincular a los discípulos a la misión que le da su Padre. La llamada al seguimiento no es sólo imitación, sino introducción a las condiciones de vida de Jesús. Así, en el origen de toda vocación hay, junto a una elección personal por parte de Dios, una voluntad divina que realizar. San Pablo dice: "Nos llamó con vocación santa, no en virtud de nuestras obras, sino en virtud de su designio" (2 Tm 1, 9).

        Se podrían distinguir varios tipos o grupos distintos de llamadas que hace Jesús: la vocación de los cuatro primeros; la vocación de San Mateo; todas las llamadas que no tuvieron éxito o lo tuvieron pero más tarde se alejaron de Él. En casi todas se da un seguimiento inmediato y una entrega radical y total (Mt 4, 18-22; Mc 1, 16-25; Lc 5, 1-11; Jn 1, 35-51). En el Evangelio queda claro que el seguimiento de Jesús lleva consigo dar la vida (Mc 8, 34-38) y que Jesús no pretende, en ningún momento, movimiento de masas. Los discípulos de Jesús, los que le siguen, se juegan la vida por entero.

Características

        En todas esas llamadas hay algunos rasgos comunes:

        La iniciativa viene siempre de Jesús.

        La autoridad absoluta con que Jesús llama (no deja resquicio para responder con condiciones o limitaciones).

        Es una llamada que presupone la libertad en el seguimiento: Jesús arrastra, atrae, no obliga.

        Implica una misión: es una llamada a estar con Él -más bien a ser con Él: compartir su vida, participar de su destino, tomar la cruz- y a anunciar el Evangelio.