Educar.es: ¿Sólo lo que supone esfuerzo merece la pena?

Josemanuel Tarrío Ocaña www.PiensaunPoco.com

Distinto de pasarlo mal         No se puede perder la partida, en este recuperar el terreno perdido por el sentido común en la educación de los hijos, en una adecuada educación del esfuerzo.

        Y antes de reflexionar en esta línea apuntada, conviene aclarar que el esfuerzo no tiene nada que ver con ambientes tristes, caras circunspectas o cuartos oscuros donde la gente trabaje horas y horas sin tener más cosas que hacer en la vida.

        No hacemos caricatura con lo dicho. Si la palabra esfuerzo asusta, es porque la hemos vaciado de su real significado.

        Hay que esforzarse, dice un profesor en clase. Y se oyen los resoplidos de los alumnos en el aula.

El esfuerzo y lo que no apetece

        Hay que esforzarse para ser un hombre de provecho el día de mañana, dice un padre a su hijo. Y resopla el niño porque el mañana le queda tan lejano y lo que tiene en la cabeza es el plan del fin de semana.

        El esfuerzo es una actitud interior que nos dispone a conseguir cosas que requieren una dificultad. Lo fácil no requiere esfuerzo porque no entraña dificultad alguna. Hasta aquí todo claro.

        La cuestión se empieza a complicar cuando pensamos que aquello que no me gusta, por el hecho de que no me gusta, no merece que le dedique mi esfuerzo. Y es en este punto donde los jóvenes –y menos jóvenes– están perdiendo el verdadero análisis de la realidad.

El valor de lo fácil y de lo difícil         Y todo ello alimentado con afirmaciones del tipo: sólo lo que merece esfuerzo, merece la pena realmente, que lo único que consiguen es olvidar que hay muchas cosas que, aunque no requieran esfuerzo, también merecen la pena; además de alimentar, en los niños, una repulsa a lo que el esfuerzo, en su sentido exacto, pueda significar.

        Pasarlo bien jugando al fútbol con los compañeros también merece la pena. Padre, madre, profesor: cuida tus afirmaciones y juicios.

        Intentamos revitalizar la virtud del esfuerzo. La clave pasa por comprender, y hacer comprender a los niños, que lo que requiere dificultad es bueno porque produce satisfacciones que no se pueden conseguir de ninguna otra manera.

        Sí, satisfacciones, de otro tipo, sin gustirrinín, pero satisfacciones. Los que nos dedicamos a esto de la educación tenemos que aprender, con urgencia, a saber vender esta virtud.

        Seguiremos.