'Sobre la prudencia' y 'Sin miedo al compromiso'
Aníbal Cuevas
La felicidad de andar por casa
La felicidad de andar por casa
Aníbal Cuevas
Sobre la prudencia

        Vivimos demasiado deprisa, no nos tomamos tiempo para pensar y reflexionar, somos esclavos de la técnica y de lo inmediato. De esta manera resulta muy, muy difícil ser feliz. Además, existe la tendencia a ignorar las raíces y la sabiduría acumulada durante siglos de civilización. Contamos con un montón de medios técnicos pero en el fondo somos cada vez más analfabetos de la vida.

        Para leer, por ejemplo a Aristóteles, no hace falta ser un cerebro, tan sólo hace falta ser capaz de tomar un libro, sentarse durante media hora y forzar un poco la atención. Si así lo hiciéramos seriamos capaces de leer lo que el filósofo considera principal virtud del que gobierna, algo que se dirige no sólo a los políticos y empresarios sino también a los padres y madres de familia.

        Para Aristóteles la principal virtud del buen gobernante es la prudencia y, como todas las virtudes, ésta no se aprende intelectualmente sino que se consigue por la práctica. Tres son los pasos a los que nos invita: 1- pedir consejo, 2- analizar y decidir y, 3- finalmente, hacerlo y mantenerse en lo decidido.

        ¿Cuántas veces actuamos así cuando tenemos que tomar decisiones? ¿Cuántas veces después de decidir algo nos echamos atrás o no somos capaces de cumplirlo, no por darnos cuenta que estábamos equivocados, sino por la sencilla razón de no haber pedido consejo o no haber parado a pensar y analizar antes de decidir?

        Parte de la solución a tantos males pasan por la lectura y consideración de los clásicos. Ellos no tenían tantos aparatos ni andaban tan deprisa, sin embargo cultivaban mucho más una de las principales capacidades de los seres humanos: el pensamiento y la reflexión.

Sin miedo al compromiso

        Se ha instalado en nuestra sociedad del bienestar la idea de rehuir el compromiso. Parece que lo ideal es vivir en una especia de limbo, un nirvana de placer y satisfacción en el que todo lo que cuesta se obvia. Se está viviendo y educando en una realidad virtual, la vida real no es esa.

        Muchos padres han hecho suya esta idea y se muestran impotentes para exigir nada y no se dan cuenta del mal que hacen a sus hijos. La huida del compromiso se ha instalado esen nuestras vidas hasta para asuntos de la vida diaria, poca gente te asegura que asistirá a una cita, una respuesta muy común suele ser: "en principio si que voy"

        Los padres debemos convencernos de que es posible el compromiso y que estamos obligados a educar en esa idea a nuestros hijos. Debemos afirmar que es posible darse y que esto está relacionado con la mejora personal y la autoexigencia. La felicidad profunda y real está mucho más cerca de esto que de una vida rodeado de cosas y sin que nada se nos niegue.

        La dificultad y a la vez la clave para educar bien es que requiere que los padres hagan de estas ideas su forma de vida. Sólo si somos exigentes con nosotros mismos podremos ayudar a nuestros hijos a ser mejores. Hay que perder el miedo a exigirse y darse, es la única manera de ser realmente libre. Sólo se da lo que se tiene.