¿Qué imagen para representar la familia?
Fernando Pascual, L.C.
¿Quién educa a mi hijo?
Victoria Cardona

        El padre abad no estaba contento, y lo notó en seguida uno de los parroquianos. Al final de la misa, pudieron hablar un momento a las puertas de la iglesia.

        —¿Qué le pasa, padre?

        —Te parecerá una tontería, pero me dejó desconcertado el cartel de anuncio de la fiesta de las familias organizada por el ayuntamiento.

        —¿Qué tiene de malo? Me gustó el programa, y el “logo” lo prepararon con gusto.

        —Es precisamente el “logo” el que me dejó inquieto.

        —¿Por qué?

        —¿Te has fijado que representa la silueta de un padre, de una madre, de un hijo y de una hija?

        —Bueno, es una buena imagen para representar a las familias. Además, es el tipo de logo que se usan en muchos otros lugares.

        —Pues ese es el punto: nos estamos acostumbrando a ver como normal que una familia esté compuesta por cuatro personas, y que además los hijos siempre sean la famosa “parejita”: niño y niña.

        —¿Y hay algo de malo en eso?

        —Malo no lo es, ciertamente. Lo malo sería que creyésemos que el ideal de familia consista precisamente en tener dos hijos.

        —Como están los tiempos, es casi utópico pensar en tener más hijos.

        —¿Te das cuenta de lo que has dicho? El cartel del ayuntamiento recoge la mentalidad dominante, que en el fondo es el resultado de una sociedad injusta.

        —¿Cuál es la injusticia?

        —La injusticia consiste en que vivimos en un mundo tan absurdo que tener una casa, es decir, lo más básico, es un sueño que implica un costo muy elevado. Tan elevado que no sólo muchos se resignan a tener sólo dos hijos, sino que también muchos otros apenas se deciden a tener un único hijo.

        —Empiezo a entender su enfado. Pero es que no podemos cambiar el mundo en el que vivimos.

        —¿Es de cristianos resignarse a la injusticia? ¿No podemos hacer algo para romper este mundo absurdo donde el tener hijos parece un lujo para pocos?

        —Bueno, ya hay algunos que rompen con la mentalidad dominante y acogen tres, cuatro o más hijos. La gente los mira con extrañeza, incluso con hostilidad, pero son un testimonio de algo hermoso: la llegada de cada hijo es siempre una bendición de Dios.

        —Entonces, ¿por qué no empezamos a organizar carteles para las actividades familiares donde aparezcan más de dos hijos?

        —Por algo hay que empezar. Es poco, ciertamente, pero podríamos, al menos en la parroquia, usar logos de familias más “normales”, es decir, más generosas y abiertas al gran don de la vida.

        Mientras hablaban, salieron de la iglesia un grupo de cinco niños acompañados por sus padres. Ver su alegría llenó de esperanza al padre abad y a su amigo. Porque, como recordaba el Papa Benedicto XVI, “en el contexto social de hoy día, los núcleos familiares con muchos hijos constituyen un testimonio de fe, valor y optimismo, porque sin hijos no hay futuro” (15 de febrero de 2012).