Encontrar nuestro sitio
Afrontar con comprensión y buena voluntad este nuevo rol de abuelos es un objetivo que requiere reflexión y discreción.
El misterio es aquel fondo de realidad
donde no llegamos

Gustave Thibon
Victoria Cardona
Maestra y orientadora familiar
Som avis
Más allá del sí, te quiero
Aníbal Cuevas

 

 

 

El secreto: estar disponibles

        Mientras caminamos por la vida hemos de ir respondiendo a largas preguntas que la mayoría nos planteamos: los padres por estrenar paternidad, los abuelos para acertar en su nuevo papel y los consuegros, también para encontrar su sitio. Siempre nos quedan misterios o preguntas sin respuesta. Lo importante es esforzarse para encontrar nuestro sitio, con la ayuda de Dios.

        Una abuela conocida me decía: "Me parece que en la actualidad, nuestros jóvenes van más a "su rollo" y no nos hacen tantos cumplidos a los mayores como hacíamos nosotras, pero nuestros hijos y nietos seguro que nos agradecen nuestra disponibilidad y afecto aunque no nos lo expresen. Me parece que el ambiente individualita del entorno nos ha afectado a todos. Da la sensación de que el agobio de no tener tiempo nos priva de la comunicación. Yo tengo un objetivo muy claro y es el de mantener el calor del hogar, por esto busco otros estilos de convivencia. Por ejemplo no les doy tantos consejos ni hago ningún sermón, ellos ya vivieron en casa y saben como pienso. Lo que quiero es que sepan que me tienen siempre a su disposición para aliviar su trabajo". Este es un testimonio positivo que nos recuerda a los abuelos que la agilidad y el dinamismo para cambiar de xip son imprescindibles para hacer agradable la continuidad de las costumbres y raíces familiares para nuestros hijos y nietos. Conservar, una mentalitat abierta ayuda a no estar tan inquietos y con serenidad participar de la vida de los matrimonios jóvenes.

        Casi podemos asegurar que todos los abuelos, según nuestras posibilidades, podemos ser útiles cuando un pequeño se pone enfermo y debemos substituir a los padres en alguna situación de emergencia o adelantarnos ofreciéndonos a guardar a los pequeños para que ellos puedan tener alguna salida solos. Éste crecer en disponibilidad nos va ayudando a aprender a hacer de abuelos y ser eficaces en nuestras aportaciones. Siempre sin ofenderse cuando no nos necesiten y buscando con humildad nuestro lugar. Los protagonistas de la educación son los padres.

        Con nuestros nietos llegan besos y alegrías en el hogar de los mayores. Recordemos aquel chiste. "Los nietos sólo dan alegrías a los abuelos" –le decía un amigo a otro–. "Si, si, tienes toda la razón alegrías cuando llegan a casa y alegrías cuando se van". Seamos realistas: cuando los hijos se han independizado y ya no viven con nosotros nos hemos acostumbrado a vivir con mucho orden, y, mientras los niños juegan, hay un cambio radical en casa de los abuelos.

Ni lo uno ni lo otro

        Con la práctica aprendemos a hacer de abuelos; muchos no tenemos demasiado clara cual es nuestra tarea. Al comienzo nos equivocamos a menudo: o pecamos de demasiado amables y resultamos pelmazos, o de demasiado preocupados y transmitimos desasosiegos, o de demasiado lejanos por miedo a intervenir y podríamos resultar enjutos, y un largo etcétera, según la propia personalidad. ¡Que difícil nos resulta tener la cordura por ser oportunos en las acciones...! A todos nos cuesta encontrar el término medio.

        Y nos preguntamos: ¿los abuelos servimos para malcriar o para educar? Parece de sentido común que la respuesta es "no" en los dos casos; a no ser que, por alguna excepción, se deba sustituir a los padres. Los abuelos no somos los mal criadores oficiales ni los responsables de la educación de los nietos, la responsabilidad es de los padres. Nosotros … ¿cómo lo diría?, seriamos como un brazo que se alarga para continuar allí donde no lleguen ellos. Con esta actitud podemos encontrar nuestro lugar.

        Me confiaban unos padres de cuatro hijos adolescentes: "Curiosamente nuestros hijos tienen más preferencia y simpatía por uno de los abuelos que es muy pacífico, observador, sonríe siempre y sabe escuchar". Y me decía entristecida una madre joven: "Me duele que siempre me encuentro a mi suegra en medio de todo, no tengo madre y… ¡desearía tanto tener a la madre de mi esposo a nuestro lado!"