El arzobispo Celestino Migliore intervino –durante la 59ª Sesión de la Asamblea General de la ONU– ante el I Comité sobre el tema «Desarme general y completo».
El Vaticano a la ONU: A mayor armamento mundial, paradójicamente menor seguridad
Monseñor Migliore alerta de la importancia de alcanzar los objetivos de desarme. Un difundido sentido del miedo está llevando a aumentar la dependencia armamentística, que en vez de garantizar la seguridad, aleja de este objetivo, alertó el jueves un representante de la Santa Sede a la ONU.
NUEVA YORK, viernes, 8 octubre 2004 (ZENIT.org)
Un notable aumento

        Ante los presentes el prelado constató que, signo del «temor a los ataques terroristas», a «nuevas guerras» o a un «fallo en los procesos del Derecho Internacional», es la «subida en el gasto global militar», que el año pasado llegó a 956 mil millones de dólares estadounidenses –representa un incremento del 11% respecto a 2002 y del 18% respecto a 2001–.

        «El gasto militar, que superará el billón de dólares este año, pronto sobrepasará los niveles máximos de la Guerra Fría», pero «una mayor dependencia de las armas –grandes y pequeñas– está llevando al mundo lejos de la seguridad, no hacia ella», alertó el observador permanente de la Santa Sede ante la ONU en su intervención, distribuida este viernes por la Sala de Prensa del Vaticano.

Sectores vitales desatendidos

        Un «claro resultado» de este gasto en «instrumentos de muerte» es que los gobiernos «son mucho menos capaces» de asumir compromisos a largo plazo «en educación, asistencia sanitaria y vivienda», y los «objetivos del Milenio se están quedando atrás», constató monseñor Migliore.

        Según recordó, de hecho, fue la ONU pionera en estudios que «muestran la relación integral entre desarme, desarrollo y seguridad», y es que «la seguridad para todos mejora cuando los pasos para desarme y desarrollo se complementan unos a otros», apuntó.

        «Debemos señalar los beneficios económicos de las medidas de desarme –exhortó–. Las alternativas de desarrollo a la militarización debe ser un trabajo constante de este Comité».

        «Ciertamente –recalcó– no se puede decir que la pobreza conduzca directamente al terrorismo, pero es verdad que los terroristas explotan condiciones de pobreza en formas que producen mayor conflicto y violencia».

Un acuerdo muy frágil

        Además, el hecho de la variedad de armas que emplean los terroristas en sus acciones y su «alcance global significa que estas armas están siendo producidas y vendidas a nivel internacional, en mercados negros así como por Estados que les respaldan», denunció.

        De ahí que también, para el prelado, «los Estados deben buscar formas de reducir la fácil disponibilidad de estas armas», por ejemplo, incrementando los controles de exportación y la vigilancia en los depósitos de armamento.

        Asimismo aumenta en el mundo la preocupación por «la grave amenaza» que representa que los terroristas se hagan con armas de destrucción masiva, «en especial armas nucleares».

        «El frágil estado del “Tratado de No-Proliferación Nuclear” en este momento es muy preocupante, mientras la proliferación de estas armas incrementa enormemente la probabilidad de la adquisición por parte de los terroristas», alertó el representante vaticano.

        Eje de la crisis del Tratado está en la «interacción de responsabilidades» entre Estados con armas nucleares o sin ellas: unos «tienen el deber de no entrar en la proliferación de armas nucleares», otros el de «entrar en negociaciones orientadas a la eliminación de sus armas nucleares». Éste era el acuerdo original en el Tratado: «no proliferación a cambio de desarme nuclear», recalcó monseñor Migliore.

        Pero desde su firma en 1968 se ha producido un «forcejeo entre ricos y pobres “nucleares”», y no se ha llegado a un «mundo libre de armas nucleares»; al contrario, «se han hecho intentos de modernizar las armas nucleares y de darles una capacidad bélica» llevando a una situación «cada vez más insostenible e inaceptable», denunció.

El Tratado que sea eficaz

        «El progreso sólo se realizará cuando las elecciones estratégicas hacia el desarme nuclear, la no-proliferación y la reconsideración de las políticas nucleares sean asumidas por todas las partes», insistió el prelado.

        Por ello, expresó el deseo de que «la gravedad de la presente crisis lleve a los Estados a actuar para garantizar que el Tratado surja de la Conferencia de Revisión del próximo año en una condición más fuerte que la actual».

        Junto a la preocupación por la proliferación de las armas de destrucción masiva y su adquisición por parte de los terroristas, monseñor Migliore aludió al problema «extremadamente preocupante» de la difusión de las «armas convencionales, especialmente en conflictos y situaciones de post-conflicto en África».

        «La ONU y sus Estados miembros deben respaldar todo desarme, desmovilización y esfuerzos de reintegración en África y allí donde haya necesidad de tales acciones», pidió.

        Concluyó expresando su deseo de que la «I Conferencia de Revisión de la Convención de Minas Anti-persona» –que acogerá Nairobi en dos meses– sirva para «renovar nuestros esfuerzos por promover la universalización y la implementación de la Convención a fin de llevar a cabo, en un futuro no lejano, el sueño de un mundo libre» de tales artefactos.