Monseñor Bruno Forte, sobre la sociedad española:
España: la secularización más
violenta de Europa
Juan Luis Vázquez Díaz- Mayordomo
Cómo la Iglesia construyó la civilización occidental
Thomas E. Woods Jr.

 

 

 

 

Leyendas negras de la Iglesia
Vittorio Messori

 

 

 

Lo que esta mal en el mundo

 

 

 

Lo que Europa debe al Cristianismo
Dalmacio Negro

 

 

 

 

 

 

 

        Monseñor Bruno Forte, obispo de Chieti Vasto, ha estado unos días en España, invitado por la Fundación Fernando Rielo. De sólida formación teológica, colaborador durante años del cardenal Ratzinger en la Comisión Teológica Internacional, ha conocido de cerca a los dos últimos Papas, y tiene palabras muy interesantes sobre la situación actual de la sociedad española.

Usted ha dicho que "en el corazón del gobierno de la Iglesia está la oración". ¿Cómo rezan los Papas que ha conocido?

        Juan Pablo II me llamó para dar los Ejercicios Espirituales de Cuaresma, que fueron los últimos a los que asistió, ya que al año siguiente no pudo. Para mí fue una experiencia extraordinaria. Era un hombre enraizado en Dios, pero al mismo tiempo era profundamente humano. Eso me pareció lo específico de Juan Pablo II, en quien la oración se entiende no como una huida del mundo, sino como una profundización en la vida del mundo.

¿Y Benedicto XVI?

        Trabajé con él en la Comisión Teológica Internacional, y él fue quien me ordenó como obispo. Puedo decir que es un hombre que une una fe muy profunda y un gran espíritu de oración con una extraordinaria cultura y un conocimiento de la tradición patrística medieval y de la cultura moderna. Para él, adorar a Dios no es algo que se haga sólo en el momento de la oración, sino en todos los momentos del día. Quiere ampliar los espacios de la razón para que se abra al Misterio, y no ver nunca a Dios como alguien que hace competencia al hombre, sino como su verdadero aliado.

Como consultor del Consejo Pontificio para la Unidad de los cristianos y del Diálogo con los no creyentes, ¿cree que se están dando mejoras significativas en este sentido durante este pontificado?

        La primera, muy importante, ha sido la reconstitución de la Comisión Internacional Mixta entre la Iglesia católica romana y todas Iglesias ortodoxas. Hemos producido el llamado Documento de Rávena, muy interesante e importante; por primera vez, todas las Iglesias ortodoxas junto a la Iglesia católica reconocimos que, por haber Iglesia, necesitamos tener un protos kefalé, un primero y jefe. En la Iglesia local, es el obispo; y a nivel universal, por primera vez, todas las Iglesias ortodoxas aceptaron reconocer que el primero y jefe es el obispo de Roma, porque la Iglesia de Roma es la primera en el orden de los Patriarcados. Esto es algo muy importante para el diálogo ecuménico. Estamos llenos de esperanza.

En cuanto a la relación con otras religiones, el discurso de Ratisbona ha sido interpretado de manera muy polémica en algunos ámbitos del Islam.

        Muchos han hablado del discurso de Ratisbona sin leerlo. En él, el Papa dice algo muy importante: nos une el uso de la razón en la escucha de Dios que nos habla. Por eso, sin utilizar la razón, no se puede dialogar. Lo necesario es empezar utilizando la razón, y un punto fundamental es reconocer que la violencia no puede ser utilizada por hombres abiertos al misterio de Dios. Éste es el presupuesto necesario para el diálogo, y también para ayudar al Islam a desarrollar su faceta no fundamentalista.

¿Cómo se percibe la situación de la sociedad española desde Italia?

        Se ve como una sociedad que ha vivido el proceso de secularización más rápido y violento de toda Europa. Empezó con retraso en comparación con otros países de Europa, después del franquismo, pero ha sido muy rápido y también muy violento. Pero hay una paradoja: las raíces profundas de este país son raíces religiosas y cristianas, de una religión fuerte, que lucha con Dios. Dijo Unamuno: "Mi religión es luchar con Dios desde el amanecer hasta el ocaso". Pero es una lucha que significa también amor, porque lucha (en griego, agon) tiene la misma raíz que amor gratuito (agape, en griego). Parece que en el alma española hay una necesidad de luchar con Dios, que puede expresarse de dos formas: en modo de rechazo, que es la actual tendencia secularista, pero también de forma mística, de dejarse vencer por Dios y encontrarse con Él. Creo que hay un destino en el alma española, que está escondido en las raíces místicas de su cultura. Por eso, aunque la apariencia sea de una sociedad secularizada, yo creo que su futuro no está en el ateísmo radical, sino en nuevas formas de espiritualidad. El desafío es descubrir métodos y lenguajes que levanten esta espera de Dios en el corazón de los españoles.

¿Y cómo se ve a la Iglesia en España desde su país?

        Es cierto que es una Iglesia que vive un tiempo difícil, de confrontación con una cultura muy secularizada. La gran tentación aquí es la defensa, pero yo creo que lo que está intentando es pasar, de la defensa, a la propuesta de la nueva evangelización. Éste es el camino; no es fácil, pero cuenta con gente de valor, no sólo entre los obispos y los curas, sino que hay una riqueza de carismas, de experiencias espirituales, en las parroquias, en los movimientos, en nuevas familias religiosas y fundaciones... Todo esto es signo de una vitalidad llena de esperanza. El futuro está en las manos de Dios, pero creo que un juicio pesimista no sería fiel a la historia y las raíces de esta gran nación.

 
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