Por una Ley de Familia a medida de la persona

La Asociación Charles Péguy reflexiona sobre las Leyes de Familia... ¡que no definen qué es una familia!.

Asociación Charles Péguy -25/04/2003www.charlespeguy.cjb.net
Barcelona, marzo de 2003
E-cristians.net

Lo que es natural         El ser humano nace (como no puede ser de otro modo) de un padre y de una madre y se desarrolla humanamente como hombre o como mujer en la medida que crece en una relación familiar (paternidad, maternidad, filiación), condición necesaria para un crecimiento armonioso de la persona.

        Esta misma unión es la forma más normal de realización de la persona, en el AMOR mutuo (y en el don de si mismo) capaz de fidelidad y fecundo. La persona que ha experimentado en el ámbito familiar esta relación de donación mutua y de gratuidad, cuando llega a adulto se abre RESPONSABLEMENTE a la sociedad de una forma natural.

No es familia

        No es justo ni razonable equiparar jurídicamente esta realidad con otras formas de unión, que pueden merecer legislaciones especificas, pero que nunca se pueden confundir con la familia basada en el matrimonio. El punto extremo de esta mentalidad sería privar los niños del derecho a tener un padre y una madre sexualmente diferenciados, que les ayuden a encontrar su identidad.

        La familia surgida del matrimonio –es decir, un vínculo público y responsablemente asumido frente a la sociedad– entre un hombre y una mujer es el elemento natural y fundamental de nuestra sociedad y tiene el derecho a la más amplia protección por parte de ésta y del Estado, especialmente para facilitar su constitución y para sostenerla en el cuidado y educación de los hijos.

Por qué el Estado defiende la familia

        La familia, por desarrollar funciones que interesan enormemente a la sociedad, y que la consagran como el organismo social básico, vertebrador de ésta y antecedente del Estado, es sujeto en si misma de deberes y derechos, al margen de los que corresponde exigir o atribuir a cada uno de los individuos que la componen. El Estado se constituye en garante de sus derechos.

        Una adecuada política familiar (no contagiada por el relativismo y el individualismo imperantes que debilitan hoy a la familia) no puede conformarse con favorecer los nacimientos a cualquier precio, si no que debería reconocer: Los beneficios de estabilidad y compromiso que ofrece una unión públicamente afirmada, respecto a otra con efectos únicamente en el ámbito privado.         El estrecho vínculo existente entre familia y vida, por medio de políticas de planificación familiar que afirmen la persona, el derecho a la vida y el derecho a una familia. La capacidad educativa de los padres como primeros responsables de la educación que desean para sus hijos, respetando su libertad y sin substituirlos si cumplen con su función. Y, por último (no conformándose con allanar el camino para las rupturas matrimoniales), tratar de remover las causas laborales, sociales, económicas, culturales, etc. que contribuyen decisivamente a llevar a los matrimonios a la ruptura.

Apoyando a la familia         Las familias han de ser capaces de resolver los problemas que les aquejan y el papel del Estado es facilitarles los medios necesarios para hacerlo, no sustituirlas (subsidiariedad). Éste, en sus múltiples ámbitos de competencia, ha de apoyar a las familias concretas, mediante la promoción de las redes de solidaridad ya existentes y de sus estructuras asociativas. De ahí la necesidad de fomentar el asociacionismo familiar, como sujeto político de interlocución para las políticas de familia y como su más capaz vía de aplicación. El papel de la ley de familia será conectar la actividad del Estado con la creada y gestionada por el sujeto privado con función social.

        La familia, ha de ser objeto de políticas integradas que la fomenten y la apoyen en cuanto tal, cuidando las distintas estructuras sociales, cambiando y mejorando determinadas políticas fiscales, de vivienda, sanitarias, sociales, educativas, etc. En definitiva, se trata de hacer una política familiar global, pues nos encontramos ante un fenómeno social global, en el que convergen todas las dinámicas sociales.