III.- EL ESTADO REAL DE LA CUESTIÓN

LA VULNERABILIDAD DEL MENOR VI
EL MENOR PREADOLESCENTE.
José Javier Castilla
notario
La felicidad de andar por casa
Aníbal Cuevas
2.- EL MENOR PREADOLESCENTE.

        A.- EL DIVORCIO.

        De los daños "legales" o "políticamente correctos"  que se infieren al menor en nuestra sociedad, aunque sean estos de muy difícil determinación en su importancia y efectos, seguramente el efecto más dañino para los menores, obviamente después del aborto, lo constituye el divorcio de sus padres, en estas edades que ahora comentamos.

        Algunas cifras, con carácter previo, nos ayudarán a hacernos una idea de la envergadura cuantitativa del grupo social al que afecta el problema del que vamos a tratar. El año 2006 se produjeron en España, según el Instituto Nacional de Estadística, 145.919  disoluciones matrimoniales heterosexuales. Los hijos de tales parejas rotas son aproximadamente ciento cincuenta mil, menores de edad en su mayoría, por lo que podemos concluir que cada año se incrementa en cien mil (100.000) el número de los afectados que, en términos absolutos, desde 1981, ha provocado un grupo social de damnificados por este concepto, que  ronda los dos millones de personas. Estamos, por tanto, hablando de un grupo de grandísima importancia, en términos porcentuales, de lo que supone el relevo generacional, para un país, como España, cuya población no llega a los cincuenta millones de habitantes.

        El divorcio del matrimonio con hijos menores, es la más importante causa de desestructuración familiar, con lo que ello supone de perjuicio para los hijos de tales uniones.

         En "Modelos de familia" me ocupé de las consecuencias generacionales que, los estudios comparativos de hijos de familias intactas, con los de familias desestructuradas, ponen de manifiesto [47] .

         Como continuación de dicho estudio quisiera, en este apartado, hacer algunas observaciones complementarias al mismo, en varios órdenes. Al exponer los efectos dañinos del divorcio en los hijos deben distinguirse dos planos: el personal y el social.

         Dentro del primero, a su vez, deben distinguirse, de una parte,  los efectos traumáticos, que normalmente aparecen de modo inmediato, aunque pueden también prolongarse en el tiempo o incluso aparecer de un modo retardado y, de otra parte, los que podríamos llamar efectos didácticos o conformadores de la personalidad del hijo que sufre el divorcio de sus padres, en orden al establecimiento de su propia escala de valores, en relación con el matrimonio y su personal vida afectiva.

        En el plano social, a su vez,  podemos distinguir los efectos expansivos endógenos del divorcio, íntimamente relacionados con el efecto didáctico antes apuntado, y los efectos expansivos exógenos, derivados del efecto incentivador de la ley llamada del divorcio exprés.

        Distinguiremos, por tanto, en la exposición, tres apartados: efectos traumáticos, efectos didácticos y su relación causa-efecto con la expansión endógena del divorcio y, por último, la expansión de origen exógeno.

1.- EFECTOS TRAUMÁTICOS.

        El divorcio de sus padres constituye para el menor una auténtica explosión destructiva de seguridades, estabilidad afectiva y felicidad de infancia.

        Esto es así, independientemente de las circunstancias que concurran en el divorcio, que pueden suponer una agravación o atenuación de dicha explosión destructiva, pero nunca su desaparición.

        El menor, para su normal desarrollo, necesita  tal como veíamos al comienzo de este trabajo, de un entorno familiar en el que haya afecto…, seguridad..., estabilidad..., disciplina autoritativa..., referente moral… De todo esto le dota la naturaleza normalmente a través de la familia y de todo esto, en la mentalidad del menor, le priva la vida de golpe por el divorcio de sus padres. Si, como veíamos antes, los órdenes afectivo y relacional son los prioritarios, en un desarrollo optimizado de la personalidad del menor, la conclusión no puede ser más demoledora en clave de daño producido.

        Este es el momento de atender a lo que, los especialistas en la salud y psicología de los niños, nos dicen respecto del trauma que, para ellos, supone el divorcio.  PAULINO CASTELLS dice al respecto: "¿Cómo reacciona el niño ante la separación de sus padres? Depende mucho de dos factores: la edad que tenga (cuanto más pequeño, mayor será su problemática) y de la forma de ser y actuar de sus progenitores (su personalidad, sus relaciones emocionales previas, la forma de separación, etc.). En general el niño (a diferencia del adulto, que ve la separación como remedio a sus conflictos) contempla la separación como la rotura de su vida: se rompe bruscamente la confianza en la continuidad y protección de la familia; aparecen los miedos y la ansiedad (¿Qué será de mí?); sentimiento de rechazo y abandono; tristeza, lástima; reacciones de cólera y odio…

        Trastornos psiquiátricos pueden aparecer  en la infancia o desplazarse a la edad adulta. El 34% de los niños reacciona con una depresión enmascarada, habitualmente no referida –y a menudo no advertida- por el padre responsable de su custodia…"; "Las alteraciones emocionales que presentan los niños por la pérdida de uno de sus padres constituyen un cuadro clínico psiquiátrico denominado "proceso de duelo". Es difícil marcar  el tiempo de duración que, evidentemente dependerá de cada niño y de cada familia, pero por término medio se puede calcular en dos años aproximadamente… Es importante que los padres sepan que para el niño, especialmente si es pequeño, la ausencia de uno de los padres es equiparable a su muerte." [48]

 

[47] Vid. ob. citada pag.  319  y ss.

[48] Dr. PAULINO CASTELLS "Guía práctica de la salud y psicología del niño" Planeta, 1999 pags. 126 y ss