Los hijos siempre deben ir en
segundo lugar

Gabriel Mª Abascal
Cuentos del Arco Largo

 

 

Los hijos consentidos no funcionan

        Me gustaría recordarles a los papás de las nuevas generaciones que los hijos no son el primer lugar, ni lo más importante en una familia. Deben conformarse con un sano segundo lugar.

        Y si no están de acuerdo nuestros jóvenes matrimonios, a quienes sobre todos van dirigidas estas sencillas líneas, les invito a que recuerden su infancia, donde en muchos hogares escuchábamos frases como: “tu madre tiene la razón…”, “…pregúntale a papá…”, “si tu mamá está de acuerdo yo también…”, “Tu madre y yo nos vamos al cine, pórtense bien…”, “Porque lo dice tu papá y punto”.

        Todo lo contrario a lo que pasa hoy en algunas familias modernas donde los hijos son los reyes de la casa, y el satisfacer a toda costa sus caprichos, se ha convertido en el único objetivo de papá y mamá.

        Estos papás modernos promueven, sin quererlo voluntariamente, la indiferencia, la lejanía y a veces tristemente, el rechazo al calor familiar y la fobia sistemática a cualquier tipo de autoridad. ¡Claro! Pues el amor, la deferencia y el respeto entre estos esposos se encuentran empaquetados junto al vestido de novia en lo más alto y recóndito del ropero de mamá, o son ya una pálida imagen en el álbum de fotos de la romántica luna de miel.

        Luego, surge la pregunta: ¿por qué nuestro hijo actúa, nos trata, se comporta… si siempre fue lo primero para nosotros? ¿Por qué no quiere estar en casa, etc.? Justamente por eso, padres de familia, porque los hijos, insisto, deben pasar a un sano segundo plano.

        Consentidora madre de familia: el amor de su hijo a usted no es directamente proporcional a la cantidad de juguetes que le compra, y sí es directamente proporcional al amor con el cual consiente a su esposo.

Cuando los padres son lo primero

        Serio e importante padre de familia: el respeto que usted le está exigiendo a su hijo adolescente ante ciertas realidades de la vida familiar, social o escolar, no dependen de los “rollos” y homilías que usted descarga sobre su hijo antes de otorgarle un permiso, sino del respeto básico y al mismo tiempo detallista que demuestra en casa, empezando con su esposa.

        Nuestros padres, los abuelos de nuestros hijos, tenían una clara conciencia de esto y en lugar de preocuparse primordialmente por los hijos, leyendo complejos manuales de educación o asistiendo a la terapia de psicología familiar, que la mayoría de las veces llega tarde, se preocupaban ante todo por ellos dos; por construir un amor basado en el respeto mutuo y por mantener vivos aquellos detalles de cariño que impiden se marchite la frescura del amor primero.

        Las condescendencias a pesar del propio juicio, la norma tácita de jamás discutir enfrente de ellos, la costumbre de reservar una cena a la semana solo para estar con ella, el arreglarse solo para él aunque no vengan visitas, el hacer de cualquier fecha un motivo de ramo de flores y mil detalles más, hacen que los hijos respiren ese amor, se alimenten de ese respeto y fluya por las venas de sus almas un fuerte sentido de pertenencia familiar que jamás, aunque geográficamente estén lejos, los apartará de casa.

        Entonces sí, dándose ustedes el primer lugar, ellos serán siempre lo primero.