Encargos y organización familiar (I)

Hay que hacerlo divertido...
pero que ayuden
Cuando encargamos pequeñas tareas a nuestros hijos no queremos sacarnos trabajo, sino formarlos.
Todos tenemos claro que los encargos o pequeñas tareas domésticas son un eficaz medio de educar para la convivencia. ¡Cuántas veces habremos hablado en casa de esa distribución de tareas! ¿Verdad?
Emili Avilés
Sin miedo a educar
Betsy Hart
La Secta Pedagógica
Mercedes Ruiz Paz
El arte de contar cuentos
Sara Cone Bryant
La educación en peligro
Inger Enkvist

        Es lógico. Queremos mostrar a los niños y adolescentes que todo lo que hacemos o dejamos de hacer afecta a los demás, que podemos ser generosos haciendo bien nuestros encargos, pero también al reconocer, valorar y agradecer cualquier servicio.

        La participación en una actividad, ya desde edad temprana, sirve para educar la responsabilidad. Empieza cuando los más pequeños aprenden a valerse por sí mismos: a vestirse solos, arreglarse, cuidar su ropa, cepillarse los dientes, limpiar sus zapatos, etc. Son los encargos que podríamos llamar “de autonomía”.

        También empiezan a realizar cosas sencillas, esporádicas o permanentes, que son un servicio a los demás: comprar el diario, poner o quitar la mesa, cerrar persianas, limpiar una zona del salón, vestir a la peque o regar plantas.

        A veces, hay padres tan deseosos de evitarles cualquier trabajo a sus hijos, que no les dan posibilidades de participar en el ámbito familiar. Otros padres piensan que sus hijos son demasiado pequeños para hacer algo en la casa.

        Pues bien, conviene decir que el trabajo de los hijos no es importante por el esfuerzo que ahorra, sino por cuanto contribuye a su propia mejora personal, ya que así se les ayuda a aprender a trabajar y a buscar realmente el bien de los demás.

        También es cierto que hemos de ser flexibles en las oportunidades de colaborar en la casa. Sabemos que la participación es un derecho y un deber de cada miembro de la familia. Así, con buen ambiente y ejemplo, facilitamos la unión entre todos.

        Por otra parte, nos interesa proponer y realizar los encargos en un ambiente de alegría. De esta forma toda fatiga y esfuerzo se aligeran, lo que hace ver la responsabilidad no como una carga, sino como una entrega gustosa en beneficio de nuestros seres más queridos y cercanos.

        Todos buscamos la eficacia, el sistema, también en la familia. Totalmente de acuerdo. Para ello conviene poner en práctica una supervisión positiva y entusiasta que anime a realizar las tareas encomendadas. ¿Cómo? No existen fórmulas mágicas.

        En cada hogar, según su estilo y prioridades, se puede organizar de muy diferente manera. En todo caso siempre será necesario cierto trabajo de equipo.

        Podríamos decir que, en los tiempos que corren, tenemos más dificultades para la colaboración e interacción familiar. Madre y padre trabajan, sí, pero es necesario dar orden y prioridad a todas nuestras obligaciones y aprender a vivir con ellas.

        Sabemos que quien está a la cabeza de un equipo tiene la obligación de organizarlo. Marchará todo sobre ruedas si conoce muy bien a cada miembro de su grupo, sabe cuáles son sus talentos y flaquezas, y le pide colaborar en aquello que hará bien o que significa una mejora para él mismo.

        En las familias nos pasa igual: padre y madre -los dos unidos- son la cabeza del equipo y deben organizarlo para lograr, como objetivo inmediato, que la convivencia sea agradable para todos, y como objetivos a medio y largo plazo, que esa convivencia les forme como personas cabales, expertos en el arte de convivir, entrenados en la generosidad y la fortaleza, que son imprescindibles para la vida que empiezan a afrontar.

        Tener un encargo en la casa es tomar parte en una tarea común. No es una actividad aislada que la “cumplo” y ya está. Es un medio más de colaborar.

        El compromiso en una tarea familiar es algo serio y personal, pero lo hemos de facilitar, hacer agradable. Hemos de ayudar a elevar la visión de quien tiene ese detalle de servicio en el hogar. A vivirlo como una habitual muestra de amor.

        Además, cualquier encargo bien hecho, aunque sea pequeño, muestra a las claras que todos los trabajos son necesarios y por ello dignos de reconocimiento.

        ¿Cuál es vuestra experiencia en esto? Dadnos más ideas y así, en la segunda parte del artículo, concretaremos mejor algunas maneras de colaborar, tipos de encargo, formas de presentarlos y su seguimiento.