Muere Luigi Giussani, fundador de Comunión y Liberación
El sacerdote, que tenía 82 años y llevaba unos días con insuficiencia circulatoria y renal tras una pulmonía, entendía el carisma como "un don espiritual para que el individuo inicie una experiencia de fe útil para la vida de la Iglesia".
Comunión y Liberación

        El fundador del movimiento Comunión y Liberación, Luigi Giussani, falleció en la madrugada del martes, 22 de febrero, a los 82 años a causa de una insuficiencia circulatoria y renal tras una pulmonía. En el momento de su muerte, provocada tras un empeoramiento de su estado en los últimos días, se encontraba en su vivienda de Milán, según informó el colectivo internacional católico. 'Don Giussani', como se le conocía en Italia, es considerado uno de los principales exponentes del catolicismo contemporáneo en Italia y en Europa. Nació en la localidad de Desio, cerca de Milán el 15 de octubre de 1922. A los 10 años ingresó en el seminario y posteriormente realizó sus estudios en la Facultad de Teología de Venegono, donde posteriormente ejercería varios años como profesor.

        Giussani fundó Comunión y Liberación ante el convencimiento de que "el acontecimiento cristiano, vivido en la comunión, es el fundamento de la auténtica liberación del hombre". Con el tiempo, los grupos que pertenecen a este movimiento se dedicaron a obras culturales y caritativas tanto en Italia como en el extranjero, como el Banco Alimenticio, que proporciona comida y alojamiento a medio millón de pobres en Italia, o el Banco Farmacéutico, así como centros de solidaridad para los ex presos, desempleados o familias pobres. En la actualidad Comunión y Liberación está presente en cerca de 70 países en los 5 continentes, y tiene una gran importancia en el mundo político italiano, como demuestra su importante mitin en la ciudad de Rimini (noreste) a finales de verano, y donde se reúnen las principales figuras del mundo político y cultural de Italia.

"Fraternidad"

        Numerosas personalidades ya han mostrado, en las últimas horas, su pesar por la muerte de Giussani, entre ellas el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, que destacó "los sentimientos absolutamente profundos" que movían al sacerdote, así como su "voluntad siempre dirigida a alcanzar el bien". También el ex primer ministro y senador Giulio Andreotti, amigo del fallecido, subrayó la "enorme huella" que dejó Giussani: "Tuvo el mérito de contribuir a rescatar a los católicos en un momento en el que se había desencadenado una auténtica agresividad contra ellos", explicó.

Los inicios de su movimiento

        Su obra El sentido religioso, escrita en 1957 -cuando era profesor de religión en el liceo milanés 'Giovanni Berchet'-, fue tomada como texto teórico de referencia para difundir el Evangelio por los jóvenes estudiantes de un grupo llamado Juventud Estudiantil, el núcleo de lo que sería luego Comunión y Liberación. Fue al regreso de una estancia de seis meses en Estados Unidos cuando, a finales de 1968 y principios de 1969, Don Giussani lanzó el nuevo movimiento católico laico, con el respaldo de la Universidad Católica de Milán. El objetivo del grupo es, según su propia definición fundacional, promover una educación cristiana madurada por sus miembros y colaborar con la misión de la Iglesia en todos los ámbitos de la sociedad.

        En 1977 el Papa Pablo VI recibió por primera vez a una delegación del movimiento católico, pero no fue hasta 1982, ya bajo el actual pontificado de Juan Pablo II, cuando el Consejo Pontificio para los Laicos reconoció la Fraternidad de Comunión y Liberación. Actualmente, la organización está en 75 países de todo el mundo.

Cultura, caridad y misión

        Pertenecer a Comunión y Liberación no requiere ninguna forma de inscripción, sino simplemente la libre participación de las personas. Una catequesis semanal, conocida con el nombre de Escuela de Comunidad, es el instrumento formativo básico para los seguidores del movimiento, que viven el día a día desde el llamamiento a vivir en el presente la experiencia cristiana propia de la tradición sin que el hecho de compartir la fe se centre específicamente en ningún aspecto o práctica particular. La entidad parte de la idea de que, a la persona que encuentra la presencia de Cristo y se une a Él, se le genera un movimiento de conversión y testimonio que tiende a influir en el ambiente en el que vive: la familia, el trabajo, la escuela, el barrio o la sociedad en general. Comunión y Liberación está abierto a todas las edades, profesiones o posiciones sociales, y no tiene fronteras.

        El carisma de este movimiento encuentra su razón de ser en esta reflexión de Luigi Giussani: "Una carisma puede definirse como un don del Espíritu dado a una persona en un determinado contexto histórico, con la finalidad de que este individuo inicie una experiencia de fe que pueda resultar, de alguna manera, útil para la vida de la Iglesia". En el caso de Comunión y Liberación, la esencia de esta carisma se resume en el anuncio de que Dios se ha hecho hombre, desde el entusiasmo y la razón; la afirmación de que este hombre es un acontecimiento presente en un signo de comunión, el Santo Padre; y la convicción de que sólo mediante la presencia de Dios hecho hombre la humanidad puede ser verdaderamente más humana.

        Las tres dimensiones de la experiencia que viven los creyentes vinculados a Comunión y Liberación son la cultura, la caridad y la misión. La actividad cultural, intensa desde la fundación del movimiento, nace por la pasión impulsada por Giussani con el objetivo de verificar la capacidad que tiene la fe cristiana para ofrecer un criterio más fecundo y completo en la lectura de la realidad y los acontecimientos del mundo. "Valore todo y quédese con aquello que es bueno". Esta consigna de San Pablo es, para CL, la mejor definición del trabajo cultural. Los miembros del colectivo siempre se han comprometido, mediante publicaciones, congresos y unos trabajos denominados "fichas de revisión", a intervenir en todo aquello que el ámbito escolar y la actualidad han puesto en su punto de mira.