'De generación en generación' y 'Actitud de los padres'
Aníbal Cuevas
La felicidad de andar por casa
La felicidad de andar por casa
Aníbal Cuevas

De generación en generación

        Josep Alvarez, el protagonista de la novela "La bodega" de Noah Gordon, hijo de una familia pobre del Penedès que malvive del cultivo de la uva en una pequeña y mala vid familiar, descubre de la mano de un viticultor francés el arte de la elaboración del vino. El libro narra su dura vida llena de necesidad y pobreza, su huida a Francia, su matrimonio con Marimar, una joven viuda madre de un niño y finalmente la consecución de su vocación: elaborar un buen vino.

        La escena final del libro narra uno de los más hondos sentimientos que puede tener un hombre, su sentido de pertenencia a una familia, no sentirse un verso suelto. Mientras pisa la uva con el pequeño Francesc sobre sus hombros le invade un lamento repentino de que su padre no haya vivido lo bastante para conocer a aquel muchacho y su madre, de que no haya sido testigo del cambio tan grande que ha experimentado la viña familiar.

        Tuvo una visión repentina y mareante de todos sus antepasados en un castillo humano en el que cada generación lo alzaba a él más arriba sobre sus hombros hasta un punto en el que ya no le alcanzaba el sonido de las grallas y de los tambores. Un castillo de mil pisos.

        Uno de los pensamientos más sanadores del corazón humano es el reconocimiento y agradecimiento por lo recibido y el deseo de pasar el testigo a otras generaciones. Sólo de esta manera la humanidad ha avanzado, segura sobre lo hecho por otros.

Actitud de los padres

        La comunicación es consustancial al hombre, en todo momento transmitimos y recibimos mensajes. No es sólo cuestión de hablar, también el propio comportamiento comunica. Muchos padres andan preocupados por hablar con sus hijos y no encuentran la manera, hablar es importante, mucho más lo es escuchar y más todavía dar ejemplo con la propia vida.

        La educación de los hijos necesita que los padres mantengan una lucha diaria por ser mejores, por ejercitar la paciencia, la sinceridad, la humildad, la fortaleza, la esperanza, el optimismo y la alegría.

        Paciencia para "no perder los papeles" y saber esperar, sinceridad y humildad para pedir perdón y reconocer que no siempre tenemos razón, fortaleza para exigir en aquello ante lo cual no debemos ceder aunque provoque enfados, esperanza, optimismo y alegría para no rendirnos ante los aparentes fracasos del día a día.

        Cuando los hijos son adolescentes los padres deban esforzarse más por ser ejemplares en su lucha personal, esto redundará en el bien de los hijos y su propia mejora. Todo ello al final beneficia a la familia y acerca a sus miembros. No olvidemos nunca que los hijos buscan modelos que les orienten.