'Padres fuertes, hijas felices', de Meg Meeker

Joan d'Àvila Juanola Cadena
ForumLibertas.com
Padres fuertes, hijas felices
Meg Meeker

 

 

Un modelo y una seguridad

        El padre es esencial para una niña; Meeker le pide que sea íntegro, humilde, fuerte y que la proteja de una cultura de apariencias.

        El presente libro pretende destacar la importancia que tiene el padre para la maduración psicológica de las hijas.

        Aporta ideas claras y concretas sobre cómo los padres pueden contribuir positivamente en la educación de sus hijas.

        El libro se estructura en diez capítulos, en los que se desarrollan diez consejos que todo padre debería conocer.

        En un estilo ameno y pragmático, la doctora Meeker va explicando la importancia que tiene el padre en la educación de sus hijas. En su discurso, con numerosas referencias a estudios e investigaciones, intercala historias que le han llegado a su consulta de pediatría.

        Este libro es una ayuda para los padres que, acomplejados por la ideología del feminismo no se atreven a actuar como padres con sus hijas.

        Términos como autoridad, límites, persistencia… pueden parecer “políticamente incorrectos”, pero el lector honesto descubre que los consejos que se dan son de sentido común, además de estar corroborada su validez por múltiples estudios que se citan a lo largo de la obra.

        Meeker aconseja que los padres pongan límites a sus hijas, que tengan un tiempo para ellas, que las quieran como son… pero su reflexión no se queda a este nivel de consejos prácticos sino que, argumentando que el padre es un modelo para su hija, le pide que sea una persona íntegra, humilde, fuerte y que eduque a su hija en estas virtudes.

        El padre es un referente para su hija y una figura importantísima para su maduración personal. La autora insiste especialmente en el gran peligro que contiene la sobrevaloración cultural que se da a lo “sexy” y que son los padres, para el bien de sus hijas, quienes deben ayudar a sus hijas a valorarse por quiénes son y no por la ropa que llevan o la talla que usan.

El mejor punto de vista

        Su estilo pragmático y, en cierto modo, “aséptico” evita entrar en polémicas ideológicas acerca de cualidades propias de los padres que no tienen las madres, y toma, a mi parecer, el punto de vista óptimo: el de las hijas.

        Ella ha sido hija, pero no sólo escribe refiriéndose a su vivencia particular, sino a la que ha observado a lo largo de más de 20 años de ejercicio profesional. Resultado de su experiencia es la relación que para la hija hay entre el padre y el hombre que buscará como marido.

        «Si usted ha realizado bien su función de padre, ella querrá amar a otra buena persona, a la que escogerá como marido y que la defenderá y estará también muy unido a ella. Pero jamás le reemplazará en su corazón, porque usted fue el primero. Y ése es el último regalo que le hará por haber sido un buen padre.»

        Es de agradecer que se haya escrito un libro como éste, que reintegra la figura del padre en la educación de las hijas y le reconoce la vital importancia que tiene para su madurez y felicidad.