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La decisiva importancia del optimismo |
El objetivo final en la educación de un niño consiste en que termine por encauzar su vida por sí mismo. Una buena estrategia para conseguirlo, consiste en reforzar las buenas actitudes, es decir, alabar la parte positiva del comportamiento del niño en vez de recriminarle todo el día sus malas acciones. Los niños necesitan saber que nosotros, tanto padres como profesores, estamos satisfechos con ellos. Es su gran triunfo y recompensa. Con esta actitud conseguiremos que el niño por ejemplo sea generoso, en vez de estar recalcándole todo el día lo egoísta que es. Si alabamos a un niño cuando hace bien las cosas, se sentirá estimulado para continuar su buen comportamiento, se sentirá feliz y lleno de satisfacción. Si el niño nota que sus padres y/o profesores están contentos cuando obedece, en su subconsciente rechazará la actitud de la desobediencia. Es preferible emplear más tiempo en alabar los buenos comportamientos en los niños que castigar sus malas acciones. Pero, ¿qué podemos hacer nosotros, padres y profesores para contribuir a mejorar el comportamiento y actitud de nuestros niños?. Adoptar actitudes positivas, por ejemplo:
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