'Antes y peor' y 'De robots y otras cosas: cuando la política se sacraliza'
Aníbal Cuevas
La felicidad de andar por casa
La felicidad de andar por casa
Aníbal Cuevas
Antes y peor

        Un diario titulaba "Los jóvenes llegan antes al sexo, pero igual de mal" Ni los padres, ni la escuela, ni el sistema sanitario acaban de cubrir las carencias de información sexual.

        El reportaje contiene en sí una de las soluciones al gran problema que plantea. Las continuas campañas oficiales que animan a mantener lo que definen como sexo seguro son un autentico fracaso y sólo han conseguido que año tras año se adelante la edad en la que se comienza a mantener relaciones sexuales, así como el aumento del número de embarazos que acaban en aborto y el de las enfermedades de transmisión sexual.

        Con todo, el principal problema que se crea es el daño psicológico y moral que la precocidad plantea, el aumento de problemas de autoestima en jóvenes (sobre todo chicas) que se sienten usados por otros y de deshumanización en quienes usan a los demás. El aumento del consumo de alcohol a edades cada vez más tempranas va unido en muchas ocasiones a la necesidad de inhibirse para mantener relaciones sexuales, y otra vez, las más afectadas son las chicas.

        El tema es muy complejo pero creo que debe situarse mas en el ámbito de la formación que en el de la información. Los jóvenes necesitan una formación integra que les ayuden a madurar al ritmo natural.

        Hay quienes piensan que la vida es algo superfluo y que lo importante es conseguir lo que quiero aquí y ahora. El fracaso de las iniciativas de la llamada "salud sexual" comienza cuando a los jóvenes se les considera "animalitos en celo" y que basta con darles un condón.

        Los jóvenes, como los niños y los adultos, son seres humanos llenos de dignidad y capaces de saber esperar al momento adecuado que llegará con la madurez, resultado de vivir como personas libres y responsables, dueños de sus actos.

De robots y otras cosas: cuando la política se sacraliza

        Uno de los mayores males que asolan a nuestra civilización, es lo que unos denominan individualismo atomista y otros sociedad desvinculada. La nuestra es una sociedad cada vez más individualista, más atomizada y por tanto, somos más vulnerables a la manipulación ideológica y económica.

        El papel de la familia y de los padres como primeros educadores se presenta cada vez cómo más crucial para evitar la descomposición de la sociedad y que la especia humana no se limite a ser la suma de individuos.

        La historia de Europa posterior a la I Guerra Mundial nos enseña lo peligroso que es que la política ocupe el lugar de la religión. Es lo que ocurrió con el nazismo, el fascismo y el comunismo, ideologías por medio de las cuales la política usurpó el papel de lo sagrado.

        Hoy, que tanto se habla de "laicidad" y de separación Iglesia-Estado resulta sorprendente ver que que los poderes públicos ocupen espacios que no les corresponden e intenten usurpar el papel de la familia y la religión.

        ¿De que otra manera se puede entender que el ministerio de Sanidad de España creara un robot en internet, Robin era su nombre, para orientar a los jóvenes en aspectos de la sexualidad? ¿cabe mayor despersonalización de la sexualidad y mayor atropello a la labor de los padres? Algo tan humano, tan grande y tan misterioso como la sexualidad es reducido a mera genitalidad.

        Los jóvenes, como todas las personas, necesitan tiempo, cariño, interés personal. Sobran las campañas masivas y despersonalizadas. Somos los padres, como primeros responsables, quienes debemos educar a nuestros hijos. En caso de ser necesario, es a los padres a quienes hay que formar para que ejerzan su derecho y su obligación.