XIV Edición de los Premios Alfa y Omega al mejor cine del año.

Bella
Un cine a favor de la vida 2/3
Juan Orellana
El amor que da vida: el maravilloso plan de Dios para el matrimonio
Kimberly Hahn

        Al menos cinco películas a favor de la vida se estrenaron en 2008: Juno; Bella; 4 meses, 3 semanas, 2 días; La escafandra y la mariposa; y The Princess of Nebraska. Cuatro de ellas relativas al drama del aborto y una, a la cuestión de la eutanasia. En un momento en que la dignidad de los seres humanos más débiles es impunemente atropellada por legisladores y políticos de numerosos países civilizados, parecen emerger películas contracorriente que celebran el valor positivo de la vida, aún en circunstancias de extremo dolor…

        Y no son películas militantes, discursivas o reaccionarias, ni están dirigidas por líderes pro-vida. Son historias humanas sinceras y conmovedoras, que testimonian con sencillez la alegría de vivir. El 2008 también nos ha dejado películas que se han acercado con una mirada esperanzada a los conflictos internacionales más preocupantes: Israel, Palestina, Afganistán... son tratados con inteligencia en títulos como Oh, Jerusalén o Cometas en el cielo, películas que anteponen y prefieren lo que une a los hombres por encima de lo que les separa. Por otra parte, cintas como En el valle de Elah critican las nuevas formas de guerra y de intervención militar, alejadas de códigos nobles y principios morales, y otras como La ola nos alertan de las tentaciones populistas y autoritarias que pueden florecer fácilmente en el Occidente sumido en una crisis moral, económica y cultural. Tampoco falta la mirada crítica y, a la vez, luminosa y optimista de cintas de animación como Wall-E o Horton. Un año cinematográfico, en fin, que pone el dedo sobre muchas llagas.

Mejor actor de reparto Ciarán Hinds, por Un gran día para ellas

        Basada en una novela de la inglesa Winifred Watson, esta película se inicia con la Segunda Guerra Mundial y sigue los pasos de Miss Pettigrew, una institutriz londinense, ya cincuentona, cuestionada por su carácter directo y austero. Por una casualidad, Pettigrew acaba en la casa de la alocada actriz y cantante Delysia Lafosse, que juega al amor a tres bandas: con el hijo de un empresario teatral, con el dueño de un club nocturno y con un joven pianista, que la quiere de verdad. Las dos mujeres vivirán juntas un agitado día, plagado de equívocos y enredos.

        Medio inglesa, medio estadounidense, esta película consigue plenamente el cóctel mágico de las grandes screwball comedies del cine clásico: diálogos divertidos e inteligentes, unas interpretaciones emotivas y expresivas, aun a costa de la contención dramática; y una puesta en escena ligera y sustancial a la vez. Todo ello lo maneja el indio Bharat Nalluri con evidente soltura, aprovechando al máximo la esmerada ambientación y poniéndose siempre al servicio del guión y el reparto, del que surge un memorable duelo interpretativo entre Frances McDormand y Amy Adams. El personaje que interpreta Ciarán Hinds encarna magistralmente el ideal de caballero romántico, siempre contenido pero galante, el hombre de mundo que se fija en la más humilde y fracasada de las muchas mujeres deslumbrantes que le rodean. Una deliciosa historia clásica que recuerda al hermoso desenlace de la Cenicienta.

Mejor actriz principal, Tammy Blanchard por Bella

        Tammy Blanchard es un pilar indiscutible de la película Bella, dirigida por el mejicano Alejandro Monteverde. La película, protagonizada por ella y por Eduardo Verástegui, cuenta una hermosa y sencilla historia: un famoso futbolista adquiere una sensibilidad especial hacia el valor de la vida tras un desgraciado accidente. Esa sensibilidad tendrá que ponerse en juego cuando despidan a una compañera de trabajo embarazada, interpretada precisamente por Tammy Blanchard. El film opta radicalmente por una ausencia de discursos a favor de la sugerencia silenciosa y elíptica. En el film no se discute sobre Dios, el aborto o sobre decisiones morales: todo se plantea en clave de miradas silentes y hechos discretos. Esta opción es un gran acierto, ya que nadie es juzgado en el film y se ahuyentan los adoctrinamientos moralistas.

        Si el film es un indudable canto a la vida, en la línea de Juno, lo es incluso más a la familia, entendida como factor de estabilidad social y personal insustituible. La familia como lugar de acogida y de perdón, como espacio donde la diferencia es abrazada y celebrada, y todo ello tratado con un humor que recuerda Mi gran boda griega, o Bodas y prejuicios. Por otro lado, la película es tremendamente latina, y reivindica una forma de vivir hispana en medio de la sociedad neoyorkina. Una forma de vivir en la que la familia y la religiosidad cristiana forman una amalgama en la que es posible preservar una identidad a contracorriente de los contravalores en boga.

Mejor actriz de reparto, Patricia Clarkson por Lars y una chica de verdad

        El famoso director de publicidad australiano Craig Gillespie sorprendió con la comedia Lars y una chica de verdad. El film está realizado a partir de un guión escrito por la dramaturga y guionista de televisión Nancy Oliver, que debutó en el cine con este libreto que le valió una nominación al Óscar al mejor guión original. El argumento nos cuenta el proceso de sanación mental de Lars, un joven enormemente tímido y dulce que vive en una pequeña localidad junto a su hermano y su cuñada. Su incapacidad de relaciones y su aislamiento deliberado desembocan en un grave delirio que requerirá de la colaboración de todos sus paisanos, una colaboración guiada por la doctora Dagmar, interpretada por Patricia Clarkson.

