La reunión familiar de la mesa
Victoria Cardona
La Historia de los Reyes Magos
Federico F. de Buján

 

 

 

 

Una oportunidad de oro para convivir

        Cercana la Navidad os escribo esta pequeña reflexión. Es en estas fiestas cuando muchos nos reencontramos con la mesa adornada, con comidas típicas de cada región –la mayoría de veces bien elaboradas por las abuelas, que nos transmiten la cultura gastronómica de su país–, con el jolgorio de los niños pequeños, con el encuentro de los hermanos, los recuerdos de los abuelos (algunos ya nos han precedido) y los afanes de los más jóvenes. Por encima de todo, está el deseo de vivir el cariño y amor que nos trae el Niño Jesús con su nacimiento en Belén, representado en todos los hogares cristianos con el pesebre, en el que intervienen, normalmente, niños y mayores.

        Muchos pensamos que sentarse juntos durante la comida es un elemento de cohesión familiar y social y a la vez una buen elemento de educación de nuestros hijos y nietos. Es el tiempo de pararnos de las actividades y poder rogar toda la familia conjuntamente bendiciendo la mesa y dando gracias a Dios por los alimentos que nos son dados.

        Es éste el espacio de reunión, de la tertulia y del reposo familiar en el cual no sólo debemos dar importancia a la forma de coger los cubiertos, sino a valores más fundamentales como el que el joven tenga su iniciativa por ceder la fruta que le gusta más a un hermano o a un invitado, o a saber escuchar y no interrumpir con voz fuerte o esperarse a levantarse de la silla hasta que todos hayan acabado. Paciencia, generosidad y esfuerzo quedan bien patentes en los sencillos ejemplos de la convivencia cotidiana.

        Algunos recordamos el argumento de la película "El festín de Babette", de la escritora danesa Karen Blixen, interpretada genialmente por aquellos comensales que no sabiendo ni el nombre de lo que comen (menos el coronel) van suavizando sus formas de hablar, se duelen de haber enojado a los demás y se llena toda la mesa de miradas de complicidad, de perdón, de amor y de agradecimiento a las dos hermanas que han quedado solteras para ocuparse de la comunidad que les había legado su padre difunto. Para Babette la cocina es un arte con el cual es capaz de otorgar la felicidad a las personas que disfrutan de sus platos.

Al menos en estos días tan especiales

        ¡Que conveniente es en la actualidad no olvidar la mesa! Las prisas por el trabajo y por las dificultades que nos surgen cada día podrían ir arrinconando el encuentro diario familiar, fuente de descanso y de comunicación. A muchos, debido a la carencia de tiempo, nos resulta muy práctico tomar alimentos de la nevera y en plan rápido –todo debe ser rápido–, comer desordenadamente con los consecuentes problemas de salud, normales cuando se vive sin poder recuperar fuerzas.

        Es un arte la cocina de muchas abuelas que transmiten las recetas tradicionales a sus hijos y nietos, con la seguridad de que la memoria de los fogones y los platos típicos no se olvidará; siempre habrá algún artista que tomará el relevo y que se ocupará de que al menos, en las celebraciones familiares, "probemos" las recetas de la abuela, nos sentemos a la mesa, para dialogar y vivir con especial espíritu de servicio en las grandes celebraciones como el día de Navidad. El ejemplo de la Sagrada Familia nos podrá ayudar a mejorar en atención y solicitud en la mesa para hacer felices a los demás.

Santas Navidades, 2007, os desea,
Victoria Cardona