Educar.es: “Yo, me, mí, conmigo canta el Sabina”

Josemanuel Tarrío Ocaña www.PiensaunPoco.com

Los puntos son son los puntos         Un proyecto de vida no consiste en conseguir objetivos, por muy loables que sean. Es al contrario. Los objetivos que se consiguen tienen que ser acordes con el proyecto.

        Volvamos a nuestro amigo interino que se esfuerza por conseguir una plaza fija.

        Un buen día se le presenta la ocasión de realizar un curso de informática. Es importante realizarlo porque o sabes de ordenadores u, hoy en día, no eres nadie. Pero, lástima. Hay un problema. Ese curso tan interesante, no puntúa. Nuestro amigo termina apuntándose a un curso de didáctica motivadora del latín para alumnos superdotados. Los puntos son los puntos. Y punto.

El proyecto es el motor

        Primero el proyecto, luego la acción. Y así los objetivos que se consiguen adquieren sentido.

        Es el momento de volver a las preguntas que formulábamos ayer: ¿y una vez conseguida la plaza? ¿Dónde queda mi proyecto? ¿Hay un proyecto fijo y definitivo para la vida?

        Las preguntas son obvias. Las respuestas no lo son tantos. Si así fuera, no dedicaríamos tanto tiempo a escribir sobre cómo educar a los hijos.

        Abramos nuevos caminos de reflexión. ¿Hay un proyecto definitivo que dé sentido a la vida?

Proyecto de mi persona         Soy yo el que vive mi vida. Con proyecto o sin proyectos, con sentido o sin sentido. Yo, me, mí, conmigo, como diría Sabina.

        ¿Proyecto definitivo? El proyecto de una papelera, su sentido, es servir para echar papeles. Una papelera llena no cumple su finalidad. Proyecto, sentido, finalidad: usamos palabras sinónimas.

        ¿Y yo? O sabemos en qué consiste ser humano, ser persona, o no habrá manera de responder a esa cuestión del proyecto definitivo.