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Dios
tiene sus tiempos para encontrarse con las personas y utiliza los instrumentos
más inimaginables para realizar su obra. Es lo que ocurrió
con Hung Phuoc Lam, un dominico vietnamita, cuya vocación fue
utilizada por Dios para transformar el corazón de su padre, un
perseguidor de la Iglesia.
Este fraile de la Orden de Predicadores cuenta en su experiencia que nació en una familia pagano-católica puesto que su padre veneraba a sus ancestros y su tía era monja budista mientras que su madre era católica. Aun así, él fue bautizado católico. Su
padre les prohibía ir a la Iglesia La fe en Dios durante tantos años de su madre alimentó también a Hung y como él mismo recuerda, con Dios todo es posible. Sólo puedo decir que esta situación era muy triste. Yo seguí confiando en Dios. Rezaba. Le rogaba que cambiara el corazón de mi padre costara lo que costara. No excluí mi propia llamada. Que
Dios cambiara el corazón de mi padre Su padre estaba furioso y le decía: ¡te prohíbo ser católico y ahora quieres ser sacerdote! ¿No te das cuenta de cómo son los sacerdotes y las monjas?. De hecho, tomó una actitud indiferente hacía su hijo y casi le abandonó. A pesar de ello, yo seguí adelante, en silencio, confiando en Dios. Y todos los días recé por él con mi madre. Dios
cambió a mi padre ¿Qué ocurrió para que se diera este cambio de actitud? La clave estuvo en la profesión de sus primeros votos. Ahí fue cuando aceptó la vocación de su hijo. Luego hice mis votos finales en la Orden de Predicadores y participó en la celebración y gradualmente fue desapareciendo su prejuicio contra la Iglesia. He
sido derrotado por Dios Dios aún no había acabado su trabajo y en la ordenación el padre fue consciente de la realidad: he sido derrotado por Dios; no le puedo arrebatar a mi hijo. Mi hijo es sacerdote. Está decidido; es un hecho. Bauticé
a mi padre Afirma este fraile dominico que Dios derrotó a mi padre y el Señor hizo cosas grandes por mi familia. Tiene clarísimo que esto fue obra de Dios y que todo es para su gloria. Me dio mucho más de lo que yo le pedí en 20 años de oración silenciosa y perseverante. Él, con su poder, hace milagros en cosas normales. La
intercesión de la sangre de los mártires Obispos, frailes y laicos derramaron su sangre en Vietnam por amor a Dios y a las almas. Sangre que nunca será balde y que bendice la tierra en la que se esparce. En 1988 Juan Pablo II proclamó santos en la Plaza de San Pedro a un total de 117 mártires vietnamitas de los siglos XVIII y XIX, y cuya memoria se celebra el 24 de noviembre. Muchos de ellos eran dominicos. Seis obispos de la Orden, entre ellos San Valentín de Berriochoa y San José María Díaz Sanjurjo, 15 frailes dominicos, 2 sacerdotes terciarios dominicos así como decenas de laicos y catequistas de la Orden de Predicadores, fueron asesinados por su fe. Del total, setenta y cinco fueron decapitados. El resto fueron estrangulados, quemados vivos, descuartizados o torturados en prisión. Todos ellos se negaron a abjurar de su fe y pisotear la Cruz de Cristo. Ahora su sangre sigue dando frutos en el país por el que entregaron su vida. | |||||
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