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Les diría que cuando las cosas se hacen bien, el miedo desaparece, porque el miedo suele ir ligado a la falta de información. Que el noviazgo es un tiempo de formación: qué es el matrimonio, qué supone, qué responsabilidades conlleva, qué es luego la relación de vida conyugal, cómo aprender a convivir... Para eso hay libros, y en este libro se habla muchísimo de ello. Y les diría también que apuesten por el verdadero amor: primero, que se enteren de qué es el verdadero amor, distinguiéndolo del falso amor, y luego apostar por él, porque cuando se apuesta hay más posibilidades de que sea un amor ganador, y no un amor perdedor.
Por supuesto. Hoy se está perdiendo el sentido del compromiso, no sólo en el amor, sino en todos los aspectos de la vida. Cada vez hay más gente que dice: a mí no me compliques la vida, a mí no me apuntes a nada: es el fenómeno del «pasotismo». Es una falta de responsabilidad; la libertad sin compromiso es una libertad inmadura; el amor sin compromiso es un amor inmaduro. Es el compromiso lo que le da madurez a la libertad y al amor. El pasota no es un rebelde, como a veces se ha dicho; es un conformista. Y hay mucho conformismo en el amor. Por eso yo aliento a los jóvenes y a los menos jóvenes a que sean inconformistas en el amor. Que no se conformen con el amor que se reduce a sexo, que se reduce a pasión, sino que aspiren a que esa pasión y ese sexo estén integrados en un encuentro interpersonal dentro de un amor de entrega total, de un amor comprometido que es el matrimonio.
Para que el matrimonio funcione lo fundamental es el compromiso, es decir, el pacto conyugal entre él y ella, el libre consentimiento, es decir, «te querré siempre». Porque ese compromiso de amor fiel y para siempre hace que se salga ya con ventaja en el amor; en cambio la duda, el amor provisional, es amor perdedor que hace más difícil que las cosas resulten bien.
Las situaciones externas pueden ser ciertos programas de televisión, me refiero a los programas «basura»; ciertos libros -también libros «basura»- sobre el tema, que presentan el amor y el matrimonio de forma degradada; ciertos malos ambientes, quizá de costumbres que no son presentables. Creo que hay que elegir bien las amistades, los libros, los programas de televisión, los ambientes, porque todo eso nos influye, querámoslo o no. De hecho, quienes están bien casados suelen decir: «Es que yo conocí a mi esposa en un buen lugar, en un buen ambiente; era una escuela con valores; éramos vecinas dos familias con valores, con ideas claras». Creo que hay que ser prudente. Uno de los personajes [del libro], Lorenzo Servitje [el fundador de la empresa BIMBO], decía: «En el matrimonio hay que procurar no distraerse con cosas ajenas al matrimonio». «Distraerse» entre comillas, por ejemplo, con otras personas que pueden realmente ser un factor de infidelidad. Hoy hay muchos casos de infidelidad que empiezan de forma pequeña, pero la infidelidad puede ir creciendo a base de familiaridades, o de confidencias. Hay que ser muy prudente, porque si no luego es difícil parar ese error.
Como dice otro de los personajes del libro, Alfonso del Corral, cuando el matrimonio, además de ser realidad natural o contrato natural, que ya como tal, antes de ser Sacramento, es de uno con una para siempre, abiertos a los hijos, una realidad indisoluble, para todo el mundo-, le unen los creyentes el matrimonio como realidad sobrenatural el Sacramento del matrimonio, instituido por Jesucristo, quien lo eleva de realidad natural a realidad sobrenatural-, ya no son dos (él y ella), sino tres: ahí está Dios. Y cuando Dios está presente en ese matrimonio, se juega con mucha ventaja. Se recibe la Gracia del matrimonio, y ayuda a vencer las dificultades diarias. Uno de los elementos es la caridad sobrenatural; ésta ayuda mucho a relacionarse, a comprenderse, a convivir.
Le diría que no tome la crisis en sentido literal o en sentido absoluto. Muchas veces las crisis son sólo crisis de crecimiento, crisis de edad. Con los años, hay replanteamientos, hay dudas, y es una ocasión de volver a empezar. Esa crisis da una pausa para retomar lo que se ha hecho, para intercambiar experiencias y para empezar una nueva etapa en la vida conyugal. Las crisis pueden tener y deben tener una lectura positiva, por ejemplo: «¿Qué hemos aprendido del pasado para no incurrir en los mismos errores? ¿Qué nuevas oportunidades nos dan las nuevas etapas de la vida conyugal?». Siempre existe una lectura positiva; aprovechar la experiencia del pasado para plantear nuevas metas en la vida conyugal. Las crisis no hay que tomarlas necesariamente como situación patológica; las crisis representan esfuerzo para superarse en un momento dado en el que parece que las cosas van mal. | |||||
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