Amar de corazón a nuestros hijos
"No es la carne ni la sangre, sino el corazón, lo que nos hace padres e hijos".
J. C. F. Schiller.
Victoria Cardona
Maestra y Orientadora familiar
El arte de contar cuentos
Sara Cone Bryant

 

 

 

 

 

 

 

Porque les deseamos lo mejor

        Sin dejar de tener en cuenta la creación de hábitos en la primera infancia y la vivencia de horarios en nuestro hogar hoy anotamos 6 claves que me parecen importantes y prácticas para fomentar el hábito del buen corazón en nuestros hijos.

        1.- La primera infancia es fundamental para los sentimientos de los pequeños. Hemos de demostrar, con caricias, miradas, abrazos y palabras, que nos agrada que sea nuestro hijo, nuestra hija. La relación de la madre con su pequeño recién nacido ocupa un papel primordial. Es importante también que el padre se vaya incorporando al cambio de pañales, baños y por supuesto que también acaricie y abrace a su hijo. Ilustra este artículo una fotografía en la que vemos una tierna relación entre padre e hijo.

        2.- Dar tiempo y enseñar a que expresen sus sentimientos. Puede que lleguen del colegio con aire cansino. Ante nuestra pregunta: "¿Qué tal?", "¿cómo va todo?", no podemos conformarnos con respuestas como: "voy tirando", "regular", "fatal", les escucharemos, –sin mirar el reloj– y esperamos a que cuenten ampliamente qué les sucede.

        3.- En su etapa de adolescentes les motivaremos y les animaremos, pasando alguna vez por alto sus cambios de humor, normales en esa etapa del crecimiento. Y seguiremos demostrando nuestro afecto con el gesto de un abrazo o un beso aunque nos parezca que no les hace ninguna gracia.

        4.- Debemos reforzar el diálogo. Saber comprender y escuchar dejándole explicarse, no pensando que sabemos lo que nos dirá. Siendo flexibles, cuando convenga, para poder llegar a algún acuerdo distinto del que habíamos planeado, si conviene.

        6.- Saber perdonar siempre. El testimonio de los padres es esencial para la educación del corazón de los hijos.

        5.- Buscar con ingenio e imaginación oportunidades para pasarlo bien con los hijos. La actitud de los padres no es decir no a toda diversión sino buscar otras alternativas que mejoren a nuestros hijos en el tiempo, tiempo de ocio reparador y de descanso.

        6.- Despertarles la virtud de la compasión ante el sufrimiento, enfermedad, pobreza. Incentivar en la adolescencia la aportación personal voluntaria para las personas más necesidades: clases de refuerzo a inmigrantes, integrarse en alguna asociación, hacer de monitores en campamentos, dar catequesis, etc.…

        Todos los padres y madres deseamos que nuestros hijos sean felices. Felices y libres con capacidad para elegir el bien. Ser, sencillamente… ¡gran reto!, buenas personas.