Habla el director del Centro de Estudios sobre Nuevas Religiones

Massimo Introvigne: Introvigne: La religión inspira los ataques suicidas de Hamas

Máximo Introvigne, director del Centro de Estudios sobre Nuevas Religiones (CESNUR) con sede en Turín, desgrana en esta entrevista la trama del movimiento fundamentalista Hamas, rama palestina de los Hermanos Musulmanes.
Hamas ha puesto de nuevo en jaque el proceso de paz en Oriente Medio con el último sangriento atentado del martes pasado contra un autobús en Jerusalén en el que murieron 20 personas, seis de ellas niños, uno de los atentados más cruentos de Tierra Santa en los últimos tres años.
Introvigne advierte que no se puede obviar el factor religioso a la hora de analizar Hamas, y dice que «la cuestión Palestina, para Hamas, no es una de tantas al lado de Chechenia, Kachemira u otras: es la madre de todas las cuestiones, y no sólo por razones políticas sino también teológicas».

TURÍN, 24 agosto 2003 (ZENIT.org)

 

        Introvigne es autor de numerosos libros, el último de los cuales –aparecido en italiano– está dedicado precisamente a Hamas «Hamas. Fundamentalismo islámico y terrorismo suicida en Palestina» («Hamas- Fondamentalismo islamico e terrorismo suicida in Palestina»), editado por Elledici.

—¿Qué es exactamente el movimiento Hamas?

        —Hamas es parte de una gran galaxia internacional, el fundamentalismo islámico, que tiene influencia sobre millones de personas. Hamas es una rama palestina del movimiento fundamentalismo islámico, los Hermanos Musulmanes, fundado en Egipto el 1928 por Hassan al-Banna. En 1954, el presidente egipcio Nasser los declaró ilegales y los persiguió, hecho que determinó una fuerte división interna.

        Por un lado tenemos una corriente radical que se mantiene fiel a la fórmula leninista del golpe de Estado.

        Por otro lado, hay una corriente neo-tradicionalista, que intenta perseguir una islamización de la base. Es una especie de visión gramsciana (de Antonio Gramsci), que quiere conseguir el poder pero antes conquistar la sociedad, organizando el sindicato musulmán, las escuelas musulmanas, los periódicos musulmanes…

        En 1957, la dirección de los Hermanos Musulmanes en Palestina se adecuó a la posición neo-tradicionalista, cesó toda actividad militar, dejó de organizar atentados y se dedicó a redoblar el número de las mezquitas presentes en la franja de Gaza y en Cisjordania. Construyó una red capilar de instituciones fundamentalistas pueblo por pueblo y barrio por barrio. Entre 1957 y 1987 se dió en Palestina una actividad armada y terrorista ligada a los nacionalistas laicos de Fatah y a otros componentes de la OLP (Organización para la Liberación de Palestina).

        Pero en 1987 estalló la Intifada, en un momento de debilidad de la OLP. Entonces, los Hermanos Musulmanes declararon que la operación neotradicionalista había tenido éxito y que ya se podía pasar a una fase radical de lucha armada. La red islámica es fuerte en toda Palestina. Allí fundaron Hamas, una palabra que significa «fervor» y que al mismo tiempo es acrónimo de «Movimiento de Resistencia Islámico».

—¿Es una osadía definir Hamas como un movimiento religioso?

        —No, de hecho podemos definirlo así. A menudo, en Occidente se comete el error de considerar los fenómenos religiosos como superestructuras. Es una herencia del análisis marxista. Está claro que en todos los fenómenos complejos las causas son múltiples y se entrelazan motivos económicos, políticos y religiosos. Pero en el caso de Hamas la religión es un elemento determinante.

        Si leemos su estatuto, vemos como esta organización tiene como objetivo transformar Palestina en un estado islámico, es decir, regido por la «sharia» (ley islámica), en la perspectiva de una reunificación de todo el mundo musulmán en el Califato. Pero con una especificidad, anunciada en el artículo 14: la liberación de Palestina es una obligación para todo musulmán, viva en el país que viva.

        La cuestión Palestina, para Hamas, no es una de tantas al lado de Chechenia, Kachemira u otras: es la madre de todas las cuestiones, y no solo por razones políticas sino también teológicas.

—¿Sería utópico pensar que Hamas pueda desaparecer totalmente de los territorios palestinos?

        —Sí. La realidad es que entre miembros y simpatizantes cuenta con decenas de miles de personas. La solución del problema de Hamas no puede ser sólo militar.

—¿Hamas utiliza la religión para justificar el terrorismo?

        —En la visión del mundo del fundamentalismo islámico, no hay diferencia entre política y religión. Es más, afirmar que son diferentes se considera un prejuicio típicamente occidental que los fundamentalistas consideran extraño a la tradición islámica.

        Hamas dedica mucha atención a superar las objeciones, según las cuales, el suicidio iría en contra del Islam y, por lo tanto, los atentados suicidas no serían lícitos para un musulmán. Hamas responde que no se trata de suicidio sino de martirio, y encuentra figuras similares en la galaxia fundamentalista que le dan la razón.

        Puede ser desagradable decir que el terrorista suicida de Hamas está movido por la religión. Pero es así. Es un error considerarles sólo manipulados o personas que esconden motivos económicos.

        Un análisis del perfil socioeconómico de los que han hecho una opción por el martirio nos dice que su nivel, sea del poder adquisitivo o de educación, es superior a la media de los palestinos. Es más, un par de terroristas formaban parte de la más alta burguesía.

        Es la ideología, o más bien la religión, que los impulsa. No es solo la desesperación.

—¿En Hamas hay mujeres kamikaze?

        —La verdad es que hasta ahora, en los atentados de Hamas, no han participado mujeres. El movimiento no excluye la posibilidad teórica de que esto ocurra. En Palestina se han suicidado mujeres, pero formaban parte de las Brigadas de los Mártires al-Aqsa, una formación laica y nacionalista.

        Hamas manifiesta que su teología no impide el martirio a las mujeres, y de hecho exalta las mujeres de los movimientos fundamentalistas chechenios que han cumplido atentados suicidas. Ofrece más bien dificultades de carácter práctico, por ejemplo, según Hamas, las mujeres que fueran a Israel tendrían que ir cubiertas por el velo, y esto haría que la policía las identificara fácilmente.

        Hamas afirma que hay muchos más jóvenes palestinos de sexo masculino que solicitan convertirse en mártires de los que puede asumir. Así pues, el problema de las mujeres no se plantea por el momento.

—¿Hamas podría abandonar las armas y negociar a nivel político?

        —Si nos limitáramos a leer el estatuto de Hamas –un documento que afirma la lucha perenne hasta que los israelíes serán expulsados al mar– la respuesta sería negativa.

        Hamas ha sabido conjugar siempre la poesía de la retórica y la prosa de la realidad.

        Hamas no es un monolito y en su interior existen corrientes más pragmáticas, sobretodo una parte de los líderes internos de Cisjordania, que en esto se diferencia de Qatar.

        Imaginar un proceso de paz que considere como único interlocutor Fatah o en general los componentes «laicos» del mundo palestino y que excluya completamente a los partidos religiosos no es razonable.

        Uno de los grandes retos es el de encontrar en su interior interlocutores dispuestos a hablar de paz, o al menos de tregua y de renuncia al terrorismo.

        Occidente a veces es víctima de una especie de «síndrome de Voltaire», según el cual, el mejor interlocutor del mundo árabe es el más laico y menos religioso. Pero los interlocutores sin raíces religiosas en los países de mayoría islámica a menudo tienen escaso seguimiento popular.