El atractivo del bien
Miguel Aranguren
ALBA, 8 de febrero 2008

 

 

Miedo, pavor ante lo desconocido que introduce asimismo en un mundo de insospechada riqueza

        A muchos padres les preocupan las nuevas tecnologías, sobre todo porque las desconocen. Observan con distancia y temor a sus hijos, capaces de pasarse las horas frente a la pantalla del ordenador, tecleando a velocidad de vértigo el móvil o asesinando cualquier ser animado frente al televisor. Y de conversación nada, claro. Pero les da tanto miedo contrariar a esos niños que han crecido entre algodones que se sienten incapaces de pedirles que apaguen de cuando en cuando la máquina de marras, que dediquen unos minutos a contarles cómo les va. Por otro lado, han escuchado que cualquiera de esos instrumentos son ventiladores de todo tipo de porquería. Leen el periódico con miedo, sobre todo cuando anuncia una nueva redada contra pederastas –suceso recurrente cada quince o veinte días– en los que siempre hay más de un quinceañero entre los detenidos, auténticos monstruos que se dedican a la producción, difusión y uso de imágenes en las que los más pequeños son vejados para solaz de una sociedad de manicomio. Pero siguen sin actuar, asustados de que sus hijos les acusen vaya usted a saber de qué, por más que detrás de sus comportamientos individualistas, de sus amistades poco atractivas, de sus maneras de vestir propias de carceleros de mazmorra medieval, se atisbe que la inocencia se ha pervertido en una cuesta abajo sin retorno.

        ¿Es que no hay nada positivo en las nuevas tecnologías? Por supuesto que sí. Es más: un número incontable de personas, iniciativas, asociaciones, instituciones... convierten las pantallas a las que se asoman nuestros hijos en un foco de sabiduría, belleza y conocimiento. Guillermo Urbizu, por ejemplo, dispone de uno de los mejores blogs culturales de nuestro país. Para él, internet es un campo abierto para el bien y así lo utiliza, mostrándonos la intimidad de sus poemas, el discurso de sus pensamientos, el veredicto a tantos y tantos libros que nos ayudan a pasar una vida más divertida y feliz. Tómense la molestia de teclear su nombre en cualquier buscador, añadiéndole el punto com, y descubrirán la satisfacción de inundar el mal con abundancia de bien.