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- Sí. Es el primer y principal negocio de la vida. Pero, como siempre, se nos puede olvidar.
- En todas. Cualquier problema que pueda tener usted en la suya lo puedo sufrir yo.
- Y, además, muy contento. Ni mi mujer ni yo tenemos la sensación de haber hecho una gran heroicidad. ¿Que hemos tenido que trabajar? Sí. Soy hijo único y mi padres también echaron el resto conmigo.
- Yo conocí a mi mujer cuando estudiaba cuarto de Medicina. Dejó la carrera por mí a los 15 días de hacernos novios. ¡Nunca le dije nada! Nos repartimos los papeles. Ella se quedó de directora general; yo, de comercial. Llevaba la administración, los recursos humanos, la logística... Yo traía los pedidos a casa.
- Dicen que es muy majo. Ja, ja. No puedo garantizar que lo crean.
- La familia está formada por individuos irrepetibles.
- A los que hay que querer como son, no cómo nos gustaría que fueran. Los padres desearíamos que nuestros hijos fuesen los más guapos y listos del barrio.
- Pues no. Es guapo porque nos parece a nosotros y no es muy listo pero es nuestro hijo. Y a éste hay que ayudarle, del mismo modo que al que no es guapo hay que animarle a que se lo crea.
- La familia se basa en quererse mucho y regalarse detalles de cariño.
- Y siempre hay que fiarse de los hijos. En casa sólo decimos una cosa. 'Haced lo que queráis, pero avisad si venís a comer o a cenar'. A efectos burocráticos para saber cuánta carne hay que preparar.
- Y muchos huevos, chorizos y empanados. Lo mejor que le puede ocurrir a una familia es que un domingo, a las 3.30 de la tarde, se presente un hijo en casa con seis amigos suyos a comer.
- Porque significa que él y sus amigos están a gusto. Suelo repetir lo que le leí a la primera ministra noruega. Cuelga un cartel en su hogar que dice «Una casa tiene que estar suficientemente limpia para que sea higiénica y suficientemente sucia para que sea confortable».
- Es obligatorio. La vida tiene suficientes amarguras.
- A mis nietos les felicito el día de su santo y cumpleaños y en el aniversario de su bautizo y primera comunión. A veces alguno me pregunta 'abuelo, ¿esto por qué?'
- Sííííííííí. Ya me sé los nombres de las dos que vienen: Sol y Cecilia. Me los sé todos, aunque con dos siempre me equivoco. Cada vez que vienen a casa, le pregunto a mi mujer '¿éste, quién será?'
- Son dos muy seguidos que se me parecen mucho a mí. Aunque ya no yerro. Cuando llega alguno de ellos digo: '¡Hola, guapo!'
- Por obligación. Cuando tienes tanta gente hay que gastar con la cabeza. Llega un momento en que se juntan colegios y universidades y tienes la sensación de que no acaba nunca. Hablo desde la experiencia de una familia de doce hijos, pero, cuidado, que no estoy diciendo que hay que tener doce hijos.
- Nunca. Hace unos meses mi mujer me soltó '¿sabes que no hemos hablado aún del número de hijos?' Le pregunté si quería y me dijo '¡para qué!' Fueron llegando.
- Si no los 66, cuarenta y tantos con mucha frecuencia.
- En Barcelona. Tenemos dos pisos. Ahora sobra sitio, porque los hijos ya están casados. Pero nos hicimos una casa en el campo muy grande y se nos ha quedado pequeña.
- Mi mujer sólo le pidió dos cosas al arquitecto. Que tuviera muchas camas y muchos sitios para hacer pis. Tiene 22 camas fijas, no literas, y 7 cuartos de baño.
- Claro. Es el principal negocio.
- Tristemente. Por eso hay que abortar cualquier problemica. Hay problemazos que fueron problemicas en su inicio.
- Gracias a Dios, no hay problemazos, lo que es un milagro.
- Falta mucho porque aún desconocemos su dimensión.
- ¿Sabe qué he logrado? Que la familia se ría de mí. Ahora, llama un hijo a casa, se pone mi mujer y pregunta '¿está el gurú?' ¡Será idiota!
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