«Mi curación no fue algo normal»

«Mi curación no fue algo normal, yo no conozco a nadie que se haya curado así», declaró ayer el doctor Manuel Nevado Rey, de 69 años, sobre el cual se operó hace nueve años el milagro que ha permitido la canonización del fundador del Opus Dei, Josemaría Escrivá de Balaguer. Este facultativo sufría una radiodermitis crónica, una enfermedad incurable.


MADRID.Efe. Sociedad. ABC, 21.XII.2001
Una enfermedad crónica e incurable y una gestión administrativa El doctor Nevado, radiólogo, nació en Herrera de Alcántara (Badajoz). Tras licenciarse en Medicina trabajó primero en el hospital «Marqués de Valdecilla» de Santander –donde se especializó en cirugía general y traumatología– y luego en diversos centros sanitarios, públicos y privados, de Badajoz y su provincia. Debido a los sistemas utilizados hace 40 años por los radiólogos, que carecían de suficiente protección, Manuel Nevado sufrió en 1962 los primeros síntomas de una radiodermitis crónica, enfermedad incurable que empeoró con el paso del tiempo y que terminó por impedirle operar.

«Yo tenía –señala el doctor Nevado– otros dos colegas que habían desarrollado la misma enfermedad y los dos murieron, uno de ellos después de que cada año le amputaran un dedo, porque llega un momento en que la única solución es amputar la mano afectada por las radiaciones, o incluso el brazo». En noviembre de 1992, Manuel Nevado acudió con un amigo veterinario al Ministerio de Agricultura, en Madrid, para resolver un asunto relacionado con una propiedad agrícola. «El funcionario a quien buscábamos no estaba, pero nos atendió otro, que nos invitó a pasar a su despacho y me preguntó qué me pasaba, cuando vio las llagas que tenía en la mano izquierda. Yo le respondí que eran gajes del oficio».
Acepta una estampa para la devoción el beato Josemaría UNA ESTAMPITA DEL BEATO
El funcionario, un ingeniero agrónomo llamado Luis Eugenio Bernardo Carrascal, le entregó entonces una estampa del fundador del Opus Dei, Josemaría Escrivá de Balaguer, que había sido beatificado siete meses antes y que contenía una oración. «Luis Eugenio –continúa el doctor Nevado– me dijo: «Aunque usted no crea». Yo le contesté que sí que creía y a la salida le comenté a mi amigo: Esto es fantástico, uno viene a resolver unos asuntos y sale con temas de Iglesia». El doctor Nevado no tenía relación alguna con el Opus Dei, aunque había oído hablar de la institución y había tenido alguna relación cuando cursaba el primer año de Medicina. «Yo me considero profundamente creyente, pero la verdad es que nunca he sido muy de Iglesia. Soy un cristiano que suele ir a misa los domingos y no mucho más», agrega el doctor.
La curación y comenzó quince días después hasta la completa normalidad Pocos días después de su visita a Madrid, Manuel Nevado viajó con su mujer a Viena, para asistir a una reunión médica. «Visitamos algunas iglesias y me llamó la atención ver en todas ellas alguna referencia o imagen del Beato Josemaría. Ya había empezado a rezarle y aquello me reforzó aún más. No siempre rezaba la oración, a veces otras cosas, pero tenía miedo y uno se agarra a lo que sea. A los quince días la mano empezó a curarse, al poco tiempo la enfermedad había desaparecido y entonces empezó todo el mundo a peregrinar, para comprobar lo que me había pasado. Pude volver a operar sin problema alguno y todavía lo sigo haciendo». Manuel Nevado asegura que no creía en milagros. «Doctores tiene la Iglesia; yo lo que puedo decir es que esto no es normal».