        Uno de los encantos del film es la inexistencia de personajes antagonistas. Todos son buenas personas, y el malo de la película es el desequilibrio psicoemocional de Lars, al que hay que tratar de vencer. En ese sentido, se trata de una película bastante coral y muy capriana, ya que la idea que la atraviesa la deja clara el sacerdote del pueblo en su primer sermón: "Hay miles de libros con cientos de leyes, pero para nosotros sólo hay una ley: el amor". En la rica galería de personajes que nos ofrece el film, hay muchos tocados por imperfecciones y defectos, pero juntos forman un retablo sobre la grandeza humana y la limpieza de corazón. Otro encanto es la forma que tiene el film de afrontar la cuestión terapéutica. Se podría decir que es un monumento al realismo. La clave está en la declaración de la doctora Dagmar en alusión al delirio de Lars: el delirio es real, luego no tiene sentido discutir lo que debiera o no debiera ser. Es real y hay que caminar a partir de ahí. Esta postura, que cuenta con muchas oposiciones iniciales en unos cuantos personajes, especialmente en el hermano de Lars, es la que permite la sanación del protagonista de una forma humana. Es hermosa la postura del sacer dote, que enseguida comprende que la propuesta de Dagmar es la que abraza con más amor la psicopatía de Lars.

Mejor fotografía, Rogier Stoffers y Sergey Trofimov por Mongol

        Impresionan la fotografía y las localizaciones de esta coproducción épica entre Alemania, Kazajistán, Rusia y Mongolia, dirigida por el ruso Sergei Bodrov. La película cuenta la historia de Temudgin, el hijo de un gran jefe mongol que es obligado a elegir esposa con nueve años. Se decide por una niña que será ya el amor de su vida. Pero para Temudgin comienza una dramática historia de guerras, prisión, esclavitud y penuria que, sin embargo, terminarán haciendo de él el hombre más poderoso de Mongolia: Genghis Khan.

        Religiosidad, amor a la tradición, exaltación del perdón, fidelidad en el amor, son los valores que exalta este film entre batallas sangrientas y paisajes abrumadores. Deja de lado la tecnología digital a lo Zhang Yimou y nos ofrece una historia épica de carne y hueso, con los efectos especiales de toda la vida con salsa de tomate en vez de sangre. Apesar de algunos ralentizados efectistas, la película supura autenticidad, es cautivadora, tiene una música magnética y una fotografía luminosa extraordinaria. Sin duda, estamos ante una de las cumbres del moderno género épico oriental.

        Mejor película sobre el hecho cristiano Guadalupe, de Santiago Parra La película, producida bajo el sello de Dos Corazones Films y con la colaboración de las productoras catalanas Clim Mountain y Frame 25, está dirigida por el franco-ecuatoriano Santiago Parra, y cuenta, en el marco del 475 aniversario de las apariciones de la Virgen de Guadalupe, un drama familiar ambientado en la actualidad. Partiendo del enigma de las apariciones de la Virgen de Guadalupe, refleja cómo el poder de aquella imagen sigue hoy igual de vivo y eficaz que hace quinientos años, a través de los ojos de un agnóstico, en medio de una situación familiar conflictiva. José María y Mercedes, dos hermanos que crecieron en España con su abuela, tuvieron una infancia crítica frente a la pérdida de sus padres que nunca conocieron. Cuando su abuela muere, descubren un cuadro de la Virgen de Guadalupe frente a su lecho de muerte. Intrigados por el cuadro de la Patrona de México en medio de un pequeño pueblo español, ambos ambos hermanos emprenderán una búsqueda histórica y arqueológica que los traerá a México. Lo que originalmente empezó como un estudio científico de la Virgen, se transforma en un descubrimiento personal que los hará enfrentarse a su propio pasado, y a sus propios corazones.

        Entre el reparto de la película se encuentran los actores catalanes Aleix Albareda, Ivana Miño, Angels Poch, Marta Martorell, así como Eric Arquimbau y Gemma Guilemany.

Mejor banda sonora, Alberto Iglesias por Cometas en el cielo

        Tras Descubriendo nunca jamás, el polifacético Marc Forster afrontó la adaptación de Cometas en el cielo, el best-seller de Khaled Hosseini. La acción se inicia en San Francisco, en el año 2000, y sigue los pasos de Amir, un joven escritor de origen afgano que rememora dolorosos recuerdos de su infancia en Kabul y, en concreto, su singular amistad con el leal Hassan, hijo de un sirviente de su padre. Después de que ambos triunfen en un concurso de cometas, su amistad es trágicamente puesta a prueba por un grupo de jóvenes talibanes. Rodada en China, y dialogada en dari y pastún, esta película desarrolla una bella historia de amistad, traición y redención, elogiosa de la sincera religiosidad musulmana de los personajes, y ponderada en su repaso realista de la dramática historia reciente de Afganistán. La película es un drama con redención, y ofrece una mirada humana sobre situaciones y conflictos nada complacientes. De esta manera, arranca unas cuantas secuencias conmovedoras y de gran belleza visual, en las que brilla con luz propia la sensacional partitura de Alberto Iglesias, que optó al Óscar 2007.