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Ciertamente, en Roma. Un gran día para la Iglesia en el mundo, pero de una manera muy especial para la Iglesia en España y, por supuesto, también para la Iglesia en Madrid.
La Iglesia, cuando venera a sus mártires, lo que quiere ofrecer es testigos y testimonios de caridad heroica, de los que dan la vida por los dem ás, porque la han dado y la dan por Cristo. Yeso siempre es un camino y un surco abierto para que ese amor prenda entre nosotros y la reconciliaci ón sea el signo del presente y el futuro de una sociedad concreta, en este caso de Europa, donde hubo muchos mártires en el siglo XX. Yde España, donde hubo muchísimos mártires, uno de los lugares donde más se vio el martirio en el siglo XX, de toda la Iglesia en todo el mundo. Eso es lo que confiamos obtener como fruto de las beatificaciones, un impuslo espiritual dentro de la Iglesia y para la sociedad, donde la primacía del amor que se da, del testimonio por el amor de Cristo y por la cruz de Cristo, siembre en los espíritus y los corazones de la sociedad española sentimientos de amor fraterno, de perdón mutuo, de concordia, y de paz.
Muchas veces habría que empezar por la experirencia de la propia vida. La necesidad de darse a los demás, la donación de lo que uno es, se presenta muchísimas veces en la vida ordinaria de las personas. Los problemas de la madre, de la familia, del que sirve al enfermo, del que se entrega a los pobres, del que se da a sí mismo en cualquier circunstancia de la vida; de algún modo, eso es martirio, una forma de testimonio martirial que conecta con el de Cristo, el primer Mártir, que abre un camino nuevo del martirio en la Historia. El Hijo de Dios se hace hombre para sufrir en la Cruz y dar la vida en la Cruz por los hombres. Por eso, si no se entiende el misterio del amor, no se entiende el misterio de la Cruz y del martirio cristiano. Pero sí se entiende el misterio de Dios como misterio de amor, y el misterio de la Cruz como el lugar, el momento. El Señor, en el lugar de la Cruz, da la vida siendo Hijo de Dios, pero tambi én siendo Hijo del Hombre, por la salvación del hombre; así también se entiende el martirio. Un mártir es el que, por ese Crucificado, da su vida, y por eso la da por los demás. Yno antepone a Cristo nada, ni siquiera a su propia vida, aunque lo amenacen e insulten, aunque le digan que si reniega de Cristo salvará su propia vida. No antepone nada, ni su propia vida, a Cristo.
Yo creo que muchos madrileños deberían ir. El grupo de los mártires madrileños refleja muy bien las características de todo el grupo de los 498 mártires. Lo refleja como un grupo de mártires donde la juventud prima de una forma llamativa. De los 176 mártires que fueron martirizados en Madrid, 61 tienen una edad que va desde los 17 a los 30 años, jovencísimos. Los demás, también muy jóvenes; entre 30, 40 y 50, la inmensa mayoría. Que esos jóvenes nuestros, de la Iglesia y de Espa ña de aquellos momentos, amasen tanto a Cristo, que no prefiriesen nada anteponiéndolo a Él, que diesen todo por Él, es un acto de amor cuyos frutos seguro que estamos todavía recogiendo. Con las beatificaciones del 28 de octubre, podremos constatar y, de alguna forma, favorecer y promover eso. Por lo tanto, creo que la participación en la peregrinaci ón es una colaboración bellísima a esa gran siembra de amor cristiano que es reconcilicación, perdón y paz verdadera para la España del presente y del futuro.
Efectivamente, ahí tienen unos modelos fantásticos de lo que es ser cristiano, y de cómo se vive y se muere cristianamente. | |||||
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