Cardenal Rouco, arzobispo de Madrid

Sin amor no se entiende el martirio cristiano
En una entrevista para la COPE, realizada el pasado domingo por Javier Alonso, el cardenal arzobispo de Madrid ha hablado sobre el significado del martirio cristiano y la importancia de la beatificación, el próximo 28 de octubre, de 498 mártires españoles durante la persecución religiosa en España en los años 30 del siglo XX.
Jesús de Nazaret

Dentro de muy poquito tiempo, el 28 de octubre, tenemos la beatificación de los 498 mártires.

        Ciertamente, en Roma. Un gran día para la Iglesia en el mundo, pero de una manera muy especial para la Iglesia en España y, por supuesto, también para la Iglesia en Madrid.

Siguiendo la actualidad, la Conferencia Episcopal Española ha organizado un acto académico que se va a celebrar en breve, el pró- ximo viernes, bajo el título El siglo de los mártires y la persecución religiosa en España. Preguntando a bote pronto, don Antonio, ¿la Iglesia pretende reabrir viejas heridas?

        La Iglesia, cuando venera a sus mártires, lo que quiere ofrecer es testigos y testimonios de caridad heroica, de los que dan la vida por los dem ás, porque la han dado y la dan por Cristo. Yeso siempre es un camino y un surco abierto para que ese amor prenda entre nosotros y la reconciliaci ón sea el signo del presente y el futuro de una sociedad concreta, en este caso de Europa, donde hubo muchos mártires en el siglo XX. Yde España, donde hubo muchísimos mártires, uno de los lugares donde más se vio el martirio en el siglo XX, de toda la Iglesia en todo el mundo. Eso es lo que confiamos obtener como fruto de las beatificaciones, un impuslo espiritual dentro de la Iglesia y para la sociedad, donde la primacía del amor que se da, del testimonio por el amor de Cristo y por la cruz de Cristo, siembre en los espíritus y los corazones de la sociedad española sentimientos de amor fraterno, de perdón mutuo, de concordia, y de paz.

Para mucha gente, el tema propio del martirio cristiano les resulta inalcanzable, es una cuestión para otros, o meramente ajena. ¿Cómo comunicar el martirio cristiano?

        Muchas veces habría que empezar por la experirencia de la propia vida. La necesidad de darse a los demás, la donación de lo que uno es, se presenta muchísimas veces en la vida ordinaria de las personas. Los problemas de la madre, de la familia, del que sirve al enfermo, del que se entrega a los pobres, del que se da a sí mismo en cualquier circunstancia de la vida; de algún modo, eso es martirio, una forma de testimonio martirial que conecta con el de Cristo, el primer Mártir, que abre un camino nuevo del martirio en la Historia. El Hijo de Dios se hace hombre para sufrir en la Cruz y dar la vida en la Cruz por los hombres. Por eso, si no se entiende el misterio del amor, no se entiende el misterio de la Cruz y del martirio cristiano. Pero sí se entiende el misterio de Dios como misterio de amor, y el misterio de la Cruz como el lugar, el momento. El Señor, en el lugar de la Cruz, da la vida siendo Hijo de Dios, pero tambi én siendo Hijo del Hombre, por la salvación del hombre; así también se entiende el martirio. Un mártir es el que, por ese Crucificado, da su vida, y por eso la da por los demás. Yno antepone a Cristo nada, ni siquiera a su propia vida, aunque lo amenacen e insulten, aunque le digan que si reniega de Cristo salvará su propia vida. No antepone nada, ni su propia vida, a Cristo.

¿Por qué debería ser trascendental que todos los madrileños que podamos vayamos a Roma en peregrinación, con alguna de las varias posibilidades que tenemos?

        Yo creo que muchos madrileños deberían ir. El grupo de los mártires madrileños refleja muy bien las características de todo el grupo de los 498 mártires. Lo refleja como un grupo de mártires donde la juventud prima de una forma llamativa. De los 176 mártires que fueron martirizados en Madrid, 61 tienen una edad que va desde los 17 a los 30 años, jovencísimos. Los demás, también muy jóvenes; entre 30, 40 y 50, la inmensa mayoría. Que esos jóvenes nuestros, de la Iglesia y de Espa ña de aquellos momentos, amasen tanto a Cristo, que no prefiriesen nada anteponiéndolo a Él, que diesen todo por Él, es un acto de amor cuyos frutos seguro que estamos todavía recogiendo. Con las beatificaciones del 28 de octubre, podremos constatar y, de alguna forma, favorecer y promover eso. Por lo tanto, creo que la participación en la peregrinaci ón es una colaboración bellísima a esa gran siembra de amor cristiano que es reconcilicación, perdón y paz verdadera para la España del presente y del futuro.

Entonces también animamos a muchos jóvenes para que se acerquen a la peregrinación el próximo 28 de octubre.

        Efectivamente, ahí tienen unos modelos fantásticos de lo que es ser cristiano, y de cómo se vive y se muere cristianamente.