Incertidumbre en las aulas
Luis Mª Gonzalo
Facultad de Medicina
Universidad de Navarra
Diario de Navarra
Sin miedo a educar
Betsy Hart

 

 

 

Así están las cosas por desgracia

        Dentro de unos días va a comenzar el nuevo curso escolar para unos seis millones de alumnos de Primaria y Secundaria. Padres y profesores se preguntarán si la violencia en las aulas se sucederá este año en la misma proporción que el curso anterior. Y, en consecuencia, si el nivel de rendimiento de los alumnos continuará bajando. He aquí dos aspectos preocupantes en nuestro sistema educativo.

        Durante el curso pasado en la prensa diaria fueron frecuentes noticias como éstas: un profesor de Alicante recibió una paliza de manos de un ex alumno, mientras una alumna la grababa en su teléfono móvil. Otro profesor de Almería tuvo que ser atendido en el hospital por fractura de mandíbula, ocasionada por el puñetazo que le propinó un familiar de uno de sus alumnos. Una profesora corrigiendo exámenes se encontró con uno cuyo único contenido, en caracteres grandes y en rojo, decía: “Te voy a matar, juro que te voy a matar en cuanto salgas”. Era un alumno de 15 años, que por lo visto eso era todo lo que sabía. Los casos de bullying son incontables por lo que no son noticia.

        La violencia en las aulas no es ni mucho menos un fenómeno específico de España. Por poner sólo un ejemplo, unos 13.000 profesores fueron agredidos a lo largo del curso 2005-06 en Francia. Estos ejemplos pueden dar la impresión de que la agresividad de los alumnos va dirigida sólo contra los profesores pero no es así. Los actos de violencia entre alumnos son unas seis veces más frecuentes que contra los profesores.

        Otro problema importante en la enseñanza es el fracaso escolar (porcentaje de alumnos que no llega a obtener el título básico de nuestro sistema educativo). En este punto podemos estar orgullosos, pues ocupamos uno de los primeros puestos en Europa, ¡hemos llegado al 32%! Y lo más triste es que el porcentaje va subiendo: en el año 2000 era 6 puntos más bajo que en el actual. Las causas de estos malos resultados son varias: el plan de estudios, la tendencia a igualar por abajo y disminuir el nivel de exigencia para aprobar, la falta de ilusión de muchos profesores, que estiman que su función es de instrucción y no educativa, la escasa preocupación de muchos padres por los estudios y por la formación en valores éticos y morales de sus hijos, etc.

La exigencia de los padres

No podemos cruzarnos de brazos

        La primera preocupación del Gobierno y de la mayoría de los políticos es la de apagar fuegos: el terrorismo, el desempleo, mejorar el bienestar social…, cosas necesarias, pero no se pueden olvidar otros fuegos menos alarmantes que, a la larga, son de mayor importancia.

        De brazos cruzados no nos podemos quedar. Hay que eliminar todas esas causas y acometer varias medidas, entre las que destaco aumentar el nivel de exigencia de los padres con respecto a sus hijos, no sólo en el estudio sino también en su comportamiento. Hay que proporcionarles lo que necesitan pero no caprichos y cosas superfluas. Da la impresión de que muchos padres toman como manifestación de cariño conceder a los hijos todo lo que a éstos les apetece. Es necesario reforzar la autoridad que deben tener el padre y la madre, sin autoritarismos, y no refugiarse en la cómoda salida de que en “estos tiempos” la corriente va en un sentido distinto al que a nosotros nos tocó vivir. Pensar, en consecuencia, que lo mejor es dejarles que sigan su vida es un grave error.