EMILIO CALATAYUD PÉREZ / JUEZ DE MENORES.
"Hay niños a los que les es muy difícil no ser delincuentes"
Nació en Ciudad Real, en 1955. Su padre era juez pero pidió la excedencia para trabajar de abogado y sacar adelante una familia de siete hijos. El, sin embargo, estudió ICADE en Madrid y ejerció la abogacía un par de años. Tras el servicio militar, sacó las oposiciones a juez, buscando un sueldo fijo y ejerció en Tenerife de 1980 a 1984, año éste en el que fue destinado a Granada. En 1987 hizo la especialidad de Juez de Menores y lleva 20 años dictando sentencias imaginativas, sencillas, instructivas y eficientes. Acaba de publicar Reflexiones de un juez de menores.
Virginia Drake
La Gaceta de los Negocios
Martes, 25 de Septiembre de 2007
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        Al que conduce borracho lo condena a visitar tetrapléjicos y a hacer luego una redacción. Al que quema papeleras lo pone a trabajar con los bomberos. Este juez atípico busca siempre una relación entre el delito y la pena. Por eso los salesianos le dieron el Premio Juan Bosco; el Ateneo de Córdoba, La fiambrera de plata; la Reina, el Premio a la Solidaridad...

Cuentan que, de niño, era usted 'un bala'.

        Yo era tímido para los estudios y travieso, nada más. Una vez me metí en la casa de unos amigos de mis padres a `investigar' y me llevé cuatro perchas. Entonces no era allanamiento de morada, pero fui 'juzgado y ejecutado' por mi padre.

¿Por eso lo mandó a un correccional?

        Por eso me castigó una semana a pan y agua y me dio cinco varillazos con el culo al aire. Después, me metió en un reformatorio de niños pijos y luego me puso a trabajar en un taller mecánico.

¿Eso explica que sea usted un juez 'blando'?

        No todas las sentencias que pongo son de ese tipo. Dicto internamientos muy duros, de 12 y 14 años, porque llevo juzgados 30 asesinatos y 50 o 60 violaciones. Soy el juez de menores que ha puesto las sentencias más duras de este tribunal.

A unos cuantos los mandó recorrer a pie el camino de Santiago, ¿buscaba su intercesión?

        No puedo olvidar mi condición de católico apostólico y romano, aunque poco practicante, pero buscaba la convivencia y abrirles un poco la cabeza. Su intercesión nunca viene mal; es mejor que interceda el Santo a que intercedan otros.

¿Hay medios suficientes para llevar con garantía la libertad vigilada?

        Siempre faltan medios, pero un interno cuesta 250 euros diarios y, con esa cantidad, puedo tener profesionales que lleven el seguimiento de 10 ó 15 chavales. Por un menor privado de libertad, puedo dar cobertura a 40 menores. En Andalucía, ya hemos conseguido reinsertar entre el 70% y el 80%.

¿Los padres son responsables de las conductas de sus hijos?

        Mucho. Hay niños para los que les es muy difícil no ser delincuentes. Se están perdiendo los papeles, no se les ponen límites... a veces cometen delitos por llamar la atención.

Sus condenados le escriben, ¿qué le cuentan?

        De todo, y vienen muchos a verme. Unos me dan las gracias, otros quieren presentarme a sus novias...

¿Hay alguna relación entre inmigrante y delincuencia?

        No, hay más delitos porque hay más gente. Y fíjate la paradoja: tienen más posibilidades de inserción los menores inmigrantes porque no hay que reinsertarlos, sólo hay que adaptarlos a la nueva sociedad.

¿Cree que el hombre es bueno por naturaleza?

        Si, claro, aunque hay algunos que salen malos.

¿Cómo sería hoy este niño pijo redimido?

        Seguro que no hubiera llegado a ser juez. Es muy difícil ser buena gente joven porque están en situación de riesgo, lo tienen todo al alcance de la mano. Hoy es muy difícil ser menor.