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Cómo
usar las nuevas tecnologías en la familia
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Marianela
Jaúdenes
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No hay que ceder a todos sus deseos, dicen los expertos
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Una de las claves para una buena educación es mantenerse
fuertes ante los castigos
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Los niños tienen que aceptar el "no" como respuesta
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Los
niños y los jóvenes siempre han tenido conductas rebeldes
propias de su edad. Pero últimamente, las noticias de sucesos
han alcanzado un protagonismo alarmante. Muchos padres han pasado
a ser las víctimas de las conductas agresivas de sus hijos.
En
un artículo de la revista XarxaFarma, Laura García Agustín,
psicóloga directora del Centro Psicológico Clavesalud
de Madrid nos explica cuáles son las conductas más indicativas
que llevan a un niño a convertirse en un tirano. Por otro lado,
nos desvela cuáles podrían ser las soluciones para evitarlo.
Volviendo
a los sucesos que ocurren hoy en día, los datos extraídos
en las Jornadas sobre violencia interfamiliar nos indican que las
denuncias impuestas por padres, supuestamente agredidos por sus hijos,
se han multiplicado por tres en los últimos años en
la Comunidad Valenciana y por ocho, en los últimos cuatro años
en Cataluña y en el País Vasco.
Asimismo, los
casos de bullying en las escuelas son cada vez más frecuentes
y todo nos hace apuntar a que cabría preguntarse qué
está pasando alguna cosa con nuestros jóvenes.
La
voz de los expertos
La mayoría
de expertos en el tema coinciden en la idea de que los factores desencadenantes
de esta situación son: la educación hedonista, la falta
de tiempo compartido con los padres, la influencia de los medios de
comunicación y sobretodo, la falta de límites ante los
intereses personales de los jóvenes.
Es obvio
que se ha pasado de una situación de respeto, casi de miedo,
hacia el padre o la autoridad a una falta de límites en la
cual los jóvenes quieren imponer su ley de exigencia,
explica Javier Urra en su libro El pequeño dictador. Cuando
los padres son las víctimas.
La psicóloga
Laura García divide en tres fases las conductas que indican
el desarrollo de un niño que puede llegar a convertirse en
un agresor.
1. La cultura de la inmediatez
La
primera de ellas es: el niño caprichoso. Se convierte en amo
de su casa en el sentido de que o se hace lo que él quiere,
o su conducta cambia y la convivencia se convierte en algo muy difícil
de llevar. La casa se convierte en un autentico campo de batalla.
Son niños caprichosos,
con una autoestima exagerada y un ego colosal como resultado de una
sobreprotección excesiva y perniciosa de sus padres. Lo que
quieren, lo quieren al momento y no admiten un no como
respuesta. Han aprendido a chantajear para conseguir aquello que quieren,
incluso a exigir y a amenazar. Son niños fruto de la cultura
de la inmediatez que no han podido aprender el valor de las cosas.
2. Yo, soy
el rey
La
segunda fase la denominan síndrome del emperador. Según
el profesor de la Universidad de Valencia, Vicente Garrido, esta fase
se caracteriza por una violencia persistente y global y de carácter
evolutivo.
El experto explica
que esta conducta suele empezar con el abandono del esfuerzo para
los estudios, sigue con amenazas a los padres y pasa a los abusos
psicológicos. Alerta también que en algunos casos puede
llegar a las agresiones físicas.
Este síndrome
está caracterizado por factores como el poco miedo a ser castigados
o la insensibilidad emocional, factor en que la educación ejerce
un papel fundamental. Cuanto más insensible sea el menor,
menos efectiva será su educación, dice Garrido.
Es muy importante
hacer un esfuerzo para identificar a los jóvenes violentos
y ayudar a los padres en su educación antes de que sea demasiado
tarde, concluye el experto.
3. La dictadura
agresiva
Con
la tercera fase llega el grado máximo de capricho tiránico.
La agresión a los padres es una situación que cada vez
se ve más en los juzgados. La situación empieza con
insultos, gritos, chantajes emocionales y amenazas y en el peor de
los casos, llegan las agresiones físicas.
Es un error,
explica Urra, justificar su conducta por su fuerte carácter
o porque aguanta mucha presión en la escuela.
Los padres inmaduros,
con miedo y fácilmente manipulables sienten vergüenza
hacia los demás y no cuentan su situación. Ven
a su hijo como una pesadilla, dice Javier Urra.
Las presiones pueden
llegar en edades muy tempranas, a veces a los 8 u 9 años, pero
es más adelante cuando el hijo puede convertirse en un dictador.
El estudio de la violencia
de los jóvenes en la familia: una aproximación a los
menores denunciados por su padres constata que el 14% de los casos
denunciados por violencia doméstica están protagonizados
por menores.
Para los especialistas
en esta materia la mejor prevención para todas estas actitudes
es la de establecer limitaciones con eficacia.
La prevención
de una pesadilla tiene cinco soluciones
1.
Coger las riendas: los padres han de educar y han de actuar
como modelos competentes para sus hijos. Su trabajo es establecer
los límites y las normas y hacer que se cumplan, enseñarles
los valores adecuados, la disciplina y el valor del esfuerzo. Hay
que acostumbrarles a la espera, no hay que acudir inmediatamente
cuando ellos lo digan, así aprenderán también
a poner sus propias soluciones ante los problemas.
2.
Pautas y órdenes claras: para que una orden o instrucción
sea eficaz tiene que seguir una serie de pautas. La orden hay que
decirla una sola vez, especificando la conducta que se quiere de
manera clara. Tiene que hacerse en el momento óptimo y tiene
que ir acorde con la edad del niño, sin amenazas pero con
mano dura. Es muy importante, comenta Javier Urra, establecer las
consecuencias para una posible desobediencia.
3.
Restituir el papel del no: en los últimos
años, muchas teorías insisten sobre la cantidad inmensa
de negaciones que puede tener una criatura desde pequeña,
y cómo esto se refleja en inseguridad y desconfianza cuando
es mayor. Pero también se pasa muchas veces de la negociación
a la aprobación total. Hay muchas situaciones en las
que hace falta decir no simplemente porque la necesidad
de otro es más importante, dice Betsy Hart, experta
en educación infantil en su libro Sin miedo a educar.
4.
Mantenerse fuerte delante de los enfados: según un
estudio realizado en la Universidad de Pensilvana, Estados Unidos,
los niños que presentan una tendencia más importante
a los enfados temperamentales tienen más posibilidades de
sufrir problemas emocionales cuando crecen. Los resultados reflejaban
que estos niños presentan unos niveles más bajos de
satisfacción vital, felicidad y autoestima en su vida adulta.
Además, tienen menos comunicación con sus familiares,
relaciones más pobres con sus padres y, en general, dificultad
para intimar con los demás.
5.
Mostrarse seguros: la respuesta del niño es
directamente proporcional a la seguridad más o menos grande
con la que se muestran sus padres delante de él, señala
Javier Urra. Los niños tienen una especie de radar para identificar
el estado emocional de los padres y según esto, actuaran
con mayor o menor insistencia para conseguir lo que se plantean.
Por eso es tan importante mostrarse seguros ante los hijos, porque
así, verán que no tienen nada que hacer.
Los
niños tiranos no nacen, se hacen. Por eso es tan importante
plantearse cómo será su educación antes
de que el niño nazca, concluye Javier Urra. Sólo
así sabrán cómo actuar y afrontar los problemas
ante las situaciones adversas que se les presenten.
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