Card. Cañizares
«No saldremos de la crisis sin un apoyo total a la familia»

DIARIO LA RAZÓN

Sí, quiero

        Así de contundente se expresó ayer en el Club Siglo XXI de Madrid el cardenal Antonio Cañizares, prefecto de la Congregración para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el español de mayor rango en la Curia vaticana. En el marco de un ciclo de conferencias en el club sobre «La coyuntura presente, alternativas y soluciones», Cañizares propuso las soluciones de la Iglesia: Jesucristo, nueva evangelización, conversión, poner a Dios en el centro para cambiar los enfoques meramente economicistas, buscar el bien total de la persona desde la verdad, renovar las raíces cristianas de España y defender la familia.

Apoyo legal a la natalidad

        Cañizares se apoyó en una autoridad de primer orden: el Papa Benedicto XVI y su discurso de hace pocos meses en la Sagrada Familia de Barcelona. «La Iglesia aboga por adecuadas medidas económicas y sociales para que la mujer encuentre en el hogar y el trabajo su plena realización; para que el hombre y la mujer que contraen matrimonio y forman una familia sean decididamente apoyados por el Estado; para que se defienda la vida de los hijos como sagrada e inviolable desde su concepción; para que la natalidad sea dignificada, valorada y apoyada jurídica, social y legislativamente», enumeró el cardenal, citando el discurso del Papa en el impresionante templo de Gaudí.

        Cañizares, que recordó que no hablaba como sociólogo ni político, sino como «un obispo y pastor que ama con verdadera pasión a su patria y que la ve hoy en una situación que a muchos nos duele», puntualizó que no le corresponde a él dar «las soluciones técnicas», pero sí señalar que la crisis «connota una grave quiebra moral y humana que la hace aún más dura y de difícil superación». Recurriendo en numerosas ocasiones al último libro-entrevista de Benedicto XVI, «Luz del mundo», insistió en que la primera tarea de la Iglesia es evangelizar y colocar «la prioridad en la pregunta sobre Dios». «Si en nuestra vida de hoy y mañana prescindimos de Dios y de la vida eterna que Él nos da, todo cambia, porque el ser humano pierde su gran honor y dignidad, y todo se vuelve al final manipulable y la consecuencia inevitable es la descomposición moral», afirmó.

No a la indiferencia

        También hizo un llamamiento «a todos los fieles laicos y a todos los hombres de buena voluntad a vencer cualquier cerrazón e individualismo, indiferencia o distracción frente a los problemas de todos, y a participar en primera persona en la vida pública».

        El cardenal también quiso agradecer el inmenso trabajo («mucho y espléndido») de tantas entidades de Iglesia en apoyo a los más dañados por la crisis. «Cáritas y otras personas e instituciones de la Iglesia despliegan, ciertamente, un gran servicio de caridad efectiva».

        Pero recordó que «un deber primordialísimo de la caridad es, en libertad plena y en el más total respeto, ofrecer a los pobres la única gran riqueza que tiene la Iglesia: el Evangelio de Jesucristo, a Jesucristo mismo en persona, para que se encuentren con Él». Por eso, la tarea principal de la Iglesia es anunciar a Cristo y no puede sustituirla «por la sola tarea asistencia, ni reducida a la de una ONG, por muy noble que sea». Por último, quiso señalar «el hecho providencial» de la Jornada Mundial de la Juventud, «en estos momentos en que los jóvenes sufren de manera particularmente intensa la crisis», convencido de que la Jornada y la visita del Papa a Madrid la tercera semana de agosto «será una puerta abierta a la esperanza».